La reconstrucción de una sinagoga en Jerusalén dispara una nueva oleada de violencia

La sinagoga Hurva está situada en la ciudad vieja de Jerusalén, a sólo 400 metros de la explanada de la Mezquita de Al-Aksa. El gobierno israelí ha impulsado la restauración de este enclave que, según algunas tradiciones judías, marcaría el comienzo de la reconstrucción del templo. El grupo politico Hamás convocó a sus seguidores para responder de forma violenta ante lo que consideran una grave ofensa.

JERUSALEM · 21 DE MARZO DE 2010 · 23:00

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La llamada a la violencia ha tenido un efecto inmediato. Los enfrentamientos entre palestinos y el ejército israelí se han extendido por Jerusalén y Cisjordania durante toda la semana, con la trágica consecuencia de una víctima mortal. Un joven palestino de 16 años perdió la vida en un enfrentamiento con el ejército israelí que se produjo cerca de la ciudad de Naplusa, en uno de los asentamientos judíos en territorio cisjordano. El detonante de este nuevo foco de violencia fue la inauguración de las obras de restauración de la sinagoga conocida como «Hurva» en el territorio judío de la ciudad vieja de Jerusalén. Esta antigua sinagoga, que posee un gran valor histórico y simbólico para los judíos, había sido destruida durante la guerra de 1948. El nombre de Hurva significa «ruina», lo que ha sido durante estos últimos 60 años. Pero el Gobierno de Israel se ha propuesto restaurar y reconstruir la sinagoga, que está situada a 400 metros de la mezquita de Al-Aksa. La sinagoga fue construida en torno al año 1700. Pocos años después, en 1721, fue destruida y permaneció en ruinas hasta el año 1864, cuando se construyó en el mismo emplazamiento una nueva sinagoga. El ejército jordano la destruyó durante la guerra de independencia israelí, en 1948. Para el editor judío Moshe Kempinsky, se trata de «un símbolo de la desunión de la ciudad. Una sinagoga que en 1948 fue destruida, dejada en ruinas para decir al mundo que los judíos nunca volverían. Ahora los judíos han vuelto en cumplimiento de la profecía, y han reconstruido su sinagoga, para glorificar a Dios. No necesitas más significado que ese», explicó. Kempinsky criticó que esta reconstrucción se considere una «provocación», algo «ilógico», ya que «la mayor provocación fue destruir una casa de Dios, no reconstruirla». REACCIONES POLÍTICAS El jefe en Jerusalén del gobierno Palestino, Hatem Abdel Qader, criticó la restauración porque esta acción «es el preludio a la violencia, el extremismo y el fanatismo religioso, y no se limita a los judíos extremistas, sino que incluye miembros del gobierno israelí». También Hamás llamó a sus seguidores a manifestarse en «un día de ira» por lo que consideran una nueva provocación del gobierno israelí. En la misma línea se pronunció el gobierno de Jordania por medio del portavoz Abil Sharif. «En lo que concierne a Jordania, Jerusalén es un límite y Jordania rechaza todas las medidas israelíes que busquen alterar la identidad de Jerusalén, especialmente de sus sitios sagrados», dijo el ministro de Comunicaciones. En cambio, el gobierno de Estados Unidos, que atraviesa una grave crisis en las relaciones con el gobierno de Netanyahu, condenó la reacción palestina ante esta reconstrucción. «Nos parecen muy perturbadoras las declaraciones de varios funcionarios palestinos, que sólo puede aumentar las tensiones», dijo Philip Crowley, portavoz del Departamento de Estado. Crowley insistió en pedir «calma» y envió un contundente mensaje a los líderes palestinos, para que pongan fin «a todas estas provocaciones». El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó la operación alegando que «todo primer ministro ha construido en la ciudad santa desde 1967» y que, por tanto, él también lo hará. La pasada semana tanto el primer ministro como varios colaboradores acudieron a la inauguración de las obras de reconstrucción de la sinagoga.

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