Gitanos españoles cualificados dicen ‘no’ a los estereotipos

Los colectivos gitanos ven “con preocupación, hastío e impotencia” los realities televisivos que engañan con documentales que dan una falsa imagen de la sociedad gitana en España.

XLSemanal · MADRID · 23 DE AGOSTO DE 2016 · 18:00

Sarai Piqueras, evangélica gitana y enfermera / XLSemanal, Juanjo Martínez,Sarai Piqueras, evangélica gitana
Sarai Piqueras, evangélica gitana y enfermera / XLSemanal, Juanjo Martínez

En España viven 750.000 gitanos, el 40 por ciento en Andalucía. Y en contra de lo que muestran los ‘realities’, cada vez más son abogados, químicos, ingenieros, maestros, enfermeros, informáticos…

El magacín XLSemanal, de amplia difusión ya que acompaña a varios diarios nacionales de gran tirada, ha publicado ”Una radiografía de cómo ha evolucionado en realidad este pueblo. Derribando tópicos”, con Carlos Manuel Sánchez como redactor y con fotografías de Juanjo Martínez.

Han tenido el acierto de incluir a una joven evangélica gitana que estudia enfermería en Cuenca.

El último informe Foessa calcula en unas 750.000 personas la población gitana que vive en España. Una población, además, muy joven, con una media de edad inferior a los 16 años. Y una tasa de natalidad más alta que la del conjunto de la población, aunque la diferencia se está reduciendo.

El 40 por ciento reside en Andalucía. Otras comunidades con fuerte implantación son Cataluña, Valencia, Madrid, Castilla-La Mancha y Murcia. También han llegado romaníes de Bulgaria y Rumanía, sobre todo desde 2002, cuando se eliminó el visado, y 2007, cuando estos países se adhirieron a la Unión Europea. Están menos integrados que los españoles.

 

TESTIMONIOS

En su reportaje XLSemanal incluye el testimonio de varios gitanos como Antonio Campos, actor y productor teatral, Antonio Amador, abogado; Lydia Vargas, que estudió magisterio; Juan José Santiago que se prepara para ser Guardia civil; y Sarai Piqueras, evangélica y enfermera en ciernes.

Sarai Piqueras, con 21 años. estudia enfermería en Cuenca. Es hija de un pastor evangélico que “antes que religión nos enseña valores”.

«Vivo con mis padres. Mi padre no es gitano, mi madre sí. Mi hermano ha terminado Ingeniería. Saqué matrícula de honor en el bachillerato, quería estudiar Medicina, pero me quedé a las puertas porque me bajó la nota en selectividad. Ahora me gusta la enfermería y no quiero cambiarme a pesar de que me convalidan muchas asignaturas. Lo que más me gusta es el quirófano y psiquiatría, donde atiendes a mucha gente joven con drogodependencias. Me implico. Tengo novio, payo. Si nos casamos, será una ceremonia muy sencilla».

 

LOS NUEVOS RETOS

La primera piedra de toque es la educación. «Hace 30 años podía ser difícil que los niños gitanos fuesen a la escuela», explican desde la Fundación Secretariado Gitano (FSG). «Hoy, casi la totalidad están escolarizados. Y cada vez más jóvenes continúan estudiando, y ahora son abogados, maestros, ingenieros, informáticos, médicos, enfermeros… Pero existen todavía graves problemas, como las altísimas tasas de abandono escolar en la educación secundaria. Solo uno de cada cinco alumnos gitanos termina la ESO. «Mi hermana es la primera mujer de la familia que tiene una carrera. Ha terminado Educación Infantil y está opositando. Mis primos, sin embargo, se dedican a la venta ambulante y a coger ajos, caracoles…», cuenta Antonio Campos.

El índice de desempleo entre las personas de etnia gitana (37,5 por ciento) es muy superior al del resto de la población (22,7), y se ha multiplicado por tres desde que empezó la crisis. Además, el porcentaje de estas personas que viven en hogares con un sustentador principal en paro de larga duración se ha multiplicado por seis, pasando del 5 por ciento en 2007 al 30 en 2013. Por otra parte, las estrictas normativas que regulan las actividades económicas consideradas como tradicionales por la población gitana la venta ambulante, la recogida de chatarra y cartones, o el temporerismo merman notablemente sus ingresos económicos.

Pero conviene matizar, en contraposición a un estereotipo muy extendido, que la población gitana tiene una alta tasa de actividad. «Las personas gitanas han trabajado siempre y, aunque por su baja tasa de ocupación en empleos por cuenta ajena (solo el 37 por ciento, en comparación con el 83 de la población asalariada española), esta realidad es poco reconocida», subraya el informe Foessa. La venta ambulante concentra casi el 40 por ciento de esta actividad. El gitano normalmente trabaja por cuenta propia. el 35 por ciento frente al 16 del total de la población ocupada. O colabora con la actividad económica familiar (el 26 por ciento).

 

HASTÍO ANTE LOS ESTEREOTIPOS

En cuanto a la vivienda, también hay que desmontar tópicos. El 88 por ciento de las personas gitanas residen en una vivienda normalizada; solo el 4 por ciento en chabolas, y otro 8 por ciento en viviendas muy deterioradas. En los años 90, el chabolismo y las infraviviendas eran lo habitual para una de cada tres familias gitanas. No obstante, persisten el problema del alto grado de ocupación de las casas, la precariedad de los equipamientos y el deterioro.

La mayoría de ellos conviven a su vez diariamente con personas no gitanas, y esta interacción es más intensa que en otros países europeos. El Eurobarómetro revela que el 39 por ciento de la población española afirma tener amigos gitanos, frente al 17 por ciento de media en la Unión Europea. Eso no quiere decir que el rechazo social se haya erradicado. Una encuesta del CIS señaló que al 60 por ciento le importaría mucho o bastante tener como vecinos a personas gitanas. Y aunque se dan casos de discriminación, no hay un racismo declarado y abierto, como sucede en algunos países centroeuropeos.

Por eso, los colectivos gitanos ven «con preocupación, hastío e impotencia» los realities televisivos que se sirven de técnicas engañosamente documentales para pintar con brocha gorda la sociedad gitana en España. «Estas prácticas contribuyen a la solidificación de los estereotipos y los prejuicios hacia cientos de miles de personas corrientes, de carne y hueso, que luchan por salir adelante como las demás», se lamentan.

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