“El modelo de Estado es importante pero no esencial para la iglesia”

 “La independencia no debería afectar en la unidad de la comunidad protestante, aunque eso depende de nuestra actitud como cristianos”, explica Jorge Fernández, responsable de comunicación de Ferede.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 22 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 08:01

Jorge Fernández. Foto: actualidadevangelica.es,ELECCIONES 27-s Jorge Fernández
Jorge Fernández. Foto: actualidadevangelica.es

Jorge Fernández (Buenos Aires, 1959) es responsable de los Servicios de Comunicación y Prensa de FEREDE y director de la revista Actualidad Evangélica. Aún así, Fernández pide que se especifique que realiza “a título personal” esta entrevista que forma parte de la serie de publicaciones que desde Protestante Digital ofrecemos con motivo de las próximas elecciones del 27 de septiembre en Cataluña.

Fernández asegura que la función de la Iglesia debe ser la de reconciliar, “cualquiera que sea el modelo de estado”. Además, confía en la “responsabilidad y la madurez” de las comunidades protestantes para evitar que un proceso como el catalán pueda generar divisiones.

 

Pregunta: ¿Crees que el debate y votación sobre la independencia también tiene lugar y sentido en el ámbito protestante español?

Respuesta: Creo que no debería. Existe el peligro, siempre latente y con ejemplos nefastos en la historia, de caer en la ‘instrumentalización política’ de la fe. A los cristianos se nos ordena dar ‘al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, y que vivamos en este mundo en conformidad con los principios y valores del reino de Dios, donde no se discrimina a nadie por razones de nacionalidad, ni de etnia, ni de sexo, ni de clase social, ni de ningún otro tipo. Forma parte de nuestra misión y responsabilidad como Iglesia el pacificar, reconciliar y guardar la unidad espiritual del Cuerpo de Cristo, que es fruto de Su obra redentora y de la acción del Espíritu Santo, cualquiera sea el ‘modelo de Estado’ y por encima de toda clase de fronteras y murallas levantadas por los hombres. Eso, sin perjuicio de que a título personal, en nuestra condición de ciudadanos, los cristianos tengamos opiniones y posiciones diversas sobre cuestiones políticas, lo que considero respetable y legítimo. Pero cada cosa en su ámbito. Soy partidario de que las diferencias políticas se debatan fuera de las iglesias y de las instituciones eclesiales.

 

P: ¿Consideras que este asunto político puede generar/está generando divisiones o tensiones en el seno de la comunidad evangélica?

R: Yo creo que, en términos generales, ante este asunto tan delicado, dentro de la comunidad evangélica está prevaleciendo la prudencia. Salvo algunos posicionamientos de particulares en las redes sociales, en un sentido u otro, no observo que exista una tensión significativa sobre este asunto en el seno de nuestras comunidades eclesiales y, por supuesto, no me consta que se haya discutido el asunto dentro de nuestras instituciones. Me gusta pensar que esto se deba a la responsabilidad y madurez del pueblo evangélico de España y de su liderazgo.

 

P: ¿Crees que las iglesias y entidades protestantes de España deben posicionarse en este asunto dentro y fuera de Cataluña?

R: Creo que pueden posicionarse si lo consideran oportuno, pero antes deben pensar muy bien dónde deben posicionarse; qué posición deben asumir como embajadas de Cristo en la tierra. Mi opinión personal es que, en un asunto tan sensible como el que nos ocupa, donde podemos tener hermanos en la familia de la fe con opiniones políticas diametralmente distintas, o al menos con matices importantes, las iglesias y entidades deberían asumir una posición de: neutralidad, desde el punto de vista político; sensibilidad, desde el punto de vista pastoral; altura de miras, desde el punto de vista misional; y proactividad, en el cuidado de la unidad espiritual de la Iglesia. Creo que aquí nos ayudaría reflexionar en la famosa frase de San Agustín: «In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas», “en lo esencial, unidad; en lo dudoso, u opinable, libertad, en todo caridad”. Y para mí, por los motivos que expongo en la primera respuesta, el modelo de Estado, siendo un asunto importante, no es una cuestión esencial para la Iglesia de Jesucristo.

 

P: En caso de que se proclamase la independencia, ¿en qué crees que cambiaría la situación de las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?

R: Sinceramente, no me gusta opinar sobre hipótesis y menos en este caso. Me unen a Cataluña y, a Barcelona en particular, una relación sentimental muy fuerte, ya que fue la primera ciudad que me acogió cuando llegué a España desde Argentina, hace 27 años. Tengo una hija catalana, además de muchos y muy buenos amigos. Siento que Barcelona me pertenece un poco y que una parte de mí también le pertenece a esa ciudad, en la que siempre me he sentido como en casa. En todo caso, supongo que solo afectaría a cuestiones administrativas y de ámbitos jurisdiccionales. Aparte de eso, no debería afectar en nada más. Aunque eso dependerá en buena medida de nuestra actitud y nuestra capacidad como cristianos para evitar que, allí donde los hombres levanten muros políticos, administrativos, jurídicos, o del tipo que sean, se levanten también muros y paredes de separación espiritual y enemistad, que el Señor ya derribó en su cuerpo, al morir por todos en la Cruz del Calvario (Ef. 2:14).

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