Gonzalo Castillo Cárdenas y la ética social cristiana en América Latina

Perteneció a una generación de pastores, pensadores y activistas eclesiales comprometidos con el cambio social que se experimentaba como una exigencia, particularmente en los años posteriores a la revolución cubana.

18 DE MAYO DE 2018 · 08:00

Castillo Cárdenas, el primero comenzando por la derecha, en Rockwall, Texas. ,
Castillo Cárdenas, el primero comenzando por la derecha, en Rockwall, Texas.

Es claro que una “Ética Social” de timbre protestante estuvo presente en todas las etapas de la vida pública de Orlando. Esto es, si entendemos por ética social la manera de ver los procesos sociales dentro de una perspectiva trascendente o preocupación última (ultimate concern, como diría Paul Tillich), y las implicaciones que se derivan para la conducta personal y social, incluyendo visiones de cambios necesarios en las relaciones sociales.1 G.C.-C.

Estas palabras que dedicó el teólogo presbiteriano colombiano Gonzalo Castillo Cárdenas (nacido en 1932), profesor emérito del Seminario Presbiteriano de Pittsburgh (adonde llegó en 1975), fallecido el pasado 6 de mayo en Dallas, Texas, en reconocimiento a su coterráneo Orlando Fals Borda (1925-2008), bien podrían aplicarse a él mismo, puesto que su trayectoria fue un ejemplo de congruencia, persistencia y búsqueda por abandonar las premisas cristianas tradicionales para entrar de lleno en una nueva praxis eclesial y social. Formado en los seminarios teológicos de Matanzas, Cuba, y Unión, de Nueva York, obtuvo el doctorado en la Universidad de Columbia (1984). Fue ministro ordenado por la Iglesia Presbiteriana de su país (1957). Colaboró de manera muy importante con el Comité de Cooperación Presbiteriana de América Latina (CCPAL), del que fue secretario ejecutivo, y en el movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL). Su obra más conocida (en inglés) es Liberation theology from below: life and thought of Manuel Quintín Lame (La teología de la liberación desde abajo: la vida y el pensamiento de Manuel Quintín Lame, 1987), aun cuando publicó diversos artículos y ensayos, especialmente en Cristianismo y Sociedad, la revista de ISAL. Asimismo, fue miembro del Comité para la defensa del indígena de Bogotá. Junto a Fals Borda y Augusto Libreros fundó la “Rosca de investigación y acción social”.

El obituario publicado por el Seminario de Pittsburgh subraya que los principales objetivos de su investigación “consistieron en explorar la ética de la teología de la liberación y los signos de renovación y creatividad en el cristianismo latinoamericano”, en “ayudar a clarificar la contribución y el desafío del cristianismo tercermundista” a la iglesia en Estados Unidos, y a definir “los problemas que enfrenta la iglesia por los desarrollos globales que están inextricablemente relacionados con los problemas de prosperidad y pobreza, seguridad, militarismo, subdesarrollo y liberación”.2 Además, la nota destaca que, en las aulas, Castillo-Cárdenas “buscó preparar ministros del evangelio críticos y compasivos” y creía que “una visión global, la sensibilidad a los débiles y la capacidad de escuchar la voz de los ‘pequeños’ son dones del Espíritu”, pero también que estas capacidades “se pueden nutrir y desarrollar a través de la información, el análisis y la interpretación de las relaciones humanas existentes entre grupos sociales y naciones”.3 Prueba de esta orientación fue su interés por el indigenismo en su país, acerca del cual publicó varios estudios, uno de ellos en un libro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).4

 

Gonzalo Castillo Cárdenas.

Como se puede apreciar, por sus años formativos y por su participación en los movimientos de avanzada eclesial protestante de la época, el énfasis más fuerte de su actividad recayó en la ética social, por lo cual plasmó todo lo aprendido en ese terreno cuando dirigió el CCPAL a partir de 1962 en sustitución del pastor cubano Rafael Cepeda Clemente. Su labor organizativa fue amplia, pues incluyó visitas a las iglesias presbiterianas, reformadas y valdenses de todo el continente. En su primer informe se refirió a la titánica tarea que le esperaba al reanudar los contactos de su antecesor, especialmente ante la cercanía de la conferencia continental sobre “La naturaleza de la Iglesia y su misión en Latinoamérica hoy”, que se llevaría a cabo del 1 al 8 de diciembre de 1963 y que sería un hito fundamental en una época en que las iglesias evangélicas latinoamericanas exploraron decididamente el lugar que debían ocupar en cada sociedad.5 Al evento asistieron, entre otras, personalidades como Lesslie Newbigin (director de Misión y Evangelización del CMI), John A. Mackay, Ralph W. Lloyd (presidente de la Alianza Presbiteriana Mundial) y Richard Shaull (ex misionero en Colombia y Brasil, profesor del Seminario de Princeton y pionero de la llamada “teología de la revolución”), además de militantes activos del movimiento ecuménico en ese momento como Mauricio López y Joaquín Beato, además de una amplia representación de las iglesias miembros del CCLA. En el volumen que reunió las ponencias y exposiciones, afirmó:

…es preciso notar, con acción de gracias, que las iglesias protestantes adultas (las más antiguas) ya están tomando conciencia y comenzando a responder al reto planteado por la situación latinoamericana, en lo que tiene que ver con la situación revolucionaria, con la necesidad de aculturación y con la unidad evangélica. […] La cuestión es si los cristianos en su conjunto, y en particular los líderes de las iglesias estarán dispuestos a darle a esta problemática la prioridad que ella exige, y más aún, si estarán dispuestos a hacer los ajustes y sacrificios, los cambios y reorientaciones, con la rapidez, la firmeza y el valor que la situación demanda.6

 

Portada del libro De la iglesia y la sociedad.

En ese sentido, Castillo-Cárdenas perteneció a una generación de pastores, pensadores y activistas eclesiales comprometidos con el cambio social que se experimentaba como una exigencia, particularmente en los años posteriores a la revolución cubana. Así, al lado del propio Fals Borda y otros colegas en su país, y de gente como Emilio Castro, José Míguez Bonino, Sergio Arce, Mortimer Arias, Rubem Alves y Julio de Santa Ana en el resto del continente, participó ampliamente en ISAL. Dos ejemplos de su reflexión socio-teológica son un par de artículos de 1964 y 1966, y el ensayo incluido en el volumen colectivo De la iglesia y la sociedad (1971), en el que colaboraron varios de sus colegas mencionados, además de autores europeos y estadunidenses como Christian Lalive d’Epinay, Theo Tschuy y Richard Shaull. En los primeros (“El cristianismo evangélico en América Latina” y “Los cristianos y la lucha por un nuevo orden social en América Latina”, respectivamente) muestra una clara evolución en la reflexión teológica que se daba en ese tiempo en las comunidades protestantes. Del análisis de la marca del catolicismo y la identidad evangélica, en el primer texto, evoluciona, en el segundo, hacia la necesidad de que las iglesias evangélicas comprendieran adecuadamente a los movimientos que luchaban por el cambio social sin dejar de notar las fuertes tensiones que se daban al interior de las comunidades ante la discusión de ese tema:

Existe tensión entre la preocupación, por una parte, de mantener la seguridad, el prestigio y la sobrevivencia de las instituciones religiosas (dogmas, “principios” y estructuras) que están amenazadas por un secularismo invasor y, por otro lado, la pretensión de los cristianos a una entera libertad frente a las instituciones, con el fin de participar de manera responsable en el proceso histórico, sea en el nivel social, político o económico. Se constata en el protestantismo un endurecimiento institucional que, en otro tiempo, era característico del catolicismo romano solamente. Las instituciones religiosas parecen dispuestas a castigar, excluir y condenar abiertamente a aquellos elementos que por razones de conciencia, toman posiciones que no concuerdan con los intereses religiosos o eclesiásticos en el plano de lo social, de lo económico o de lo político.7

En su ensayo de 1970 se centró en una descripción de varios acontecimientos recientes a fin de discutir la necesidad del concepto “liberación” como forma de respuesta a la situación latinoamericana y enumeró algunas pistas de acción desde la vida de fe:

La acción liberadora del cristiano incluye por tanto,

a. Una acción concientizadora, por la cual un grupo social se da cuenta, cada vez con mayor claridad, de las fuentes que generan la opresión, y es capaz de desenmascararlas.

b. El compromiso directo con la lucha de las clases populares para eliminar el sistema de opresión imperante, y

c. Una participación activa en la construcción de un orden social donde la paz sea posible. […]

Creemos que la praxis de esta acción liberadora abre la posibilidad al hombre de liberarse a sí mismo y a la vez de su determinación histórica particular. La paz socio-política no está desligada de la paz psicólogico-personal. El cristiano sabe sin embargo, que la paz total y definitiva es la creación de Dios.8

 

Manuel Quintín Lame.

Castillo-Cárdenas articuló creativamente el contenido dogmático reformado con las nuevas tendencias teológicas sobre las prácticas sociales que podrían experimentar las iglesias para hacer más visible su compromiso cristiano y humano. En su caso se cumplió muy bien lo expresado por Milton Mejía: “El concepto reformado de entender y vivir la vida se caracteriza por la participación comprometida en procesos educativos, sociales y religiosos donde los seres humanos y la sociedad estamos en permanente reforma o transformación. Esta concepción ha permitido que personas y grupos con formación reformada en todo el mundo se involucren en procesos de transformación social o propongan nuevos métodos de educación, de relaciones sociales y vivir la fe que cuestionan los reconocidos como oficiales para proponer alternativas en la forma de construir conocimiento y vivir las relaciones humanas y con la naturaleza”.9 Pues como bien agrega el propio Castillo-Cárdenas al referirse a Fals Borda: “El contenido específico de esta ética se puede deducir de sus cuestionamientos y decisiones críticas sobre la situación del país y la naturaleza de sus problemas de fondo, por un lado, y en su práctica personal y profesional, por el otro”.10

Con gratitud a Tania Tamez Grenda, por su apoyo hemerográfico.

 

Notas

1 G. Castillo-Cárdenas, “La influencia religiosa en la ética social de Orlando Fals Borda. Reflexiones sobre la práctica social del primer sociólogo colombiano”, en G. Castillo-Cárdenas e Isay Pérez Benavides, La influencia religiosa en la ética social de Orlando Fals Borda. Barranquilla, Corporación Universitaria Reformada, 2002, p. 20.

2 “Remembering the Rev. Dr. Gonzalo Castillo-Cárdenas”, en Pittsburgh Theological Seminary, www.pts.edu/Gonzalo_Castillo-Cardenas.

3 Ídem.

4 G. Castillo-Cárdenas, “The Indian struggle for freedom in Colombia”, en W. Dostal, ed., The situation of the Indian in South America. Ginebra, Consejo Mundial de Iglesias, 1972, pp. 76-104. Cf. Manuel Quintín Lame Champre, En defensa de mi raza. Introd. y notas de G. Castillo-Cárdenas. Bogotá, Comité de Defensa del Indio, 1971.

5 Cooperación Presbiteriana, boletín de la CCPPAL, año V, núm. 32, enero-febrero de 1963, pp. 1-8, https://archive.org/details/cooperacionpresb5321comi. Cf. L. Cervantes-O., “Dos sucesos de 1963” (I), en Magacín, de Protestante Digital, 12 de enero de 2014, http://protestantedigital.com/magacin/14182/Dos_sucesos_de_1963_I.

6 G. Castillo-Cárdenas, “El desafío de la América Latina a las iglesias evangélicas”, en La naturaleza de la Iglesia y su misión en Latinoamérica. Bogotá, Iqueima, 1963, p. 51.

7 G. Castillo Cárdenas, “Los cristianos y la lucha por un nuevo orden social en América Latina”, en Cristianismo y Sociedad, año IV, núm. 12, 1966, p. 89. Énfasis original. Había realizado un análisis similar en “Protestant Christianity in Latin America: an interpretation of today’s situation”, Student World, núm. 57, 1964.

8 G. Castillo-Cárdenas, “La liberación, el nuevo nombre de la paz”, en Varios, De la iglesia y la sociedad. Montevideo, Tierra Nueva, 1971, pp. 186-187.

9 M. Mejía “Palabras de presentación pública de la cátedra”, en La influencia religiosa en la ética social de Orlando Fals Borda, p. 8.

10 G. Castillo-Cárdenas, “La influencia religiosa…”, p. 20.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - Gonzalo Castillo Cárdenas y la ética social cristiana en América Latina