'La corrupción en el fútbol, una realidad de raíces profundas'

"La corrupción en el fútbol refleja una realidad humana más profunda", cree Rubén Fernández, de Atletas en Acción.

BARCELONA · 08 DE JULIO DE 2014 · 22:00

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La corrupción, cada vez más protagonista en el fútbol profesional.

El fútbol profesional mundial está a punto de tomarse un descanso veraniego. La final de Brasil 2014 dará un respiro a aficionados y a medios de comunicación. Es un buen momento para preguntarnos qué impacto tiene ‘el deporte rey’ en nuestras vidas y hasta qué punto es un espejo de algunos males de nuestra sociedad. ¿Qué dice el show del fútbol profesional sobre nuestras sociedades? ¿Qué reflexiones podemos hacer a raíz de los últimos escándalos de corrupción en entidades como la FIFA? ¿Qué aportarían los valores cristianos al deporte de élite? Rubén Fernández, director de Atletas en Acción para Europa Occidental, ha explicado algunas de sus sensaciones a Protestante Digital. P. Hay una larga sombra sobre altos dirigentes del fútbol en España (uno de los últimos, el expresidente del FC Barcelona, Sandro Rosell). Crees que socialmente hacemos la vista gorda con la corrupción de los clubes de fútbol y somos menos exigentes que con la corrupción que se da en otras áreas como la política? ¿Somos benévolos con la corrupción de los dirigentes deportivos? R.El deporte profesional, y de forma diferencial el fútbol, es un contexto muy atractivo en relación al dinero y al poder. Hasta el propio Jesús fue tentado en relación al poder, como podrían aquellos que ganan sumas astronómicas como futbolistas o dirigen clubes, federaciones o instituciones, no responder al canto de las sirenas. No sé si somos más benévolos con políticos que con dirigentes deportivos. Sí creo que forma parte de nuestra particular idiosincrasia y nuestros capitales pecados como españoles, sufrir con más desasosiego el que no seamos nosotros los que estamos sacando provecho y sean otros, “que no lo necesitan tanto”. El problema endémico en nuestra cultura, creo, no es tanto quién medra, y cuánto, sino, si le pillan o no, y que no nos hagan participes de la fiesta. Por otra parte, el deporte y sus protagonistas, creo que es obvio que tienen un poco más de crédito y admiración que nuestros gobernantes. Entiendo que en ello hay una mezcla de esa potente realidad de cómo el deporte nos inspira, nos conecta con el propósito original de nuestra identidad, relaciones y talentos, y al tiempo de cómo ha sido intencionalmente utilizado como pan y circo, opio del pueblo, ocio pasivo y distracción. Aunque hasta esto nos lo ponen cada vez más difícil con los fraudes, amaños y primas desfasadas millonarias. Como podríamos ilustrar con el mundo del ciclismo profesional y el uso sistemático de muchos en él de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, la dimensión de las expectativas económicas en el deporte profesional, de nuevo diferencialmente en el fútbol, hace insostenible que el espectáculo continúe por vías sostenibles. Salarios, infraestructuras, deudas adquiridas... y la crisis del sistema financiero y social en el que vivimos que ha pinchado la burbuja de los patrocinios, son alicientes, no ya para el fraude y el enriquecimiento, sino para la trampa por la supervivencia de un sistema al borde del colapso. P. Según han destapado varios medios, Qatar habría sido elegida como sede mundial gracias a sobornos. Hasta hace unos años la FIFA era vista como una organización internacional que promovía los valores del deporte, el ‘fair play’, la lucha contra el racismo… ¿Qué motivos se te ocurren para que organizaciones deportivas que deberían ser ejemplares acaben cayendo en prácticas corruptas? R.Estas campañas existen, son necesarias e implican a muchas personas, donantes, deportistas, autoridades, voluntarios que contribuyen de forma sincera y significativa a propósitos en los que muy a menudo la Iglesia, y los seguidores de Jesús, en general, estamos bastante ausentes. Es obvio que son plataformas utilizadas y con ellos a menudo deshonradas por personas dentro del mundo del poder (y a menudo mucho más allá del de los dirigentes deportivos) que las usan simplemente como campañas de imagen, o incluso para sus propios intereses, muy alejados de lo que el deporte es o incluso debería ser. Estas organizaciones, federaciones, comités organizadores de grandes eventos globales, fundaciones, incluso gobiernos, están todas lideradas por personas. La integridad y la fidelidad a valores que no deberían ser traicionados son difíciles de sostener contra corriente por todo lo mencionado. Y frente a las tentaciones de poder, de riqueza, de influencia, o la desesperación frente a las presiones económicas y de toda índole, los individuos se rinden o sucumben a la ambición, a la traición, al delito, al fraude. Al final es una enfermedad conocida por todos, y de la cual nadie escapa. El problema fundamental no está en el fútbol, el deporte, las instituciones, o la sociedad. Somos todos y cada uno de nosotros. P. Un cristiano que sea fan de su equipo de fútbol, ¿cómo debería reaccionar ante las noticias de corrupción de su club? ¿Qué sugerirías? R.Vemos en la Escritura y a lo largo de la historia cómo al saber de las rupturas de su tiempo y el pecado de autoridades y conciudadanos, hombres y mujeres se quebrantaron, intercedieron y hasta ayunaron buscando perdón y arrepentimiento y buscando un mundo restaurado. ¿Somos suficientemente “fans” de nuestros equipos, o estamos suficientemente integrados en la vida común de nuestras ciudades y barrios para sentir y llorar por ellos y con ellos? Los primeros versículos del capítulo trece de Romanos nos dan una luz muy interesante para responder a esta pregunta. Si aceptamos que las autoridades a nuestro alrededor están sometidas a la soberanía de Dios y que estamos llamados a interceder por ellas y renovar nuestra confianza en por qué están ahí y cómo debemos responder a ellas, esto debe ayudarnos a tener una perspectiva responsable, realista, pero llena de esperanza y confianza, que transmita y contagie a nuestro alrededor con esperanza presente y eterna. Hoy todos podemos expresarnos, denunciar lo que no está bien, incluso cuando no nos afecte directamente y hacerlo con contenido y propuestas. Entra en foros, vincúlate a plataformas como HazteOir, usa las redes sociales, participa en los diálogos, debates, iniciativas en tu barrio, Ayuntamiento, peñas... Pero no te quejes sin más. Medita, articula y expresa de forma valiente cuál debería ser la alternativa en un mundo en el que el reino ya se ha acercado, si Jesús, en ti y en muchos otros, fuera honrado en tu club, en el deporte y más allá. P. ¿Qué cosas concretas crees que podríamos cambiar en el fútbol profesional para que en España tuviéramos un deporte más limpio? ¿Qué valores cristianos crees que se aplican especialmente bien al deporte? R.Creo que la más importante sería la revolución silenciosa, pero decidida e intencional de que aquellos que siguen a Jesús, aprendiésemos a vivir y compartir el evangelio en el contexto de lo que significa deporte hoy. En la cancha, en la tertulia entre amigos, al llevar a nuestros hijos a que hagan deporte con otros, al hacerlo nosotros con nuestros vecinos y amigos, animando, cuidando e invirtiendo en aquellos que por dones, talentos y pasión Dios puede poner en las esferas de influencia y al nivel de élite y profesional. Nuestra tea, nuestra sal, nuestra levadura y olor fragante tienen que estar ahí fuera. Y si no ocurre, los valores de nuestra fe en Cristo, que son extremamente válidos y necesitados en el mundo del deporte, perderán su sabor y su valor. P. ¿Has visto algún ejemplo de buenas prácticas en el deporte profesional en otros países que recomendaría importar a España? R.Creo que muchos. Aun tenemos que ver si los casos que hemos visto destaparse van a quedar en anecdóticos o son tendencia y veremos gestores, gobernantes y jueces que actúen con mayor ética y honor. Por ser pragmáticos, volver a recordar que mientras el sistema pretenda sostener tamaños despropósitos financieros y el hombre sigo con una naturaleza rota, no dejaremos de ver abusos e injusticias, en el deporte y en todas las áreas de nuestra sociedad. P. Se ha dicho a menudo que “el fútbol es una religión”. ¿Qué cosas es capaz de aportar a la gente? Y ¿qué cosas ‘no’ es capaz de aportar a la gente? R.Seguro que es inquietante o incómodo para muchos de nosotros, pero el fútbol es realmente una religión para muchos. El deporte como pan y circo, como mero espectáculo, como solución rota a poner la identidad en todo lo que no sea Jesús en el uso de nuestros talentos y relaciones, es una expresión más de un mundo que necesita a Cristo. Decía Nelson Mandela que “el deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales.” Nosotros no creemos que el deporte tenga esta capacidad intrínseca, pero sí vivimos en la certeza de que nuestro Salvador sí tiene ese poder. El deporte como esencia de nuestro ser a la imagen de Dios y como parte de lo que Dios creó y vio que era bueno, puede ser un excelente medio para la comunión, una herramienta en el Discipulado, estrategias para Evangelizar, un forjador para el liderazgo, un integrador social, un conductor para el llamamiento, un estímulo para las Misiones, y un mundo lleno de personas necesitadas de Cristo y listo para la Cosecha. P. ¿Hay algo más que quisieras añadir? R.Sigue a Jesús, vive y compártelo en cada equipo, en cada deporte, en cada barrio, en cada pueblo y ciudad y hasta lo último de la tierra.

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