Guinea: el valor de una obra a largo plazo

En el pequeño país centroafricano trabajan desde hace años la ONG Dignidad Madrid y la Misión Internacional de la UEBE. Dos voluntarios nos cuentan su experiencia.

ESPAÑA · 13 DE SEPTIEMBRE DE 2012 · 22:00

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En el centro del vasto continente africano, una pequeña cuadrícula del mapa entre Camerún y Gabón la ocupa Guinea Ecuatorial, el único país africano que tiene el español como lengua oficial. En este pequeño país se han establecido dos proyectos evangélicos en los que cada año participan voluntarios españoles. Jordi Torrents y su familia han viajado este año por tercera vez, apoyando la Misión Internacional de la Unión Evangélica Bautista de España, integrada a su vez en la Misión Bautista Europea. Nos acercamos también a la obra de la ONG Dignidad Madrid y la experiencia de una voluntaria de la iglesia Buenas Noticias de Navalcarnero (Madrid), Guadalupe Serranía, que regresa a Guinea diez años después. TRABAJO DE CONTINUIDAD Algunas veces, sobre todo desde los medios de comunicación, tendemos a identificar a las misiones y ONG como “salvadoras” de las situaciones dificultosas que pueda vivir la población en un país con un menor desarrollo que el nuestro. Pero esta faceta mesiánica poco tiene que ver con la actitud y el inmenso trabajo que se lleva adelante. Al asomarnos a Guinea Ecuatorial, hay un aspecto que destaca sobre los demás, tanto en la misión de la UEBE como en la de ONG Dignidad Madrid: se trata de un trabajo de años, de continuidad, en el que el impacto en la sociedad es más gradual que inmediato, pero sin duda mucho más profundo y, a largo plazo, valioso. “Cooperar no es crear un proyecto unilateral, implantarlo y marchar. Ni debe generar unas expectativas y, lo peor, una dependencia en base a mensajes paternalistas. Igual que un español puede irse a trabajar a Suecia o a los Estados Unidos, debe poder hacerlo en Guinea, integrándose en un equipo de trabajo local. Aportando, eso sí, parte de aquello que su mayor oportunidad de acceder a la educación le ha dado, pero no creando una estructura paralela”. Este párrafo procede del blog de Jordi Torrents. Está en estos momentos en Malabo, en la capital del país. Contesta a los correos cuando encuentra tiempo, entre clase y clase en la Escuela Buen Pastor, donde está ayudando con la formación del profesorado. Tiempo e Internet, al que no siempre tiene acceso, pero al que da un uso efectivo actualizando sus Crónicas Guineanas, donde comparte experiencias, sensaciones y fotografías de su estancia. Es la tercera vez que vuelve a Guinea Ecuatorial, en esta ocasión por dos meses y junto a su mujer Lydia y su hijo Nil. “En agosto, Lydia, Nil y yo estuvimos en Evinayong: ellos, colaborando en tareas de pintar la escuela, hacer evangelismo en poblados cercanos y actividades para niños. Además impartí un curso de formación sobre lectoescritura a los maestros”, explica Jordi. El desarrollo educativo, a partir de escuelas, es uno de los signos de identidad de la misión bautista en el país, que cuenta con centros tanto en la capital como en el interior. A la escuela Talita Cum “no paran de llegar solicitudes de matrícula a pesar de tener ya las aulas llenas”. Torrents, que es pedagogo y periodista, ahora está en Malabo dando un curso de formación y trabajando “con los maestros de aquí, en El Buen Pastor, una gran escuela que abarca desde pre-escolar hasta secundaria y con casi 700 alumnos”. La motivación de volver a Guinea surge fundamentalmente como una expresión de fe. “Siempre he participado en acciones de voluntariado, tanto en España como en otros países, ya que lo veo como la prolongación lógica del trabajo de la iglesia. Si a ello le sumas el amor por viajar y conocer otras culturas, pues perfecto”, dice Jordi. Hay varias formas de asomarse a la realidad, y Jordi ofrece una perspectiva personal de ello en su blog. Descubrimos allí historias como la de Margarita, una profesora de primaria que trabaja desde la discreción para que sus alumnos no sólo aprendan a leer, sino también a comprender lo que leen. También nos ayuda a acercarnos a anécdotas curiosas, algunas punzantes, como su intento de quedar con el director de la escuela “a la hora de comer”, un concepto que los ecuatoguineanos no manejan. “En Guinea se come cuando se puede y no siempre con la calidad necesaria (sí, hay mucha fruta y asequible, pero eso no garantiza una buena alimentación), por lo que la propia escuela optó por ofrecer a los niños un vaso de leche y un plato de arroz cada día, garantizando, al menos, un plato seguro y con cierta sustancia en sus estómagos”, contaba Jordi en una entrada sobre su viaje hace dos años. IMPACTO Y CAMBIO Es habitual verse sorprendido en cualquier viaje que nos saque de nuestro ámbito de rutina; pero esta sensación aumenta cuando el choque social, cultural y económico es más evidente. “Viajé hace 10 años a Guinea y me dejó muy impactada, desde ese momento sabía que tenía que volver”. Guadalupe Serranía ha estado este verano durante unas semanas en Guinea Ecuatorial, colaborando con el Proyecto Mwana (palabra que significa “niño”) de la ONG evangélica Dignidad Madrid. El proyecto se basa principalmente en cubrir las necesidades básicas de un grupo de niños a los que dan acogida en dos hogares. “En Ncuantoma hay un Hogar donde residen 32 niños y en Aconibe tenemos otro Hogar donde viven 32 niños – explica Guadalupe-. A través del Proyecto no solo reciben lo recursos necesarios para suplir sus necesidades básicas, también crecen con principios cristianos y siempre respaldado por un ambiente de seguridad y responsabilidad”. Guadalupe formaba parte de un equipo formado por cuatro personas que acudió para implementar un operativo médico. Hace diez años estuvo realizando labores de voluntariado y se sentía impelida a volver. “Me parecía que no habría completado la labor si no hubiera vuelto allí. Después de haber quedado tan impactada, quería que hubiera una continuidad. Tenía ganas de ver a la gente que no había visto desde hace 10 años, y es una tremenda alegría”, cuenta esta voluntaria de Madrid. En esta ocasión vuelve, otra vez, sorprendida. “Me impactó mucho que en cualquier casa donde te alojan, te dan lo mejor, y cuando digo que te dan lo mejor que tienen, quiero decir que te dan todo lo que tienen”. Guadalupe comenta algo que les sucedió en una visita a un hogar en el interior. “Cuando te preparan la comida te lo dejan todo listo en la mesa y toda la familia de la casa se va. Cuando terminamos de comer nos dispusimos a recoger y llevar todo a la cocina. Nuestra sorpresa fue que al despedirnos de la familia y darles las gracias vimos que estaban en la cocina comiendo de los restos que dejamos, pues era lo único que tenían para comer. Sinceramente en ese momento solo tenía ganas de llorar”. En este viaje, el equipo de voluntariado se centró en desplegar un operativo médico contando con el trabajo deun médico, una enfermera, una dentista y Guadalupe, que realizó funciones de ayudante de dentista. “En 10 días atendimos a más de 500 personas y se quitaron 406 muelas. La doctora comentaba que había sido su récord en extraer muelas, pues en su clínica, lo común es que en un año se extrajera 30 muelas”. SALIR PARA COMPRENDER Algo que comparten los voluntarios es que, tras el voluntariado, adquieren una perspectiva diferente de su realidad cotidiana. “A veces la rutina diaria, mis problemas, no me dejan ver la realidad de otros, y al ver la realidad de otros es como si se ampliara la visión, y mi propia perspectiva de las cosas se ensancharan”, explica Guadalupe. Una de las diferencias más notables se encuentra ante el momento de crisis que atravesamos en España. ¿Cómo lo vería un guineano? Jordi Torrents cuenta cómo el director de la escuela Talita Cum y pastor de la iglesia bautista de Evinayong viajó durante un mes a España. “He estado en casa con luz, agua, comida y neveras. Y la mayoría de familias tienen coche, y casa, y trabajo. ¿Éso es vivir una crisis?”, se preguntaba, mientras Jordi intentaba explicar cómo vemos la situación aquí. Pero su reflexión es que “unos quilómetros más al sur (de España) todavía hay millones de personas que tienen que vivir con menos de 1,25 dólares diarios, eso que llamamos el umbral de la pobreza extrema. Ellos no saben qué es una crisis, nunca han tenido que perder tanto como para caer en una. El futuro pasa no por dar (¡ojo al concepto equivocado de algunas ONG, que con una buena voluntad que puede ser paternalista no basta!), y sí por formar, educar, crear cooperativas, aprovechar el distinto potencial de cada persona, mover una economía estancada casi en el trueque, dar esperanza”. Guadalupe Serranía explica su sensación al respecto: “Cuando ves las noticias y te describen la situación en España y todas las consecuencias que va a ocasionar la crisis, me acuerdo de los momentos que he pasado en Guinea, porque te das cuenta que la verdadera crisis la están viviendo ellos. Yo valoro mucho más las cosas, el tener comida y ropa todos los días, poderme duchar con agua corriente, poder beber del agua del grifo, tener luz eléctrica todos los días... Valoras más las cosas cuando no las tienes o cuando las pierdes”. En definitiva, “si vives una realidad como es el estar un tiempo en otro país que no es el tuyo y la situación económica es diferente, el nivel de exigencia y de queja baja drásticamente”, concluye la voluntaria de Dignidad Madrid. UNA EXPERIENCIA RECOMENDABLE Tanto Jordi como Guadalupe están repitiendo voluntariado, y su deseo es no desvincularse de ninguno de los proyectos que están apoyando. “Recomiendo la experiencia del voluntariado, y más concretamente a un viaje a Guinea, porque al ver otra realidad te abre tu horizonte, conoces otra manera de ver las cosas, otras costumbres. Cuando das a otros, no pierdes, al contrario ganas”, dice Guadalupe. El equipo de voluntarios de Dignidad Madrid costeó cada uno su viaje. “Una de las cooperantes que es dentista pagó su propio material odontológico (por cierto, bastante costoso) para darlo allí. Todo esto no fue una pérdida, sino una inversión. Y el impacto que trajo todo esto ha sido tan bueno que aún nos cuentan los buenos efectos que ha traído esto”, recuerda. Para Guadalupe es importante ir con la actitud correcta. “Una de las cosas que recomendaría cuando una persona se va a lugar tan diferente, con cultura, forma de vida diferente sería que no hiciera comparaciones, sino que intente adaptarse, integrarse y disfrutar de todo lo que hay allí. Cuando fuimos no íbamos con actitud de soberanos, pensando 'aquí todo lo sabemos nosotros', sino con una actitud humilde y viendo de qué manera podemos cooperar, siempre desde el respeto y desde su espacio”. Jordi Torrents reconoce que se trata de cumplir la misión de iglesia. “Como cristianos evangélicos, no creemos en la salvación por obras, pero sí que debemos tener claro que nuestras obras deben ser reflejo de nuestra fe. Y el voluntariado - “empezando en nuestro propio barrio, que conste”, insiste Jordi - es una gran oportunidad para ello, para servir”. “De toda esta experiencia – resume Guadalupe - quiero darle la Gloria a Dios. Él es el que nos dio la gracia y la fuerza para hacer lo que hicimos. Creo que sin su ayuda no lo hubiéramos logrado”. Para conocer más sobre la misión Bautista en Guinea Ecuatorial, pueden visitar la web www.solidaris.es. Encontrarán información sobre Dignidad Madrid y sus proyectos misioneros en la web www.corafrica.es.

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