Tres años después, los creyentes haitianos alaban a Dios y reconstruyen el país

Todavía 400.000 haitianos viven en campamentos de refugiados y una parte de la población no tiene acceso al agua potable.Hablamos con el pastor Webert, del Centro Cristiano Evangélico de la capital y otros puntos del país.

PUERTO PRÍNCIPE · 11 DE ENERO DE 2013 · 23:00

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Un culto evangélico en Haití

Haití, país destruido por un fuerte seísmo el 12 de enero de 2010, está lejos de lograr la reconstrucción. La solidaridad internacional –incluyendo varias ONGs cristianas- contribuye a mejorar la situación de la población, que ya antes del sismo vivía inmersa en la pobreza, pero la corrupción y la inestabilidad política retardan el proceso. Todavía 400.000 haitianos viven hoy en campamentos de refugiados y buena parte de la población no tiene acceso fuentes de agua potable. En medio de escombros, dolor y muerte, los creyentes haitianos no han dejado de alabar a Dios y trabajar para la reconstrucción del país. “Bajo los escombros cada uno de nosotros ha dejado a una madre, un padre, un pariente, un compañero del alma…”, reconoce el pastor Edouard Webert desde la isla caribeña. Y añade: “Estamos bien, la iglesia está viviendo en lo espiritual un momento especial. La gente se acerca más a Dios; algunos tienen gran temor de Dios y el Espíritu Santo se mueve muchas veces. Gloria Dios!”. Como informe de la labor que están desarrollando, han realizado un video que refleja lo mucho que se ha hecho, lo mucho que queda por hacer, y en especial la presencia de Dios en medio de la tragedia. Al inicio se lee: "Un país puede estar eb crisis, pero Dios nunca". MANOS A LA OBRA Cuando sobrevino el trágico seísmo, este joven pastor decidió recorrer la isla para llevar ánimo a los creyentes y ayudar materialmente en lo que podía, administrando con prudencia hasta el último céntimo de algunas ofrendas que recibió del exterior. “Para mí ser cristiano es una cuestión de vida o de muerte Por esta razón quiero hacer todo bien, según me indica la Palabra de Dios”, expresó en aquel momento en una entrevista con Protestante Digital (Haití: pasión, escombros y resurrección). En un primer momento, Webert visitó los puntos donde la destrucción fue mayor, incluso lugares donde no había iglesias evangélicas, tal el caso de Gonave. Para viajar a este poblado –o lo que quedó de él- tuvo que pasar casi tres horas en un barco de vela y motor. Mientras tanto, en ciudades como Jacmel, Anse-à-Veau y Puerto Príncipe los creyentes del Centro Cristiano Evangélico (CCE) que él lidera, volvían a reunirse. “Las actividades espirituales tienen más gente que antes, aunque los servicios se hacen ahora bajo tiendas o al aire libre”, dijo. TRES AÑOS DESPUÉS “Lejos de nosotros la idea de que ‘los grandes desastres hacen grandes naciones’. Existe una zanja inmensa entre la situación de las personas que viven bajo las tiendas y el proceso de reconstrucción”, expresa Webert. Según nuestro entrevistado, la situación social en Haití ha empeorado después del terremoto. “El tejido social está roto. No hay cohesión entre los diferentes sectores de la vida nacional. No hay un objetivo común y cada persona busca su propio interés, sin respecta las leyes del país. Vivimos en desorden social. La violación de la Constitución y las leyes es casi sistemática”. Quienes perdieron todo a causa del terremoto, continúan viviendo en condiciones muy difíciles en los sitios de alojamiento. Los refugios temporales forjados por las victimas sin hogar están ya en situación de ruina. Webert denuncia que “hay un aumento de la prostitución infantojuvenil y que muchas niñas se ven obligadas a prostituirse para comprar agua y alimentos para sus familias”. Se estima que hay 200.000 niñas que viven en condiciones de refugiados en Haití. “La cuestión de la vivienda, la promiscuidad y el desarrollo de los niños son cosas que nos preocupan, porque por el tipo de socialización que siguen los niños, tal vez en 5 o 10 años, van a traer muchos problemas a la sociedad” explica Jean Rénol Elie J., sociólogo de la Universidad de Haití. Los resultados preliminares de una encuesta nacional de hogares realizada recientemente, muestran un importante avance para los niños en los sectores de la educación, la nutrición, la salud y el saneamiento desde 2006. Sin embargo, las cifras siguen dando cuenta de las necesidades que tiene la población en materia de salud básica.En el área de la salud el panorama no es menos desolador. Según Webert, “la mayoría de la población no tiene acceso al agua potable y no puede comer lo suficiente. Los hospitales no tienen materiales necesarios para dar cuidados a los pacientes”. ROL DE LA IGLESIA EVANGÉLICA Ante la situación general del país, la Iglesia enfrenta un gran desafío. “No cabe duda, la Iglesia Evangélica no tiene que cruzarse de brazos. Ella debe actuar para cambiar la sociedad y, sobre todo, para cambiar la mentalidad de los haitianos. Siempre he dicho y sostengo aún en el día de hoy: Haití, como todos los países del mundo está necesitada del Evangelio porque el pecado solo trae ruina y miseria, pero la gracia de Dios enriquece y no añade tristeza”, dice con convicción el pastor Webert. En su opinión, “la Iglesia Evangélica debe comprometerse a formar cristianos-ciudadanos, que sean cristianos auténticos y ciudadanos honestos. La Iglesia Evangélica tiene que trabajar para la cohesión social y luchar, sin cesar, para la educación participativa no sólo de sus miembros sino también de toda la población haitiana. Si el país sufre, los creyentes sufren. Es por esta razón que luchamos para alcanzar esas dos metas, convencidos que la solución viene por medio de Jesucristo”. VISIÓN Y PASIÓN En estos tres años, Webert no ha parado de trabajar. “Después del terremoto realizamos y seguimos realizando: reparación y construcción de templos, distribución de comida a nuestra comunidad de fe -a veces también a algunos habitantes del lugar-, formación de líderes, confraternidad de damas, redes de oración, campaña de evangelización en las zonas periféricas, escuela básica para los niños huérfanos y desfavorecidos, diversos trabajos comunitarios… También iniciamos los ‘Sábados de niños’ a fin de formar cristianos-ciudadanos”. Como proyecto personal, el pastor Webert desea hacer una maestría en Teología. “Necesitaría una beca…” dice esperanzado, y provee su dirección de correo electrónico por si alguien desea contactarlo: [email protected]

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