Una pintora paraguaya acoge y educa en la fe cristiana a 200 niños y adolescentes

Hace 17 años, Patrica Bozzano, madre de cuatro hijos, artista y pintora de profesión, vio en las noticias que una bebé había sido abandonada luego de sufrir terribles maltratos por parte de sus padres. Conmovida, solicitó la tutela y consiguió adoptarla. Este fue el comienzo de una historia de amor en la que ella continuaría adoptando y recibiendo en su hogar a niños desamparados.

ASUNCION · 19 DE SEPTIEMBRE DE 2010 · 22:00

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El Hogar Unidos por Cristo, ubicado en Capiatá, Paraguay, alberga actualmente a 200 niños y adolescentes en situación de riesgo. ¿Cómo puede una mujer sola criar y mantener a tantos niños en este paraje de tierra colorada? “Siempre desee que el Señor maneje mi vida. Llegó el momento en que me enfrenté a una disyuntiva: o vendía cuadros o me dedicaba a los niños”. Patricia supo establecer la prioridad: “La prioridad era dedicarme a ellos, fundamentalmente a su vida espiritual y a que tuvieran la familia que nunca tuvieron. No tenía sentido salir fuera de casa y tener un batallón de niños que estaban reclamando mi presencia, el amor de mamá, el conocer más de Dios”. Llegado a este punto, ella habló con Dios. “Entonces le dije al Señor: Señor yo me ocupo de tus hijos como mamá y tú te ocupas de la provisión.” Dios respondió y fueron llegando las provisiones, sin que Patricia tuviera que salir a buscarlas. Miembros de iglesias y de diferentes ministerios empezaron a golpearle la puerta para ofrecer alguna ayuda, alimentos o vestimenta. Con el tiempo, también recibieron en donación un terreno de cuatro hectáreas. Allí están construyendo pabellones nuevos, un comedor y una escuela cristiana, la que también abrirá sus puertas a otros niños de bajos recursos de la zona. Según explicó Patricia Bozzano, lo que quieren es cambiar el sistema de educación, de manera que sea basado en Dios y su Palabra. ADICTOS, ABANDONADOS, ENFERMOS El hogar Unidos por Cristo recibe no solo niños abandonados, sino también adolescentes drogadictos y enfermos, que han sido abusados y abandonados, o que han estado involucrados en grupos criminales. Muchos de ellos fueron rechazados en otros hogares, por considerarlos “casos perdidos”. Sin embargo, en este lugar todos ellos se recuperan. Un ejemplo es Silvia, quien llegó hace siete años al hogar buscando algún camino que salvara su vida. “Conocí las drogas y empecé a conocer la delincuencia de la calle. Las drogas y el alcohol me llevaron a tener 32 kg. De peso. Tuvieron que internarme en un hospital y allí estuve al borde de la muerte. Justamente en ese lugar fue donde por segunda vez me hablaron de Dios. Yo no quería saber nada porque aparte de estar metida en las drogas estuve también metida en el satanismo, en el ocultismo”, comentó la joven. Pero cuando parecía que todo estaba perdido, Silvia conoció a una persona que la ayudó a cambiar su vida para siempre. “Fue ahí que la conocí a Paty e ingresé al hogar Unidos por Cristo. Ella empezó a darme cariño y me habló de Dios. Le doy gracias a Dios porque hoy en día soy una ayudante, una líder aquí”. ESTUDIAR Y PREDICAR Patricia afirma que sólo les pide dos cosas a sus doscientos hijos: Que estudien mucho y que prediquen el Evangelio. “Mis chicos están entrenados para ser misioneros. Ya fuimos a Chile y a Brasil, estuvimos en las favelas de la Ciudad de Dios. Ellos están capacitados para llevar la Palabra. Nuestro hogar es un semillero de misioneros”, explicó Bozzano. El Hogar Unidos por Cristo se mantiene gracias a las donaciones de personas solidarias. Las puertas de este lugar jamás se cierran para ningún niño desamparado, por lo que las necesidades son muchas. Además de colaboraciones materiales, el hogar siempre da la bienvenida a misioneros de diferentes partes del mundo, que puedan ayudar en la educación cristiana de los niños.

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