IU y UPyD siguen recogiendo la sangría de votos de PP y PSOE

El triunfo en el estado de la nación amortigua la caída del PP, mientras la valoración y confianza en Rubalcaba se desploma de nuevo. Ni sus votantes creen al PP sobre Bárcenas.

MADRID · 02 DE MARZO DE 2013 · 23:00

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Más de un año después de iniciarse la legislatura, el desgaste de ambos partidos corre a la par por distintos motivos: uno por las medidas que ha adoptado desde el Gobierno y el otro porque no se quita de encima el peso de su gestión en la anterior legislatura y, sobre todo, porque no encuentra cómo graduar su labor de oposición. A todo eso se une la desafección ciudadana hacia los políticos por la crisis, que ya ha acabado con partidos tradicionales en Italia, Grecia o Portugal, y que aquí hace que populares y socialistas no logren cerrar sus heridas. En esa situación, IU (Izquierda Unida) y UPyD son las dos formaciones que aprovechan la sangría para crecer, según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS. El crecimiento de estos dos partidos, en momentos de alejamiento ciudadano de la política, ha tenido altibajos, pero la perspectiva desde las generales de 2011 muestra que no es fruto de un acontecimiento puntual y concreto, sino que se consolida como tendencia sostenida. En España la desafección no se traduce en el apoyo a opciones extravagantes o populistas, que ni siquiera aparecen, y si en el ascenso de estos dos partidos. IU Izquierda Unida llega al 15,4% de los votos, su mejor dato en toda su historia y más del doble del 6,9% que obtuvo en las generales de 2011. UPyD logra el 10% de los votos, con un descenso de tres puntos sobre el sondeo del mes anterior, pero también doblando el dato de las generales, cuando se quedó en el 4,7% de los votos. Ese descenso del último mes es obviamente imposible de atribuir a hechos concretos, pero el simple análisis de los acontecimientos apunta a la polémica sobre la difusión por el diputado Toni Cantó de datos falsos sobre malos tratos que él mismo rectificó luego. En todo caso, además del sostenimiento en el tiempo hay otro dato que muestra que su crecimiento se consolida: el de la fidelidad de voto. Según la encuesta, el partido de Cayo Lara tiene un 59% de fidelidad de voto y se le atribuye haber captado un 14% de exvotantes socialistas. Es decir, que IU sí es capaz de canalizar desde la izquierda el descontento social y las movilizaciones en la calle, llegando donde el PSOE quisiera llegar pero no puede por sus cargas previas y por el rechazo que genera. PSOE El episodio de los socialistas Juan Fernando López Aguilar y Beatriz Talegón expulsados de una manifestación antidesahucios es la anécdota que describe la categoría de cómo el PSOE quisiera estar a la cabeza de esas manifestaciones, pero los participantes no les dejan estar siquiera dentro de la protesta. Por mucho que los socialistas quieran coger esas banderas, no han cerrado aún la brecha que les separa de sus potenciales votantes. La estimación de voto del PSOE está en el 23,1%, ligeramente por debajo de la de hace un mes y aún 5,6 puntos por debajo del resultado de las generales, sin dar muestras de que ya haya tocado lo fondo. Y lo peor para el PSOE es que su líder es más rechazado que el presidente del Gobierno y genera aún más desconfianza que éste. Un 94% dice no fiarse de Alfredo Pérez Rubalcaba, un 87% desaprueba su gestión y hasta un 79% de los votantes del PSOE le cuestionan como líder de la oposición. UPyD El partido de Rosa Díez es el que tiene una fidelidad de voto más alta, con el 62%, y ha atraído a un 8% de exvotantes del PP. Esos datos confirman que UPyD ha roto la tendencia según la cual los populares mantenían a sus votantes movilizados, entre otras cosas porque no competían contra nadie en las urnas, mientras que la izquierda siempre iba dividida. Los del Rosa Díez han logrado meterse como cuña en medio de un bipartidismo que languidece y recoger a votantes descontentos con los dos principales partidos. PP El PP está en el 24,3% de los votos, remontando ligeramente. En su caso, el debate sobre el estado de la nación en el que Mariano Rajoy ganó, según el CIS, le ha servido para mitigar los efectos negativos del caso Bárcenas y la embrollada gestión que hacen el Gobierno y el PP de ese escándalo. En el caso Bárcenas la postura de muchos dirigentes del PP en estas semanas se asemeja al gesto instintivo de quien cierra los ojos, se tapa los oídos y encoge los hombros a la espera de una inminente explosión. Las explicaciones oficiales del partido y el intercambio de demandas y acciones judiciales han terminado por ser un enorme embrollo que se traduce en la incredulidad ciudadana y la falta de crédito de su palabra. Sí se ha sedimentado la versión según la cual el extesorero Luis Bárcenas les tiene cogidos por las cuentas. Según Metroscopia, un 79% de los ciudadanos da por hecho que Bárcenas tiene realmente pruebas que pueden comprometer a la dirección del PP. Lo significativo es que un 65% de los votantes del PP espera la detonación, porque cree que tiene datos comprometidos. ANTE LA TRAMA GÜRTEL Y UNDARGARÍN Otra impresión instalada es la de la dificultad para llegar al fondo en las investigaciones sobre corrupción y, más concretamente, en las de los casos Urdangarín y Gürtel: un 77% y un 78%, respectivamente, desconfían de que puedan llegar a buen puerto y en un plazo razonable. Los ciudadanos, siempre según el sondeo, aprecian que la premiosidad de la Justicia tiene que ver con las excesivas facilidades de los imputados para entorpecer las investigaciones; las presiones de los partidos; el excesivo papeleo; los plazos excesivos para interrogatorios y pruebas; el temor de los jueces y la falta de medios humanos y la complejidad de los procedimientos. Un 87% querría ver una unidad de jueces especializados que investigaran los escándalos de corrupción. Un año después de ser condenado, los ciudadanos consideran que la sentencia contra Baltasar Garzón, primer instructor de Gürtel, fue injusta y basada en motivos políticos y no jurídicos. Garzón sigue siendo el único condenado por este caso de corrupción que afecta al PP y, según el 83% de los ciudadanos, aquella sentencia era parte de una maniobra para apartarle del caso e intentar ralentizarlo.

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