Un pastor evangélico retiene dos meses un cadáver esperando que resucite

El pastor Enrique Jara junto a tres de sus familiares, durante 55 días (desde el pasado 23 de septiembre hasta 18 de noviembre) veló a una de sus cuñadas, Elextra Alemania Ríos, “en espera de que resucite”.

ECUADOR · 23 DE NOVIEMBRE DE 2008 · 23:00

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En la sala, de no más de 20 m2 y en cuyas paredes se destacan leyendas bíblicas, permaneció el féretro hasta que llegaron las autoridades a retirarlo. Relata que nunca imaginó vivir junto a un cadáver hasta el momento en que la primera semana del velatorio “recibió un llamado de Dios” que debía acatar y que consistía en “esperar la resurrección” de Elextra Ríos. Igual convicción tiene Jorge Reyes Carrasco, técnico dental y esposo de la fallecida, quien asegura que pese a que el cadáver fue trasladado a la morgue, “los llamados de Dios”, que él también ha recibido, le indicaron que ella resucitará, incluso si ordenan que el cuerpo sea sepultado. Esta posición también la asumen sus hijos, que son odontólogos, y otros familiares, como si se tratase de un hecho normal. Francisco Loor, pastor de Asambleas de Dios en la localidad, considera que Jara se ha equivocado de plano y que no ha asumido una posición correcta. “Una resurrección se da el día de la resurrección final”, dice e indica que sí se han dado casos de resurrección, pero poco después de muerta una persona, como ocurrió con una persona en su iglesia. Según Jara, “no tenemos aire acondicionado, no había ni una mosca ni mal olor, nunca le pusimos formol, solo la primera vez luego de salir del hospital”, indica mientras asegura que él y un grupo que va cuatro días a la semana a orar a su casa no han sentido malestar por alguna descomposición del cadáver. Niega que se haya dedicado a idolatrar al cuerpo. Fue en esa dulcería donde en 1992 conoció a Fátima Calderón, su esposa y hermana de la fallecida. Su boda se dio “por un profeta que por medio de una menor de unos 11 años nos dijo: ‘El Señor es el que te está hablando, yo tu Dios, los uno en matrimonio...’, luego rompimos a llorar”, narra con lágrimas. Jara menciona que su convicción religiosa se inició cuando estaba a punto de lanzarse desde un balcón, deprimido ante una enfermedad (dice que en su cerebro tenía el virus de la cisticercosis, de carnes mal cocinadas de cerdo). “Cuando tenía extendidos los brazos para lanzarme al vacío, por primera vez escuché un llamado de Dios que me detuvo”. Expresa que esa misma voz se dirigió a él para ordenarle que mantenga en su casa el cadáver de su cuñada a la espera de la resurrección.

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