Fin de la reforma: algunas reacciones

La retirada de la ley plantea otra cuestión: ¿Cómo construir leyes de consenso en una sociedad tan polarizada?

Daniel Hofkamp

PONTEVEDRA · 24 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 16:47

Foto: Ben Earwicker, www.garrisonphoto.org,familia
Foto: Ben Earwicker, www.garrisonphoto.org

La reforma de la ley del aborto programada por el Gobierno ya es historia. Después de un desarrollo tardío en el marco de la legislatura, la aprobación del anteproyecto por parte del Consejo de Ministros parecía fortalecer la posibilidad de su aplicación.

Sin embargo, el devenir de los meses – nueve han pasado desde que fuese presentado por el Ministro de Justicia – ha terminado con el proyecto guardado en un cajón y con la inmediata dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón.

No se han hecho esperar reacciones de todo tipo. La oposición al Partido Popular saludaba la retirada de un proyecto que todos se habían comprometido a derogar en caso de llegar a gobernar en un futuro próximo. En las filas del Gobierno, todos se escudaron en las escuetas declaraciones del presidente Mariano Rajoy, señalando la falta de consenso interno y también ciertas miras al futuro político de la norma. “No podemos tener una ley que cuando llegue otro gobierno la cambie”, expresó Rajoy.

La retirada de la reforma de la ley tiene un “marcado carácter político, debido a la oposición social general y de todos los partidos políticos y dentro del propio PP”, indica Pedro Tarquis, médico y director de Protestante Digital, que entiende que “la ley, caso de haber salido adelante, habría sido anulada en la próxima legislatura”. Pero en todo caso es “un incumplimiento más de los muchos que los partidos españoles hacen de sus programas electorales”.

En un artículo publicado en este medio, Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, entiende que al PP no le convenía políticamente. “Los gobiernos en lugar de estar anclados a sus electores, a los programas que propusieron y por los que fueron elegidos, y a unos ideales y principios, están al vaivén de sus cálculos electorales internos”, dice Llenas, que entendía que la propuesta realizada por Gallardón “quería ser un intermedio razonable, que quería mantener, por un lado, la libertad de la mujer a decidir y que quería, por otro lado, traer el entendimiento de que el aborto es un mal que hay que limitar” y por ello “no tenía quien la quisiera”.

RENUNCIA DE GALLARDÓN

Muchos medios de comunicación han incidido en su análisis en la escasa perspectiva política de Gallardón al realizar una propuesta que limitaba el acceso al aborto con la libertad que se da en la actualidad. No es casual que en los últimos nueve meses, según el CIS, la popularidad del ministro haya caído en casi 4 puntos. La dimisión de Gallardón “ha sido coherente”, opina Tarquis.

El Gobierno ha anunciado una reforma de mínimos de la ley actual – la cual permite el aborto libre hasta la semana 14 – para eliminar la posibilidad de que las menores de edad, de 16 a 18 años, puedan abortar sin el consentimiento paterno.

EVANGÉLICOS Y VALORES PRO-VIDA

En febrero, tres entidades evangélicas – Unión Médica Evangélica, Alianza Evangélica Española y Enfermería Cristiana – realizaron un documento en el que analizaban la propuesta de reforma, considerándola como “positiva” en términos generales, aunque pidiendo atención a varios puntos que consideraban mejorables. Se pedía, por ejemplo, un sistema efectivo de ayudas hacia la madre, o el aligeramiento de los trámites de adopción.

El rechazo a la reforma de la ley del aborto incide en la polarización de la sociedad en torno a este asunto. “Una ley de consenso en el que todos cedan algo para que el otro sector de la sociedad se sienta escuchado no tiene viabilidad, no tiene base social que la sustente”, dice Jaume Llenas.

En su reflexión sobre ello, el secretario general de la Alianza Evangélica considera que el pueblo evangélico debe aspirar a ser “aire fresco” para esta sociedad que se ha construido “los unos contra los otros (…) Nuestro papel es el de ser bendición a la ciudad, no la de obligar a Babilonia a ser Jerusalén; cada día tengo que recordarme que la Iglesia no construirá Jerusalén en la tierra, sino que será Jesús en su venida el que traerá la Jerusalén celestial”.

“Hay que tener en cuenta que los valores en torno a la vida, que yo defiendo, no se deben imponer a una sociedad plural aprovechando algún gobernante o ministro de turno al que quieren impulsar algunas de las confesiones religiosas para dar un avance que, en el fondo, es un avance falso, pues durará solamente el tiempo que dure ese mandato político”, advierte Juan Simarro, fundador de Misión Evangélica Urbana, entidad implicada en la ayuda a madres para que decidan seguir adelante con su embarazo.

“Los valores pro-vida, los valores en defensa de la vida del no nato, los deben transmitir los cristianos vía evangelización de la cultura, la enseñanza, la valoración de la vida en otras áreas, como es la de los niños que se mueren de hambre, y el compromiso con la vida en general”, dice Simarro, que plantea que “las iglesias tienen que evangelizar divulgando la importancia de los valores pro-vida, tienen que trabajar en medio de una sociedad civil plural y diversa usando su voz, su denuncia y su ejemplo a favor de la vida del no nato. Esto es lo más importante para mí, mucho más, que apoyarse en el gobernante o político de turno para que, imponiendo una ley a la sociedad plural y secularizada, nos saque a los cristianos las castañas del fuego para que sigamos en una vivencia de la espiritualidad cristiana somnolienta y falta de compromiso evangelizador”.

“Espero – concluye Simarro - que esto active el compromiso cristiano evangelizador en estas áreas pro-vida independientemente de lo que hagan los políticos, ministros o gobernantes de turno”.

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