La obra del recién beatificado Newman, «una poderosa legitimación del protestantismo», según César Vidal

En su visita a Inglaterra, el Papa Benedicto XVI beatificó al cardenal John Henry Newman en un multitudinario acto. El cardenal inglés es uno de los grandes pensadores católicos ingleses. En parte de su obra, centrada en el desarrollo histórico del dogma, el historiador protestante César Vidal encuentra motivos «que fortalecen» las convicciones protestantes.

MADRID · 27 DE SEPTIEMBRE DE 2010 · 22:00

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La beatificación se produjo gracias al testimonio de Jack Sullivan, un hombre de Boston que afirma haber sido sanado de una dolencia de la columna gracias a la intervención del Cardenal. Aunque los médicos no dan demasiada validez al relato de Sullivan, nada le ha hecho dudar del milagro. «A quienes no tienen fe, no se les puede ofrecer explicación alguna", afirmó. "Y quienes la tienen, no necesitan ninguna explicación». Sullivan, quien tiene 71 años, no se cansa de contar su historia, y asistió al acto de beatificción realizado en Birmingham. Pero ¿quién fue el Cardenal Newman? A esta pregunta ha respondido el historiador César Vidal en un reciente artículo publicado en Protestante Digital, en su columna semanal. NEWMAN, UN AUTOR BRILLANTE Vidal explica que Newman, que procedía del clero anglicano, escribió un libro en el que explicaba su conversión al catolicismo y otro «aporte sensacional al catolicismo con su tesis sobre el desarrollo del dogma». La obra cumbre de Newman, «Apologia pro vita sua» no sólo contiene su desarrollo espiritual, sino una defensa de las doctrinas mantenidas por la iglesia católica que desde la perspectiva protestante se consideran inaceptables. «Para Newman -explica Vidal- era obvio que los primeros cristianos ni creyeron en la Asunción de la Virgen, ni en su virginidad perpetua, ni en la transubstanciación, ni en el culto a las imágenes ni muchas cosas más, pero explicaba ese abismo señalando que en las creencias de los primeros cristianos ya estaba en semilla todo eso y era sólo cuestión de siglos que la semilla fuera dando los frutos propios del catolicismo». Esta es una explicación «disparatada, y sospecho que el mismo Newman lo sabía», agrega Vidal. Newman explicaba en sus escritos cómo Constantino «transfirió a la misma los ornamentos externos a los que aquellos habían estado acostumbrados por su parte». Toda una serie de costumbres, rituales y prácticas que procedían de los cultos a las deidades romanas. Newman consideraba que «son todos de origen pagano, y santificados por su adopción en la Iglesia» en su “Ensayo sobre el desarrollo del dogma”. Esto «desde una perspectiva protestante constituye un argumento poderosísimo para no ser católico», explica Vidal. «¿Cómo se podría confiar en una iglesia en la que se absorbe el paganismo de manera masiva y encima se pretende que la absorción lo legitima? Más bien, una afirmación como ésa constituye una poderosísima legitimación del protestantismo», agrega. Por tanto, concluye Vidal que a la luz de los textos de Newman «la Reforma era obligada, legítima y deseable siquiera para limpiar el cristianismo de todo el paganismo que entró en su seno desde el s. IV». BEATIFICACIÓN Y MITIFICACIÓN Explica Vidal que el reconocimiento del cardenal Newman se ha vendido como el «símbolo del regreso de Inglaterra al catolicismo», algo que «nunca se ha producido», sino más bien lo contrario a lo largo de los últimos siglos, tras la separación de ambas iglesias. «Dar con un símbolo del catolicismo inglés no ha resultado nunca fácil», continúa Vidal. «Los candidatos no sobraban. Tomás Moro fue ejecutado por Enrique VIII –igual que no pocos protestantes– pero tuvo su libro más famoso en el Indice de libros prohibidos hasta que éste desapareció con el concilio Vaticano II y hay que convenir en que no deja de ser peculiar que un santo –y más si se le quiere convertir en un icono nacional– tenga su obra fundamental prohibida por las autoridades de su iglesia». Ante esta ausencia, el cardenal Newman surge como la última baza católica en terreno inglés. Así, se habla de su influencia en un avivamiento católico en Inglaterra manifestado, sobre todo, en el terreno de la literatura. César Vidal continúa su crítica explicando como los autores católicos ingleses no tuvieron demasiado que ver con este supuesto avivamiento. Para ello, menciona algunos ejemplos. G. K. Chesterton «fue un autor notable, pero no deja de ser significativo que su Ortodoxia fuera escrita en 1908, cuando era anglicano y cuando faltaban catorce años para convertirse al catolicismo» y tras su conversión «su altura espiritual se acható de manera notable». Tolkien, autor de El Señor de los anillos, «optó por el catolicismo por influencia materna, pero cuesta trabajo encontrar un ápice de su religión en sus libros» y «no permitió que su fe se filtrara en sus obras». Otro caso es el de Graham Greene, que «sí se convirtió al catolicismo e incluso escribió algunas de las mejores novelas católicas de la Historia como El poder y la gloria». Pero «la conversión le duró poco y al cabo de muy pocos años había dejado de comulgar, según propia confesión, y se proclamó agnóstico durante las últimas décadas de su vida». Finalmente, Vidal referencia a E. Waugh, católico que «no parece que su nueva fe influyera mucho en su homosexualidad. Sé que hay gente empeñada en decir que Retorno a Brideshead es una gran novela católica. Se trata de un texto notable, pero la verdad es que su lectura recuerda mucho al Greene poscatólico ya que difunde la visión propia de un agnóstico». Por tanto, la influencia de Newman «en todos estos personajes es muy distante, sí es que existió, hay que reconocer que si como cosecha literaria en estos autores hay de todo, en términos espirituales, resulta de una pobreza pasmosa». Vidal termina señalando que la beatificación en sí es también un ritual agregado del paganismo, por lo que estimula a volver a la Biblia, «como indicó la Reforma». MULTIMEDIA Puede escuchar aquí la entrevista a César Vidal: Iglesia anglicana: toda la verdad.

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