Chile: los presos evangélicos destacan por su buena conducta y escasa reincidencia

«Me llamó la atención el contraste entre las demás galerías y la de los evangélicos. En las mismas condiciones se vive una situación totalmente distinta, con reos bien vestidos, con corbata, limpios, que trabajan y conversan entre ellos como seres humanos». Las palabras del presidente chileno, Sebastián Piñera, no son una excepción. Los presos evangélicos destacan en un entorno difícil en el que lo más fácil es perder toda esperanza.

SANTIAGO DE CHILE · 12 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00

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«Son el grupo que no da ningún problema, son súper organizados y tienen recursos. Es una de las fuerzas potentes al interior de las cárceles». Así definen en Gendarmería a los reos que pasaron de ser «ovejas descarriadas» y encarceladas a ovejas de Jesús de fe evangélica. De los 7.000 reclusos que existen en la ex Penitenciaría, aproximadamente tres mil profesan esta confesión, según estimaciones de la institución. En todos los penales del país hay pastores y hermanos, pero predominan en el recinto de calle Pedro Montt. Se distinguen inmediatamente del resto de los internos: visten chaqueta y corbata, calzan zapatos lustrados y siempre andan bien peinados y con la Biblia bajo el brazo. Todos cumplen su condena en las galerías 4 y 9, ambas son de uso exclusivo para el grupo religioso. En cada una hay cerca de 500 internos. A ellos día a día se suman más fieles. Para Luis Mussiet, capellán nacional evangélico de Gendarmería, el proyecto «Amando al Preso Amarás a Cristo» (Apac) se ha convertido en una metodología primordial de valorización humana, que se implementa en 22 cárceles del país, entre ellas, el Centro de Detención Preventiva de Puente Alto y en la recién incendiada de San Miguel. La rutina de los internos evangélicos que son parte del programa Apac inicia a las siete de la mañana, y durante una hora se dedican al aseo personal y de su celda. Después desayunan y, de 10.00 a 12.30, participan de tres áreas: talleres, apoyos psicoterapéuticos y se educan en la escuela que otorga la unidad penal. Tras el almuerzo, desde las 14.30 hasta las 16.00 horas, realizan un servicio religioso espiritual en el que oran y cantan. Luego viene el «Conversando», que empieza a las 17.00 y se extiende por una hora. Ahí charlan y reciben ayuda de psicólogos y psicoterapeutas. «La idea es que en la comunidad Apac no exista violencia ni groserías. Que se enfoquen en la lucha de reinsertarse (...) tenemos un bajísimo nivel de reincidencia de un 8%», dice Mussiet. Desde las 21.00 a las 22.00 horas pueden ver televisión, programas o algunos videos. Una vez terminado, hay media hora de intervalo y luego comienza el «toque de silencio», cuando vuelven a su celda. Tras el incendio en la cárcel de San Miguel, donde murieron 81 internos, muchos reclusos del piso cuatro de la Torre 5 fueron trasladados hasta el de los evangélicos, en el segundo nivel. Además del capellán nacional, hay tres mil asistentes.

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