José Rabadán, pasado y presente del que fue ‘asesino de la catana’

Habla tras 17 años de silencio desde que siendo adolescente mató a sus padres y hermana: “Es mi deber mostrar que hay esperanza”. Él tiene su fe puesta en su realidad actual y en el Jesús del Evangelio que conoce.

El Mundo · MADRID · 21 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 21:00

José Rabadán, delante del templo evangélico Nueva Vida, en Santander. / El Mundo,José Rabadán, Nueva Vida
José Rabadán, delante del templo evangélico Nueva Vida, en Santander. / El Mundo

Es inevitable recordar que José Rabadán Pardo mató a sus padres y a su hermana cuando tenía 16 años. José, hoy con 33 años, es a todas luces una persona nueva, aunque no olvida que carga con su pasado.

Y no sólo no lo niega, sino que en un documental que se emite esta última semana de noviembre en televisión, abre su intimidad, los secretos que calló (“Yo fui un asesino: el crimen de la catana”, es el título del documental).

Cree que afrontar su pasado ante la vista pública es un deber. También su presente, respondiendo a la pregunta de si alguien que asesinó se ha rehabilitado... ¿Por qué mataste a los tuyos? «Imaginaba que acabar con la vida de mis padres con algún arma o de algún otro modo, pues... era posible», responde con crudeza a la cámara.

Le acusaron de haberlo hecho por imitar a un personaje de videojuego que era idéntico a él entonces: pelo largo, flacucho, guapo, mirada inocente, un guerrero invencible con la espada. Hoy es distinto físicamente. Lleva el pelo corto, físico robusto, de gimnasio.

 

TESTIMONIO DE UNA VIDA CAMBIADA

“Es buen mozo”, asegura su protector, Julio García Celorio, pastor evangélico responsable de la Iglesia Nueva Vida, un nombre que habla de su voación de ofrecer un nuevo horizonte a quienes caminan en la reinserción tras pasar por la prisión y a personas con problemas de exclusión social.

Él y su comunidad de fe han sido claves para su rehabilitación. «Lo está plenamente», señala con la convicción de los casi 15 años de estar junto a él.

Rabadán Pardo relata que su tiempo en prisión fue un ejercicio de introspección: “Hubo un momento en el que la realidad me visitó claramente, en el que fui consciente de lo que había pasado. En el que sentí la ausencia de mi familia y esa ausencia no se marchaba. Imaginaba continuamente sus rostros, imaginaba lo que había sucedido, escuchaba ruidos que se asemejaban a sollozos y llantos y gritos de agonía”.

Ese tormento interior lo describe así Rabadán en sus propias palabras, por vez primera, en el documental.

Hoy es bróker, agente de bolsa. En el tiempo en que no se supo nada de él fue peón de construcción, llegó a ascender hasta oficial. Le acogió Jesús Jiménez, un expresidiario y hoy pastor evangélico, que tuvo una empresa dedicada a la edificación.

Para Rabadán es «su padre». Y los hijos de Jesús sus hermanos adoptivos. Fueron Jesús y Julio quienes le llevaron de Murcia a Santander.

Dejó la obra y quiso convertirse en vendedor de coches. «Es una locura, van a pintar tu sobrenombre en la fachada», le dijo Julio, quien le ha aconsejado siempre. También es un apasionado del conocimiento de la Biblia: “José es un miembro activo de nuestra comunidad. Y suele dar testimonio de su caso para ayudar a otros”.

En la Iglesia Nueva Vida, no sólo fue acogido, controlado, educado... También allí conoció a su mujer, Tania -rostro dulce, alta, dependienta en tiendas de moda- con la que tiene una hija, su pequeña. Con ellas ha alcanzado la estabilidad.

 

¿POR QUÉ VOLVER?

Vive una existencia rutinaria que sabe que se romperá cuando se estrene el documental. “Un día en mi vida es levantarme por la mañana, despertarme con mi hija y junto a mi mujer, desayunar juntos... Voy a casa de amigos y familiares... una vida normal”, así describe Rabadán sus días.

“Tiene una vida buena. Yo le recomendé que no se expusiera. Pero él quería hacerlo. Quiere”, explica el pastor Julio. Reitera que cree firmemente en su recuperación.

¿Cuál es su razón entonces para entrar en el "ojo del huracán" mediático? ¿Por qué rompe su silencio, más de media vida después del crimen? “Soy consciente de que hay mucha gente que me va a seguir considerando un monstruo, lo hago por esa gente que sí que va a ver que ha habido un cambio en mí. Mi intención es aportar un granito de arena hacia la restauración, parte de la reinserción trata de eso, mostrar que hay esperanza”. Lo dice Rabadán con voz calma. Para quienes le crean, o no. Él tiene su fe puesta en su realidad actual y en el Jesús del Evangelio que conoce.

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