“El cambio de valores ha hecho que la corrupción se extienda”

"El problema no es sólo de la clase política, sino de la sociedad en conjunto", dice Manuel Suárez, Vicepresidente del Observatorio Cívico.

MADRID · 07 DE ABRIL DE 2012 · 22:00

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X. Manuel Suárez

No hay duda de que la corrupción es uno de los temas más comentados en España. ¿Es más frecuente que hace unos años? ¿Qué es lo que hay que hacer para cambiar las cosas? ¿Qué papel juegan la Justicia y la sociedad en general? ¿Hay algún mito que tenga que derrumbarse? Esta es la primera parte de una serie de artículos de Protestante Digital que intentaran analizar el por qué de esta lacra, muy presente no sólo en el mundo de la política sino también en el conjunto de la sociedad. Los partidos no hacen todo lo que podrían para frenar la corrupción pero los ciudadanos tampoco están tomando su responsabilidad a la hora de exigir que se rindan cuentas, cree Manuel Suárez, analista habitual en Protestante Digital y Vicepresidente del Grupo de Participación en la Vida Pública de la Alianza Evangélica Española (AEE). En una entrevista con Esperanza Suárez, el entrevistado, que es médico de profesión, compara la corrupción con las enfermedades, y se pregunta: “¿Se diagnostican más o hay más casos?”. Concluye que “pasa como con la diabetes”. Hay más casos, pero también hay “más medios" que la detectan. Una clave para explicar la situación en estos momentos es el hecho de que “ha habido un cambio de valores en la sociedad, que permite que la corrupción campe por sus anchas y se extienda”. CUESTIÓN DE VOLUNTAD Visto el aumento de casos de uso inadecuado del poder, ¿por qué los partidos políticos no hacen con la corrupción como los médicos con la enfermedad: atajarla cuanto antes posible para evitar que se extienda? “Creo que no hay mucha voluntad por parte de las propias instituciones por hacer un control de la corrupción”, dice Suárez. Explica que se enviaron cuestionarios por parte de la AEE a partidos, en los que se preguntaba, por ejemplo, qué medidas establecían para controlar la corrupción en el propio partido. “No tuvimos respuesta ninguna al respecto”, y aunque no duda que existan estas medidas, están ahí “probablemente sin mucha voluntad de usarlas”. LA RESPONSABILIDAD DE LOS PARTIDOS “Algunos de los encausados por corrupción se quejaban amargamente de que una vez descubiertos, sus compañeros de partido les dejaban colgados, cuando ellos habían estado recogiendo para financiar al propio partido”. Si esta fuera una realidad habitual y parte de estas prácticas ilegales sirven para nutrir económicamente a los partidos, se podría intuir la razón la razón por la que algunas organizaciones tienen “una voluntad limitada de hacer un control de la corrupción”. Tampoco hay una tradición de abrirse a ser examinados. Por ello “la sociedad civil debería tener un protagonismo fundamental”. Pero la población está “poco sensibilizada”, cree Suárez, es muy escéptica y no se siente con voluntad o con ganas”. SOBRE LA NUEVA “LEY DE TRANSPARENCIA” @MULT#DER#50495@La salida que quedaría para atajar la corrupción sería avances en la legislación. Suárez opina que es muy importante que se haya aprobado la muy reciente Ley de Transparencia. Con ella se podría conseguir que más áreas en las que hay riesgo de corrupción (sueldos, concesiones de obras, etc.) estén controladas por el ojo público. “Pero también hay que decir que España ha sido de los últimos países en firmar una ley de este tipo, uno ha de preguntarse qué ha pasado en este país todo este tiempo”. PROBLEMAS EN LA JUSTICIA Preguntado por las polémicas alrededor de la Justicia en los últimos meses (con juicios por corrupción a personajes públicos muy conocidos y la controversia alrededor del juez Garzón, por ejemplo), Suárez cree que es importante plantearse la cuestión: “¿Quién controla a la justicia?”. En una democracia “viva y profunda”, todos los poderes han de estar bajo la vigilancia de la sociedad civil, recuerda. En este sentido, no es comprensible la “dependencia política” de los jueces en el Consejo General del Poder Judicial. Claramente identificados como jueces progresistas y jueces conservadores. Con esta politización es lógico, cree Suárez, que el sistema “tendrá problemas para enfrentarse a casos de corrupción que vienen del entorno de la política”. Y añade que “es un tema en el que hay que entrar, pero que parece que es intocable”. “¿La justicia debería ser independiente? Sin duda. ¿Debería estar al margen de la presiones? Sin duda”. “Pero mientras la justicia tenga ese corporativismo y a la vez esa dependencia del poder político, será difícil que se enfrente con valentía a casos de corrupción”. JUECES SENTENCIADOS Y POLÍTICOS ABSUELTOS En cuanto al caso Garzón, juez al que se ha inhabilitado por 11 años (y por tanto, terminó de facto su carrera judicial) por considerarse ilegales sus escuchas sobre el Caso Gürtel, Suárez es cauto: “No entro a valorar si técnicamente [Garzón] lo hizo bien o mal… probablemente mal”. Pero añade que “estamos colando el mosquito y tragando el camello”. Opina que cuesta de entender que se aplauda cuando en el extranjero se juzgan a dictadores ante el Tribunal de la Haya mientras que cuando se dan investigaciones parecidas en España, la reacción sea totalmente diferente. Cree que lo que impide estas investigaciones son “aspectos formales de la forma de instrucción”, pero “nos hemos tragado el gran camello de todo lo que fue la represión tremenda del franquismo”. En la entrevista, Suárez también mostró sus reservas sobre algunas de las decisiones de la Justicia recientemente. “A un presidente de una comunidad que salió elegido por mayoría absoluta, no puedes ponerle en el juicio por presunta corrupción, un jurado popular”, porque posiblemente la mayoría de los que tienen que juzgarle “le habrá votado a él, y en este país en política la gente es entusiasta, los míos son los buenos y los de enfrente son los malos”. Por tanto, cree Suárez, usarjurados populares en casos de corrupción probablemente no sea lo más adecuado. LO QUE INCITA A LA CORRUPCIÓN Preguntado por las causas de la corrupción, Suárez responde remitiendo a las palabras de Jesucristo: “El amor al dinero es la raíz de todos los males”. “Justamente, el dinero ofrece poder, las dos cosas se vinculan claramente” y así lo primero “se convierte en un dios tan absoluto que acaba arrastrando voluntades de todo tipo, por eso hay esa frase tan tremenda que dice que todo el mundo tiene un precio”. La resignación social ante la corrupción de algunos políticos, observa Suárez, puede haber llevado incluso al pensamiento generalizado de “si yo pudiera, haría lo mismo”. “Hay una permisividad hacia la corrupción, que es el mayor problema”. Podemos establecer leyes como la de la transparencia, mecanismo de control dentro de los partidos y las instituciones, “pero si la sociedad civil no tiene una actitud responsable, de control de lo que se está haciendo y de exigencia de rendir cuentas y de tolerancia cero con la corrupción, entonces no tenemos mucho que hacer”. Aún así, Suárez habla de “esperanza” en que la sociedad en España recupere protagonismo y exija responsabilidades. LA CULPA NO ES SÓLO LOS POLÍTICOS Una de las iniciativas para exigir a los partidos políticos que rindan cuentas es el OCI (Observatorio Cívico Independiente). En su informe anual, se llega a conclusiones que hablan de que la misma permisividad que se da en entre políticos e instituciones “la vemos también en la sociedad en general”. “Esto no se dice y a nosotros nos alarma, es algo que hay que reconocer”, dice Suárez. “¿Realmente es más corrupto el político que has cazado que el empresario o el trabajador que defrauda o que se apropia de lo que no es suyo pero que no tiene esa trascendencia [pública]?”. Suárez cree que “no, éticamente no”.

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