Llevar la Palabra a los que no tienen ni alfabeto

La traducción de las Escrituras conlleva una preparación ardua e intensa, pero la situación se transforma en un auténtico reto cuando la lengua ni siquiera cuenta con una gramática. Hay organizaciones que asumen esta misión, tal y como nos cuenta José Herrero, director de Proel.

ESPAÑA · 09 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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	En Botswana, celebraron en 2012 la llegada del Nuevo Testamento en Naro. / Zeke du Plessis, Wycliffe</p>
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En Botswana, celebraron en 2012 la llegada del Nuevo Testamento en Naro. / Zeke du Plessis, Wycliffe

¿Se imaginan tener que escribir en una lengua que nunca ha sido puesta por escrito? Ese es el reto que asumen cada día algunos de los misioneros de la Promotora Española de Lingüística (Proel – Wycliffe fuera de España), una organización que tiene como principal objetivo traducir la Biblia y llevarla a todas las lenguas habladas en el planeta. José Herrero, el director de Proel, explica en una entrevista concedida a Protestante Digital que “nuestro principal objetivo es ofrecer la Biblia a los grupos etnolinguísticos que no lo tienen”. Hay unas 2.798 lenguas que aún no tienen nada de las Escrituras, y aunque muchas personas pueden acceder a la Biblia en los idiomas más extendidos (inglés, español, árabe o chino), son aún millones los que no conocen nada acerca de la Biblia. RETO: INVOLUCRAR A LA IGLESIA Es por eso que la labor de esta entidad, para José Herrero, es sobre todo evangelística. “Creemos que la Biblia por si sola es capaz de convencer del mensaje que hay en ella. Queremos que la gente se convenza y reconozca que Jesús es Dios, que puede salvarlos del pecado”, afirma. En Proel cuentan actualmente con siete proyectos misioneros, y reconocen que el principal reto es “que la iglesia española se involucre más en misiones”. “Uno de los retos es que la iglesia realmente capte la visión de que estamos en este mundo no para hacer muchos cultos sino para que mucha gente venga a los cultos, es decir, para evangelizar”, dice Herrero. EL TRADUCTOR Y SU CAJA DE HERRAMIENTAS @MULT#DER#60903@Mucho ha cambiado en el tiempo la labor del traductor. Hoy en día, para la traducción de la Biblia se cuenta con “una caja de herramientas enorme que tienes que ir perfeccionando y puliendo, porque esto es un proyecto de vida”. Así, el traductor bíblico se convierte en “un profesional muy enfocado, con este componente espiritual”. La ciencia de la traducción se alimenta de lo que hacen los traductores bíblicos, que en muchos campos son pioneros, hasta el punto de que hay reconocidos lingüistas y traductores que son misioneros cristianos. Para el traductor, el trabajo se hace en equipo y con programas informáticos “que han adelantado el trabajo unos 25 o 30 años”, dice Herrero. De hecho “no necesitas saber totalmente el griego y el hebreo, porque hay consultores que han dedicado su vida a estudiar estas lenguas y hacen de asesores, ayudan”. MUCHAS VERSIONES, ALGO POSITIVO Hay veces que la labor del traductor se observa, aún en el campo de la iglesia protestante, como “algo casi peligroso”, admite Herrero. Esto se deriva de la enorme importancia que tiene la traducción para el entendimiento del mensaje bíblico. Herrero nos explica que en este sentido, el hecho de tener diferentes versiones, con distintos niveles de lenguaje, es positivo. “Debemos tener varias Biblias y leerlas a menudo. Mi traducción ideal sé cual es, pero es refrescante leer otro tipo de textos, que no son literalmente modificados, que han variado el estilo, basados en el significado, y es refrescante porque encuentras matices que son buenos”. A veces tenemos problemas porque “solo compramos una Biblia, y esa es el centro de todas nuestras lecturas, pensamientos y teología. Y si la elegimos mal, tendremos problemas”. Pero Herrero enfatiza que “es un privilegio” tener tantas versiones y eso nos lleva a pensar “en aquellos que no tienen ni una página escrita de la Biblia”. UNA LABOR EN CONSTANTE MEJORA Recientemente hubo una polémica en torno a la traducción del concepto 'Hijo de Dios' a la lengua árabe, que implicaba a importantes agencias de traducción en el mundo. Tras el asesoramiento de expertos de todo el mundo se llegó a una conclusión para resolver el dilema. Estos dilemas, nos cuenta Herrero, se presentan a menudo en cualquier lengua a la que se quiera traducir la Biblia. Por ejemplo “en el contexto del confucianismo surgen otros problemas. Confucio marcó el camino. Y nosotros decimos que Jesús es el camino. Y alguien de Confucio dice ¡hablamos de lo mismo!” surgiendo entonces la confusión. La traducción, nos explica este experto, no es solo “una cuestión de equivalencia de palabra a otra palabra. Lleva una semántica y unos contextos tanto para el que lo produce como el que lo percibe. Por eso hay que tener nociones culturales, de antropología, de teología...”. Por eso “merece la pena prepararse. Porque llevar la Palabra de Dios es percibir que la Biblia es importante. No traducimos libros, debemos encarnar la palabra para que la gente mire, pregunte, se cuestione. Para poder mostrar quién es el Hijo de Dios y por qué vino a este mundo”. MASTER EN LINGÜÍSTICA APLICADA Desde Proel se ofrece esta formación, en un Master que organizan a partir de octubre junto a la Universidad de León. El catedrático Salvador Gutiérrez (miembro de la RAE) ha avalado este curso de preparación en el que se desarrolla un programa de nueve meses (hasta junio de 2014) para que el alumno sea capaz de formular una gramática de una lengua que no la tenga, así como que aprenda diferentes herramientas para la traducción bíblica. El Máster “tiene un alto contenido académico” y se enseñan “las últimas cosas de la ciencia de la traducción, las últimas investigaciones y herramientas de la lingüística pero enfocado desde el punto de vista que los misioneros van a enseñar a personas que no tienen contacto, y aprenden desde cero. El profesor les va enseñando para ser un buen profesional de la traducción, de la alfabetización o la educación”, explica Herrero como coordinador del programa. Para acceder al Máster no se precisa una formación previa, aunque aquellos que lo desarrollen contando con un grado (licenciatura o diplomatura) contarán con el título de Máster por la Universidad de León, mientras que aquellos que no cuenten con formación universitaria tendrán un Diploma de reconocimiento de Proel. “No hace falta saber lingüística para cursar”, dice Herrero, animando a cualquiera que esté interesado en esta labor a apuntarse. “Porque es un curso para aprender, no para pulir, sino para aprender”. Una formación necesaria para cumplir con esta labor misionera que se enmarca en el llamado de Cristo a difundir el evangelio hasta lo último de la tierra. Para obtener más información sobre Proel y este Máster, pueden visitar la web www.wycliffe.proel.org o escribir a José Herrero a [email protected].

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