Musulmanes malayos atacan 9 iglesias cristianas por ser legal llamar «Alá» al «Dios» cristiano

¿Se debería permitir que los cristianos llamen a su Dios «Alá»? ¿O es una palabra reservada a los musulmanes? Esta discusión bizantina ha desatado una crisis interreligiosa en Malasia, un conflicto durante el cual han atacado nuevo iglesias (la mayoría evangélicas) a golpe de bombas incendiarias, cócteles molotov, piedras y pintadas.

KUALA-LUMPUR · 10 DE ENERO DE 2010 · 23:00

,
Aunque el debate pueda parecer un asunto teórico, ha movilizado a miles de musulmanes, que protestan con violencia desde hace días en las calles de la capital, Kuala Lumpur. Se quejan de una decisión del Tribunal Supremo malayo, que acaba de revocar una prohibición dictada hace tres años según la cual sólo los musulmanes podían pronunciar la palabra «Alá» para referirse a Dios. A lo que dicen tener miedo los islamistas malayos es al proselitismo cristiano: acusan a las iglesias de apropiarse de un vocablo que «no les pertenece» para «engañar al pueblo» y obrar más conversiones. Cierto es que en el país circulan traducciones de la Biblia y publicaciones cristianas que hablan de «Alá» cuando se refieren al Dios cristiano. Pero desde las iglesias cristianas (católicas y protestantes) se defienden asegurando que en los países donde predominan las lenguas arábicas llevan siglos llamando «Alá» a su Dios sin que nadie se haya quejado nunca. LOS ATAQUES Son ya nueve los edificios cristianos, la mayoría protestantes, que han sido blanco de acciones similares relacionadas con la decisión judicial que permite utilizar el término "Alá" también a los no musulmanes. El penúltimo ataque, que ocurrió durante la madrugada del 8 al 9 de enero pasado, tuvo como objetivo la iglesia luterana del Buen Samaritano, ubicada en el distrito de Petaling Jaya, a las afueras de la capital. El último asalto tuvo lugar la mañana de este lunes 11 de enero, cuando una bomba incendiaria quemó la entrada principal de la Iglesia Evangélica de Borneo en el estado de Negeri Sembila, sin causar daños al interior del templo. El obispo luterano explicó a la prensa, que la bomba incendiaria se estrelló en una pared de la iglesia y no causó ningún daño material, más allá de la señal negruzca que el fuego dejó. El pasado 8 de enero otra iglesia protestante fue incendiada y otras dos dañadas, también por el impacto de botellas con combustible, que felizmente no causaron heridos. CONMOCIÓN SOCIAL Y POLÍTICA El país entero ha contenido la respiración asistiendo por televisión a un brote de violencia que asusta mucho más que las discusiones teóricas que lo caldearon. Malasia es una nación realmente multicultural que hasta ahora ha sabido canalizar sus diferencias y cimentar sobre ellas una de las democracias más prósperas del Sudeste Asiático. El fuego de las iglesias pudo verse desde las plantas altas de las torres Petronas, uno de los emblemas de la arquitectura moderna y símbolo del desarrollo de este «tigre asiático». Toda la clase política, así como la mayoría de las asociaciones religiosas (incluidas las musulmanas), se han apresurado a condenar con dureza la explosión de odio. Con un 60 por ciento de musulmanes de etnia malaya y un amplio mosaico de religiones y razas en el restante 40 por ciento, Malasia sostiene con alfileres una sociedad muy heterogénea en la que cada vez parece haber más problemas de convivencia. El radicalismo ha ganado terreno entre aquellos que exigen endurecer y extender las leyes islámicas que se filtran hasta el código penal malayo, único en el mundo y que castiga a cada uno según su religión: a los musulmanes de acuerdo a la ley de Alá y al resto de acuerdo a la que legisla el Parlamento. En las cuestiones de proselitismo y conversión las leyes son especialmente barrocas, ya que para los ciudadanos de etnia malaya (musulmanes) está prohibido cambiar de religión, mientras que indios y chinos (budistas y cristianos) son libres de convertirse al Islam.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - Musulmanes malayos atacan 9 iglesias cristianas por ser legal llamar «Alá» al «Dios» cristiano