Un telepredicador egipcio copia con éxito, en el mundo musulmán, a los `televangelistas´

Se ha convertido en un fenómeno de masas. Los jóvenes musulmanes, sobre todo los de clase alta, le adoran. Adquieren siempre que pueden sus cintas, consultan su web --se encuentra entre las mil páginas web más visitadas del mundo-- y siguen con devoción sus actuaciones, retransmitidas por televisión. El hombre de moda se llama Amr Jaled, un joven egipcio, elocuente y con carisma, que ha revolucionado la prédica del islam en el mundo árabe. La fórmula del éxito es sencilla: imita el estilo de los

EL CAIRO · 01 DE NOVIEMBRE DE 2005 · 23:00

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La popularidad de Jaled, de 38 años, traspasa fronteras. Su programa estrella, llamado Life Makers (Forjadores de la Vida) se emite por Iqraa, un canal árabe religioso vía satélite. El discurso de Jaled brilla por su sencillez. Su lenguaje es llano, directo, lleno de sentimiento, optimismo y humor. Es lo que le asemeja a muchos evangelistas, y es lo que le distingue de los imanes de las mezquitas, cuyos sermones --que Jaled detesta-- están más cerca del cielo que de los problemas terrenales de la gente. Su imagen es la de un hombre afable, que inspira confianza. Una de las máximas de Jaled, vestido siempre en pantalla con camisa y corbata, es "reconciliar la religión y la vida", aplicando los valores del islam a lo cotidiano, con la práctica de la humildad, el respeto, la generosidad y la lealtad. No interpreta el Corán, lo hace más próximo y, a ojos de los jóvenes, menos rígido. Tampoco ofrece soluciones mágicas a los problemas, pero anima a confrontarlos a través de la fe con valentía. Pero la imagen liberal del telepredicador egipcio se atenúa en los temas de moral. El fondo de su discurso es más bien conservador. Jaled es un defensor del velo islámico. "Llevar el hiyab es una obligación del islam para salvaguardar la integridad de la mujer y la sociedad", señala. Jaled ha contribuido a extender el uso del velo en Egipto, sobre todo entre las clases pudientes, según algunas analistas. Nacido en 1967 en Alejandría, en el seno de una familia humilde, Jaled empezó a darse a conocer en los 90. Sus discursos, en círculos reducidos, calaron hondo en la alta burguesía cairota del barrio chic de Mohandesin, entre los que "tienen poder e influencia para cambiar las cosas", según dijo más de una vez. Todo iba bien hasta que Jaled saltó a la televisión nacional egipcia. Las autoridades religiosas del país, celosas de su popularidad, prohibieron en el 2001 sus emisiones. Jaled se fue a Londres y, de la mano de Iqraa, arrancó su meteórica carrera. REGRESO DEL EXILIO Ha sido recibido por varios líderes árabes, como el rey de Jordania, Abdalá II. También ha sido premiado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras lograr, con su campaña Di no a cinco narcóticos, que miles de musulmanes dejaran de fumar. Tras más de dos años de "autoexilio", vuelve a Egipto. Hay quien ve detrás de su retorno ambiciones políticas. Algunos le acusan de ser el caballo de Troya de los Hermanos Musulmanes o de los wahabís de Arabia Saudí, que propagan el islam más fanático. Otros le relacionan con el régimen egipcio. Pero Jaled dice ser apolítico, y que lo suyo es ayudar a través de la religión, si bien ha tenido alguna intervenciones de tipo político.

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