La Comunión anglicana establece un compromiso ético y bíblico ante la «práctica gay»

Un documento sobre ética cristiana y homosexualidad deberá ser aceptado por los miembros de la Comunión anglicana. Las iglesias miembros de la Comunión anglicana deberán comprometerse a no ordenar como sacerdotes a homosexuales activos.

LONDRES · 04 DE SEPTIEMBRE DE 2006 · 22:00

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El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, pedirá este mes de septiembre a las iglesias que forman la Comunión Anglicana que suscriban un documento, indispensable para mantener la unión con la Iglesia de Inglaterra. Dicho texto ha sido elaborado por una comisión de prelados, presidida por el arzobispo de Irlanda, Robin Eames, y se comunicará oficialmente este mismo mes de septiembre. «CONSTITUCIÓN» ANGLICANA En el documento, que algunos representantes de esta confesión han calificado de «Constitución» del anglicanismo, se hará hincapié en la necesidad de aceptar las Escrituras en lo referente a la práctica homosexual y, por extensión, cerrar el acceso de los homosexuales “practicantes” al sacerdocio y al orden episcopal. Aquellas comunidades que se nieguen a firmar este documento serán apartadas de la Comunión Anglicana, si bien podrían permanecer unidas a la sede de Canterbury -con un nuevo estatus menor y sin la capacidad de decisión de las iglesias miembro- siendo consideradas iglesias asociadas. El trasfondo de la situación no es tanto el hecho de las relaciones homosexuales per se, sino las bases interpretativas que se utilizan para defender como correctas las relaciones homosexcuales dentro del cristianismo. Situación que es un hecho generalizado en todo el orbe cristiano sin que ninguna confesión o denominación se vea libre del debate establecido. Por su historia, su peso internacional y por las muy diferentes tendencias que existen en su seno, la Comunión anglicana se ha visto en la obligación de establecer una identidad clara o aceptar en silencio un abanico que establecía un cristianismo muy diferente al establecido. Decisión sin duda forzada, a la que no cabe duda se añade el valor y decisión de enfrentar el problema en vez de mirar para otro lado y dejar que los hechos siguieran su propio cauce sin que nadie asumiese responsabilidad alguna -salvo la de aquellos que impulsaban una revolución teológica y doctrinal-. DIVISIÓN INTERNA ANUNCIADA Al menos cuatro de las 38 grandes provincias que componen la Comunión anglicana habrían declarado su intención de no suscribir el texto. La más clara ha sido la Iglesia episcopaliana de Estados Unidos. Como ella, tampoco firmarán las iglesias de Canadá, Nueva Zelanda y Escocia. Por el contrario, la mencionada decisión del arzobispo de Canterbury ha sido bien acogida por las iglesias de África, en especial las de Nigeria, Tanzania y Kenia, que tras la ordenación episcopal de Gene Robinson (acaecida en noviembre de 2003) se negaron a reconocer a los episcopalianos, anunciando la ruptura de la unidad entre los anglicanos si no se tomaban medidas urgentes. Robinson, obispo divorciado y padre de dos hijas, que en 1986 admitió públicamente no sólo su condición homosexual sino su vida activa con su pareja del mismo sexo, acaba de denunciar públicamente que muchos miembros de la jerarquía anglicana se resiste a aceptarlos “porque golpean el patriarcado que domina nuestras vidas”, y pone como ejemplo una conversación con el obispo de New Westminster, quien le comentó que si su religión autoriza a bendecir cacerías de zorros y barcos de pesca, ¿por qué no iban a bendecir la unión de dos personas que se aman?.

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