¿Guerra contra la Navidad en EE UU?

En Boston, por ejemplo, el tradicional árbol navideño ha cambiado misteriosamente de nombre este año. Ahora es el «árbol de las Fiestas». La Casa Blanca ha salido en defensa de sus «tarjetas laicas» porque justifica que se «envían a personas de todas las creencias religiosas». Joseph Farah, editor de la web conservadora WorldNetDaily.com no opina lo mismo. Según ha afirmado en The Washington Post, «el presidente George Bush dice que es un “reborn christian” (cristiano renacido) pero no actúa como tal». En su intervención en la Heritage Foundation, John Gibson aseguró que el Gobierno de Bush está siendo presionado para evitar los símbolos seculares, en un intento exagerado de cumplir con la separación de la Iglesia y el Estado de la Constitución de EE UU. Este asunto es tan controvertido, que el propio Tribunal Supremo del país ha evitado pronunciarse al respecto en la medida de lo posible. ADIÓS AL «MERRY CHRISTMAS» EN LOS CENTROS COMERCIALES La tendencia anti religiosa ha sido adoptada hasta por los grandes almacenes, que han borrado el «Merry Christmas» de su parafernalia decorativa y utilizan expresiones más seculares para no herir susceptibilidades. Los hay que, incluso, han ordenado a sus dependientes que estas Navidades se abstengan de dedicar expresiones cristianas a los clientes. La crispación de algunas organizaciones cristianas ha llegado hasta tal punto que han llamado al boicot de enormes imperios comerciales, como las tiendas Target o Wal-Mart, y de corporaciones importantes que no «deseen la Navidad» en sus anuncios de televisión o sus websites. El activista conservador Jerry Falwell ha propuesto la campaña «Amigos o enemigos de la Navidad» con la que quieren desterrar la discriminación religiosa. Falwell ha declarado que sus abogados están preparados para demandar cualquier intento de vetar las representaciones cristianas estas Navidades. Ante el ruido mediático que está haciendo la derecha cristiana, varios periódicos han criticado severamente desde sus páginas de opinión lo que llaman una campaña para «convertir a EE UU en una teocracia».