Diálogo sobre futuro del País Vasco: ‘Verdad, perdón y suelo ético común’

Un senador del PNV, un catedrático de sociología de la UPV, el director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao y el vicepresidente de la Alianza Evangélica Española, propusieron sus “Vías de reconciliación en el País Vasco”.

Joel Forster

BILBAO · 23 DE FEBRERO DE 2017 · 11:48

Los conferenciantes, durante la mesa redonda de Idea2017, en el salón de actos Arrupe Etxea, de Bilbao. / Joel Forster,
Los conferenciantes, durante la mesa redonda de Idea2017, en el salón de actos Arrupe Etxea, de Bilbao. / Joel Forster

Unas 120 personas se acercaron el viernes 17 de febrero al salón de actos de Arrupe Etxea, en Bilbao, para escuchar propuestas sobre cómo cerrar las heridas abiertas en la sociedad vasca. La mesa redonda abrió Idea 2017, el encuentro anual de formación de la Alianza Evangélica Española.

Bajo el tema central del encuentro, “Reconciliación”, la primera noche tuvo como objetivo dialogar abiertamente con representantes de la sociedad sobre las “Vías para la reconciliación en Euskadi”.

Expusieron sus puntos de vista Jokin Bildarratz, senador por designación del Parlamento Vasco por el Partido Nacionalista Vasco (PNV); Carlos García de Andoin, Director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao y miembro de Cristianos Socialistas; Víctor Urrutia, Catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV); y X. Manuel Suárez, vicepresidente de la Alianza Evangélica Española (AEE) y presidente del Grupo de Trabajo de Participación Pública.

Moderó la conversación Jaume Llenas, secretario general de la AEE.

Los 4 exponentes tuvieron unos 20 minutos para exponer sus planteamientos, respondieron después a las ideas de sus compañeros y, finalmente, a las preguntas del público.

 

SUÁREZ: EL EVANGELIO, TRASLADADO AL CONFLICTO SOCIAL

Abrió la conversación X. Manuel Suárez. “Mi voz intenta representar a los evangélicos”, dijo al iniciar su presentación, y explicó que su texto había sido compartido y revisado previamente por pastores evangélicos del País Vasco.

“Somos protestantes y amamos a Euskadi”, dijo, un grupo de fe que ha “sufrido en carne propia los efectos de la violencia; por tanto, no hablamos desde arriba, sino desde abajo”. También, los evangélicos “somos conscientes de que en Euskadi están en curso varias iniciativas y foros que trabajan con excelencia y entrega por el restañamiento de heridas”.

 

Jokin Bildarratz, X. Manuel Suárez, y Carlos García de Andoin. / J. Forster

La cosmovisión cristiana que surge de la Biblia marca profundamente el acercamiento evangélico a cualquier conflicto, explicó Suárez. “Dios, cuando yo era aún hostil a Él, se acercó a mí, por propia iniciativa, sin esperar contrapartida, por gracia (…) entró en mi casa, se sentó conmigo, me perdonó y se reconcilió conmigo”. Esta realidad personal determina la forma en la que “muchos [cristianos] han trasladado este relato a las situaciones de conflicto social”.

Aunque “no es realista pensar que toda la población vasca asumirá los valores bíblicos”, sí se debe explicar que son “valores socialmente útiles” para formar un “sustrato ético compartido”. Es por esto, dijo Suárez, que las comunidades de fe deberían participar activamente en el proceso de reconciliación en el País Vasco.

En varios momentos, el vicepresidente de la AEE aludió al proceso de reconciliación que hubo en Sudáfrica, en el que hubo “justicia no retributiva, sino restauradora, pero que exigía un previo reconocimiento de la verdad”.

Hablando de su experiencia personal, mencionó que su profesión como médico le ha permitido tratar con personas tanto del entorno de ETA como de quienes sufrieron su violencia. El reconocimiento humano de las personas del bando opuesto, es clave: “Con frecuencia se identifica al otro, al del otro lado, como alguien que no comparte nuestras características de humanidad… Y aquí tenemos un problema, porque en ese caso no sería razonable pedirle a alguien así que asuma responsabilidad ni culpa, ni hay lugar para la restauración”.

“Este reconocimiento del otro es imprescindible porque Euskadi no se construye sólo con los míos, sino también con los otros, con todos”, dijo.

 

“EL CORAJE DE TOMAR LA INICIATIVA EN LA RECONCILIACIÓN”

Es el “concepto bíblico de Gracia”, enfatizó Suárez, el que modela “el coraje para tomar la iniciativa de reconciliación antes de que la otra parte dé pasos, sin exigencia previa de contrapartida”.

La Gracia pide ir aún más allá: “No veo forma de avanzar en la reconciliación sin un proceso de perdón; Euskadi, como país, lo necesita; como dice Desmond Tutu, sin perdón no hay futuro”.

Tras citar a varios autores para explicar las fases y las dificultades del perdón, el representante evangélico llamó a estar dispuesto a pagar el precio de un proceso difícil. “Los que ocupáis cargos de responsabilidad política, debéis saber que el conflicto da réditos políticos a los que lo alimentan, y la reconciliación con frecuencia hace pagar un precio político a los que la construyen.”

El papel principal, sin embargo, es el de la sociedad civil, porque “el proceso de reconciliación no recae sólo en las víctimas y en los agresores”. En su conjunto, “el pueblo vasco tiene que tomar su decisión, liberarse de la servidumbre del odio y el resentimiento y asumir la libertad para dialogar y restaurar”. Es responsabilidad de aquellos que han vivido de cerca la violencia el “no transmitir el desencuentro y el rencor a la próxima generación”.

Suárez terminó su intervención expresando su “deseo para Euskadi”, resumido en el Salmo 85:10: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”.

Puede leer la intervención completa de X. Manuel Suárez aquí.

 

BILDARRATZ: GENEROSIDAD EN LUGAR DE CRISPACIÓN

En su turno, Jokin Bildarratz, destacó la necesidad de acercarse a la resolución del conflicto con “humildad”, porque la situación en el País Vasco en los últimos años “tiene muchas esquinas”.

El senador del PNV dijo que, en lugar de usar el concepto de ‘reconciliación’, “prefiero hablar de ‘convivencia’”. “Definimos la convivencia como el impulso de una cultura de la aceptación mutua, de aceptación del diferente”, dijo. En otras palabras, “aceptar la dignidad humana como un principio superior”.

En su intervención, Bildarratz mencionó varias veces el atentado en el que murieron dos obreros de Elektra, del que se cumplen 16 años. Explicó que había visitado a familiares de una de las víctimas el día anterior, y mencionó su deseo de que los homenajes a las víctimas de ETA fueran tan visibles como lo son a menudo los que se dan a expresos de la banda terrorista.

 

El público participó con preguntas. / J. Forster

El desencuentro a menudo se da en cómo se explica el conflicto en bandos opuestos, argumentó. “Los relatos (no hay un relato único) son muy complejos, muy difíciles, y nos exigen mucha generosidad del otro”, dijo. “Creo que no va a ser suficiente una generación, vamos a tener que entender los problemas del otro para dar y ofrecer esa generosidad”.

Reconoció que la “crispación” sigue estando presente en la sociedad vasca, por lo que dos objetivos centrales deberían ser “reconocer, aliviar y reparar en lo posible el daño producido a todas las víctimas”, y “remendar los desgarros producidos en el tejido social, entre amigos, familias, entre diferentes, que todavía sufrimos”.

 

“AHONDAR EN EL DOLOR DE LAS VÍCTIMAS”

Los políticos, reconoció, “tenemos que ahondar en el dolor que han sufrido las víctimas, y debemos ser capaces de ir a lo que estas personas sienten, para poder entender lo que sufren. Debemos poder buscar soluciones que no sean dolorosas para ellas, válidas para ellas, pero también para el resto de la sociedad”.

Tanto el pasado (“¿qué ocurrió?”), como el presente (“la prioridad de la convivencia”) y el futuro (“¿qué debemos hacer para que esto no vuelva a ocurrir?”) deben estar presentes en las conversaciones.

Una vez superada la fase de violencia, es necesaria “una valoración ética de lo ocurrido”, y un “reconocimiento reparador a las víctimas”. En este punto, hay que “superar lenguajes y actitudes y articular acciones para consolidar una convivencia integrada”.

El papel de la sociedad civil también es importante para Bildarratz, que enfatizó la importancia del voluntariado, que puede crear “espacios de diálogo, de encuentro, de formación (…) no entre iguales, sino entre diferentes”. De esta forma será posible educar a jóvenes que “tengan claros los Derechos Humanos”.

Bildarratz hizo referencia también al papel de las confesiones de fe. El representante del PNV alabó el trabajo coordinado de diferentes religiones en situaciones de conflicto. “Euskadi puede ser un ejemplo: diferentes religiones, trabajando por una convivencia en ámbito individual, pero también en ámbito religioso y de convicciones”.

 

GARCÍA DE ANDOIN: RECONCILIACIÓN PERMITE HABLAR DE CULPA Y PERDÓN

El tercero en intervenir fue Carlos García de Andoin, Director del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral, que sí se mostró favorable a usar la palabra ‘reconciliación’. “No comparto la postura de quienes desestiman la palabra, poniendo en su lugar ‘conciliación’ o ‘convivencia’, porque la consideran demasiado religiosa para definir procesos civiles y políticos”.

Reconciliación, según García de Andoin, “incluye el respeto y la convivencia, pero también el encuentro, que permite el reconocimiento de la persona y su dignidad en el rostro del otro”. El concepto “abre al ser humano a la responsabilidad y a la culpa, que es de la persona, de nadie más, intransferible (…) Remite al perdón, el perdón pedido y también el ofrecido, desde la libertad y el regalo; hace referencia a la posibilidad de cambio”.

García de Andoin, que tuvo que llevar escolta durante 8 años, explicó que el final de la violencia le liberó para dejar de hablar del “monotema”. “Se acabaron gestos y manifestaciones, se acabaron los artículos y posicionamientos públicos. Se acabó el dolor, el miedo, el conflicto permanente, también los silencios extraños. Sobre todo, los desgastes a cuenta de todo ello, con amigos, con mi familia y con mi Iglesia (la católica romana)”.

Los procesos de cerrar heridas, claro está, continuarán, pero, según él, no deben tener tinte “mesiánico”, ya que un “concepto demasiado ideal sobre las exigencias derivadas de la reconciliación, puede acabar por convertirse en un obstáculo”.

 

VERDAD Y VALOR

Según el representante católico, la reconciliación “no debe hacerse desde el olvido, sino desde la memoria”, es decir, “con verdad”. “La reconciliación no se dará sobre la vindicación, ni la ley del Talión; pero tampoco sobre el olvido, quitando hierro a lo que verdaderamente ocurrió. Convivencia hay, y habrá más. Lo que está en juego es la calidad de las bases sobre las que se asienta la convivencia”.

En los años de mayor confrontación en el País Vasco, hubo a menudo “muchos actores equidistantes que bajo la tesis de una salida negociada, alimentaron la continuidad y el sentido de la violencia”. Pero los que realmente hicieron su labor, opinó Andoin, fueron “los profetas -que vieron y denunciaron, con la palabra y el silencio-, los testigos -que arriesgaron por la libertad de todos- y las víctimas -que alzaron su voz”.

La reconciliación es un proceso que “necesita tiempo, fundamentalmente”, dijo en su conclusión el teólogo y doctor en política. Sin embargo, al tiempo hay que añadir actuaciones prácticas como “sacar a la luz realidades aún ocultas, resolver la situación de las personas presas y expresas de ETA, hacer vigilancia extrema sobre rebrotes de violencia callejera”.

Además, “merece la pena el esfuerzo en alcanzar un suelo ético en el marco del cual pueda expresarse la confrontación y la lucha política, que no desaparecerán por mucha reconciliación que haya”.

 

Víctor Urrutia, Jokin Bildarratz, X. Manuel Suárez, y Carlos García de Andoin.  / J. Forster

¿Cuál es el papel de la fe cristiana? Según de Andoin, esta se puede ver en “la centralidad de las víctimas, donde está presente el mismo Señor crucificado; el valor antropológico del perdón, que no es rendición; la visión del adversario ideológico, incluso el más extremo, como hermano, como persona, también hija de Dios; y por último, que la fe es capaz de construir espacios de encuentro de personas con diferentes opciones ideológicas”.

“La fe tiene un enorme potencial de transversalidad, habiendo cristianos, como hay, en todas las opciones políticas, también en el mundo de ETA”, concluyó.

 

URRUTIA: DEL SILENCIO ASFIXIANTE A LA PALABRA

Víctor Urrutia habló en último lugar, explicando que “aceptaba el reto” de la invitación a la mesa redonda porque ayudaba a “ordenar las ideas”.

Al igual que los otros tres participantes, valoró el concepto de ‘reconciliación’ que presidía el acto, y dijo preferir “concordia o convivencia”.

No por ello dejaba de lado la necesidad de una “sensibilidad evangélica, una sentido especial del samaritano, o de poner la otra mejilla, de generosidad”.

Citando a Idoia Estornés, el catedrático de sociología se preguntó: “¿Cómo nos ha podido ocurrir esto?”. Se mostraba de acuerdo con la historiadora, en que “el gran silencio durante 50 años es lo que ha generado una gran ruptura en la ciudadanía vasca”.

La necesidad, en este punto, es “caminar del silencio al clamor de la palabra”, romper “la pesada atmósfera de silencia y usar la palabra”.

Tras citar dos poesías, explicó que el “reto” es “recordar sin odios, mostrar cercanía a las personas que sufrieron el terrorismo y transmitir a nuestros hijos que la democracia y la libertad no salen gratis”.

De acuerdo con otros participantes, dijo que los vascos “hemos tenido incapacidad por imaginar el dolor del otro”.

Urrutia, que tuvo que llevar escolta durante 11 años por las amenazas del terrorismo, explicó el sufrimiento personal durante el conflicto, que ha hecho posible “tener amigos íntimos que han sido militantes de ETA. Tengo la suerte de poder contrastar con personas que piensan de formas muy diferentes”.

De forma enfática, expresó que “el terror de ETA no fue inevitable, no existía razón para matar a ciudadanos, no había necesidad ética o religiosa”.

 

LA NECESIDAD DE UN LENGUAJE QUE REFLEJE “VERDAD”

El hecho que la banda terrorista “cosificara” a las personas que consideraba enemigas, fue una “perversión”, especialmente porque contó con un apoyo social importante, dijo Urrutia: “unos justificando la violencia, otros con su silencio”.

Todo ello llevó, según el sociólogo, a que aspectos centrales de la cultura vasca como su lengua o asociacionismo, quedaran a menudo “contaminados” por el odio.

La resolución del pasado pasa por la “importancia de las palabras”, dijo Urrutia. “Habría que hacer aclaración hermenéutica de las palabras”, “cuidar de las palabras que usamos” para evitar caer en “trampas lingüísticas” o “hechos alternativos”.

 

Momentos de conversación antes del inicio del encuentro. / J. Forster

“Hay que dialogar y dialogar, abrir el debate a la sociedad, con actitud crítica y autocrítica. Romper el silencio”, opinó. “Hay que reactivar la memoria, confrontar los relatos. Hay que llegar a un relato mínimo” y hacer “una democracia militante” que incluya una educación muy responsable de los jóvenes en las escuelas y universidades.

Urrutia terminó enfatizando que “la verdad no se consensua, no es una suma de verdades parciales”.

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