“La iglesia ha descuidado la misión en la vida diaria”

Preparar al creyente para vivir su fe el mundo laboral es un reto urgente, opina Joaquín Hernández, uno de los organizadores del encuentro anual de los Grupos Bíblicos Graduados (Valencia, 2-4 de diciembre).

Daniel Hofkamp

BARCELONA · 02 DE NOVIEMBRE DE 2016 · 19:36

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Aunque pasamos 30 o 40 horas semanales en el trabajo y tal vez sólo 3 o 4 en el templo, muchos de los esfuerzos de formación y preparación en la iglesia van dirigidos a la actividad ministerial o eclesial. Así lo muestran varias estadísticas y ese desequilibrio, opina Joaquín Hernández, es un problema.

“Lo más preocupante es que en el área en donde la gente tiene a la vez más desafíos y oportunidades para la misión menos se les está apoyando y formando”, opina nuestro entrevistado, uno de los coordinadores del próximo encuentro nacional de GBG -los Grupos Bíblicos Graduados, una de las “cuatro ramas” de los GBU que funcionan en nuestro país- que se celebrará en Cullera (Valencia) del 2 al 4 de diciembre.

Bajo el tema general “El libro que dio forma al mundo” y con la visita del escritor y conferenciante Vishal Mangalwadi, el encuentro también tendrá espacios para la formación en talleres. Joaquín Hernández, coordinador nacional de GBG, tendrá a su cargo el tema “Preparando a la iglesia para el mundo del trabajo”.

 

P. GBG celebra su encuentro este próximo mes de diciembre, con el tema general "El libro que dio forma al mundo". ¿Podrías introducirnos el tema, y por qué lo habéis escogido?

 

Joaquín Hernández.

R. El tema de este año, “El libro que dio forma al mundo”, lo que busca es presentar la influencia que la Biblia ha tenido en mucho de lo que hoy vemos y damos como normal en el mundo occidental. 

Para desarrollar este tema contaremos con Vishal Mangalwadi un intelectual y activista social indio. La tesis de trabajo de Vishal es la siguiente: él como oriental se pregunta, ¿Por qué occidente (aún con todas sus miserias) es más avanzado, más justo y más desarrollado que el resto del mundo? Y la conclusión a la que llega es que la Biblia es la clave para entender el mundo occidental. Por poner solo un par de ejemplos: los grandes avances de las ciencias modernas se producen gracias a la influencia de la enseñanza bíblica de que el universo ha sido creado por Dios, que tiene un orden y que él hombre es responsable de cuidarlo y cultivarlo. Esto llevó a que se empezase a estudiar y a investigar. Los avances en el reconocimiento de los derechos humanos se empiezan a desarrollar bajo la cosmovisión de que todos somos igualmente dignos, en cuanto a que todos somos hechos a imagen y semejanza de Dios y al ver la prioridad que Dios muestra por los más desfavorecidos a lo largo de toda la Biblia: los huérfanos, las viudas y los extranjeros. O, un último caso, el desarrollo de la medicina que solo se entiende bajo el principio bíblico de amarás a tu prójimo como a ti mismo. 

La elección de este tema responde a dos motivos:

El primero, es el seguir retando a los cristianos a ver cómo Dios nos puede usar hoy para producir cambios en nuestra sociedad y seguir llevando el mensaje de reconciliación y esperanza, al igual que lo hizo en el pasado con personas como Isaac Newton, William Wilberforce o Elizabeth Fry.

 

Vishal Mangalwadi tendrá a su cargo las conferencias del encuentro.

Y el segundo motivo es como anticipo de la celebración del V centenario de la Reforma Protestante que se celebrará a lo largo de todo el 2017. Desde GBG y junto a otros, iremos desarrollando toda una serie de iniciativas encaminadas a poner de manifiesto los logros que supuso para la humanidad.

 

P. Cuando hablamos de GBG, ¿a qué nos referimos exactamente? 

R. GBG básicamente lo que busca es animar a ver el lugar de trabajo como lugar de misión, a entender que ahí nos ha puesto el Señor para ser sal y luz y que nos preguntemos ¿Qué impacto tendrá mi fe en la oficina, en el hospital, en el colegio o en la fábrica en la que trabajo? 

GBG es una de las cuatro ramas de trabajo de los Grupos Bíblicos Unidos (GBU), más conocidos por su trabajo con estudiantes universitarios. A finales de los 70, GBU se empieza a plantear cómo seguir apoyando a los estudiantes que empezaban su vida laboral. Con el tiempo, la visión de estos graduados los llevaría a crear los llamados grupos profesionales: cristianos de una misma rama laboral que se unen para apoyarse mutuamente e impulsar ideas encaminadas al testimonio en el lugar de trabajo. Actualmente, contamos con 7 grupos profesionales que tienen sus propias dinámicas, proyectos y encuentros anuales. Además, se han ido añadiendo nuevas líneas de trabajo como el desarrollo de publicaciones: la serie de libros Excelencia y trabajo y monográficos como El gran abismo  o la Hoja de ruta del jubileo, encuentros nacionales como GBG 2016 o el Fórum Apologética (coorganizado junto a la Alianza Evangélica y Fundación RZ) y el portal porfineslunes.org que pone multitud de recursos a disposición de la iglesia

 

P. Tu taller específicamente tratará sobre cómo “preparar a la iglesia para el mundo del trabajo”. ¿Es posible que la iglesia no haya prestado suficiente atención a los desafíos que se nos presentan en el mundo laboral?

 

Cartel del evento.

R. La realidad es que como iglesia hemos descuidado esta área. En España no disponemos de muchas estadísticas o estudios realizados al respecto, pero si nos quedamos con el trabajo que el London Institute for Contemporary Christianity (LICC) llevó a cabo en el Reino Unido en el año 2009, nos sorprenderá una de las conclusiones a las que llegaron: “El 98% de los cristianos ni tienen visión, ni están preparados para la misión en el 95% de su vida activa”.

Podemos decir que para la iglesia existen cuatro campos de misión

1.- La misión dentro del edificio de la iglesia: que se desarrolla principalmente durante el fin de semana y en algunos momentos puntuales entre semana: cultos del domingo, reuniones de señoras, grupos de jóvenes, escuela dominical, etc.

2.- La misión en torno al lugar donde se encuentra el edificio de la iglesia: el barrio, el pueblo, la ciudad, etc., donde nos reunimos como comunidad y que incluye iniciativas que involucran a toda o a buena parte de la membresía, como por ejemplo: actividades evangelísticas o el desarrollo de ayuda y obra social, etc.

3.- La misión por todo el mundo: Aquí incluiríamos: el apoyo a misioneros que la iglesia ha enviado a otros países, el apoyo económico y en oración a otras iniciativas misioneras internacionales. 

A estos tres campos de misión se dedican buena parte de los recursos de la iglesia. Tienen en común que se desarrollan cuando la congregación está reunida y sin duda, podemos afirmar que el Señor ha usado grandemente estos tres ámbitos para la extensión de su reino.

Ahora bien, hay un cuarto campo de misión que se ha descuidado más y que lo podríamos denominar como “la misión en la vida diaria”. Aquí podríamos incluir todas las áreas en donde pasamos nuestro tiempo de lunes a viernes: el trabajo, los estudios, el cuidado de la familia, el gimnasio, las compras, etc. El mundo laboral tiene una especial importancia por varias razones: es donde muchos pasamos más tiempo y donde invertimos más energía; es donde se desarrollan ideas y se toman decisiones que acaban afectando a la sociedad; es donde más relaciones creamos con personas no cristianas (conocemos a más personas vinculadas a nuestro trabajo, que a vecinos de nuestro edificio, calle o ciudad en la que vivimos) y por último, es donde nuestra fe se verá desafiada con mayor frecuencia.

A diferencia de los tres anteriores, este ámbito se desarrolla no cuando la congregación está reunida, sino cuando está dispersa geográficamente.  

Es decir, la iglesia en muchos momentos,  enfatiza más el apoyar y formar a sus miembros para lo que hacen dentro o alrededor del edificio de esta y no tanto para los desafíos que enfrentan en el trabajo. Por tanto, lo más preocupante es que en el área en donde la gente tiene a la vez más desafíos y oportunidades para la misión menos se les está apoyando y formando. 

Lo que perseguimos con este taller no es otra cosa que animar a la iglesia a que también desarrolle la misión en la vida diaria. Que se aproveche todo el potencial misionero de sus miembros. Que encomienden, que envíen a toda su gente a ser misioneros donde están de lunes a viernes, que para muchos será su lugar de trabajo.

 

P. ¿Crees que en la iglesia todavía tenemos la mentalidad de separar el “domingo” como un día “para el Señor” del resto de la semana “secular”? Si es así, ¿cuáles son las consecuencias?

R. Sí, de hecho, creo que cometemos dos errores que acaban afectando tanto a nuestra mente como a nuestra conducta. El primer error es teológico: pensamos que Dios está interesado únicamente en algunas áreas de nuestras vidas o días de la semana y no en todo lo que somos y hacemos, lo que denominamos como separación entre lo que es sagrado y lo que es secular.  Olvidamos, lo que el apóstol Pablo escribió a la iglesia en Colosas:  “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de él a Dios el Padre (...) Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col. 3: 17 y 23)

La pregunta que nos debemos hacer es ¿Qué puede quedar fuera de ese todo

El segundo error que cometemos es metodológico: en lugar de “ir y hacer discípulos”, actuamos más como “asistentes a reuniones”, obviando que estamos llamados a “ir a todas las naciones”, lo que incluye todas las esferas de la sociedad.

Las consecuencias de estos dos errores las vemos en tres temas centrales para la iglesia y que afectan a su papel de hacer discípulos:

1.- Lo que entendemos por vocación: Hemos perdido de vista que antes de ser llamados a hacer algo, somos llamados a alguien, a Cristo, a aceptar la voluntad del Padre para nuestras vidas. Hemos creado nuestras propias jerarquías de vocaciones según su grado de santidad, cuando lo que observamos a lo largo de la Biblia es que Dios ha usado a hombres y mujeres para su gloria desde ámbitos y profesiones muy diferentes, que en muchos casos hoy nos parecerían muy poco “espirituales”: a Abraham como pastor nómada; a Rut como obrera en una granja; o a José y Daniel siendo altos cargos en Egipto y Babilonia respectivamente. Como escribe Tim Keller, el pastor y escritor de Manhattan en su libro Every Good Endeavour: “Sorprende el orden consecutivo en que aparecen los libros de Esdras, Nehemías y Ester y ver cómo Dios usa a cada uno de ellos a través de profesiones y ambientes diferentes: Esdras (un sacerdote, que trabaja en el ámbito religioso), Nehemías (un planificador o desarrollador de ciudades, que trabaja en el ámbito civil) y Esther (una reina, que trabaja en el ámbito público)”.

2.- Nuestra forma de hablar: Por ejemplo, en ocasiones oímos: “Yo trabajo a tiempo completo para el Señor”. Normalmente quien lo dice es alguien que recibe su salario o sostenimiento de una iglesia o de una organización cristiana, pero ¿Es que el resto de personas no trabajan a tiempo completo para el Señor? ¿Acaso alguno de nosotros hemos sido llamados a ser discípulos a media jornada?

3.-  Nuestros principales y más frecuentes motivos de oración: Como comunidad, ¿Oramos para que el Señor use a las personas en su lugar de trabajo, que las guarde de tentaciones y para que sean capaces de soportar las presiones y mantenerse firmes en su fe? O más bien, ¿Oramos principalmente por motivos que tienen que ver con cosas que se desarrollan y afectan al “ámbito cristiano”? 

Oramos por quien ha decidido empezar a estudiar en un seminario bíblico, pero ¿Oramos también por quien está estudiando genética bajo la dirección de un profesor ateo? 

¿Oramos por nuestros jefes y las personas que están en posición de poder en nuestra sociedad?

Mark Greene, el autor del librito El gran abismo, comparte la experiencia de una profesora. Ella dice con tristeza: “En mi iglesia, oran por mí cada domingo por el trabajo que hago en la escuela dominical, pero nadie ora por las 40 horas semanales que paso en un colegio público, con más de 25 niños en clase y donde soy la única cristiana”.

El problema no es que se ore por su trabajo en la escuela dominical ¡ni mucho menos!, el problema es que no se ore también por su trabajo de lunes a viernes.

Pero lejos de caer en el pesimismo o la crítica, debemos ilusionarnos y vernos como lo que realmente somos: embajadores de Cristo, que allá donde vamos, vamos representando a Cristo y llevamos el mensaje de esperanza y de reconciliación. Hay que estar expectantes con todo lo que el Señor puede hacer a través de cada uno de nosotros no solo el fin de semana o durante nuestro tiempo libre, sino en todo lo que hacemos y donde sea que estemos cada día.

 

P. En el encuentro GBG se reúnen varios grupos profesionales. ¿Qué crees que le aporta a un profesional vincularse con estos grupos?

R. Podríamos destacar tres cosas:

1.- Formación: Los grupos profesionales ofrecen un marco único para aprender a integrar la fe con la práctica profesional. Estas dos áreas no deben ir nunca separadas, sino que como discípulos de Jesús, estamos llamados tanto a trabajar como a pensar cristianamente sobre la profesión. Qué importante es no olvidar las palabras del Señor a Josué: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito” (Jos. 1:8)

2.- Apoyo y oración: Casi de forma diaria, nuestra fe se verá puesta a prueba en nuestros trabajos: dilemas éticos; decisiones que se mueven entre lo correcto y lo incorrecto o, lo justo e injusto; presiones y tentaciones son cosas habituales en la vida de cualquier profesional. La forma en que respondemos a estas situaciones puede ser una oportunidad para que los que nos rodean se hagan preguntas y que nos pregunten por qué actuamos de forma diferente al resto. Cada día tendrán la oportunidad de ver en qué consiste eso de ser cristiano y qué implica seguir a Cristo.

¿Qué mejor que contar con el acompañamiento y el consejo de personas que están pasando por lo mismo que nosotros o que han enfrentado situaciones similares y de las cuales podemos aprender a aplicarlas a nuestro caso? 

Para el profeta Daniel, ¡Qué útil resultó contar con el apoyo de sus amigos en momentos de presión!: “Entonces Daniel fue a su casa e informó el asunto a sus amigos Ananías, Misael y Azarías, para que pidieran misericordia del Dios del cielo acerca de este misterio, a fin de que no perecieran Daniel y sus amigos con el resto de los sabios de Babilonia”. (Dn. 2: 17 y 18)

3.- Red de contactos y desarrollo de proyectos en común: Por último, integrarse dentro de un grupo supone el desarrollar relaciones más profundas y el poder llevar a cabo iniciativas que de forma aislada no podríamos.

Todo esto repercutirá en nuestras vidas a diferentes niveles: desde la forma en la que trabajamos hasta el impacto que puede producir en los que nos rodean, o cambios a mejor en nuestros entornos o en la sociedad y como no, el beneficio de revertir todo lo recibido en nuestras propias iglesias locales.

 

Más información sobre el encuentro GBG aquí.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ESPAÑA - “La iglesia ha descuidado la misión en la vida diaria”