Franco «regaló» a Hitler una lista de 6.000 judíos españoles

El 13 de mayo de 1941, todos los gobernadores civiles españoles recibieron una circular emitida el día 5 por la Dirección General de Seguridad. En ella había instrucciones precisas para enviar a la central informes de “los israelitas nacionales y extranjeros afincados” en sus provincias, “indicando su filiación personal y político-social, medios de vida, actividades comerciales, situación actual, grado de peligrosidad, conceptuación policial”. El documento está firmado por José Finat Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, y ha sido conservador por casualidad en el Archivo Histórico Nacional, aunque proviene del Gobierno Civil de Zaragoza. Cuando la caída del régimen nazi era una realidad, los mandos franquistas intentaron borrar todos los indicios de colaboración con el Holocausto, pero este texto en concreto ha sido recuperado gracias al empeño de un periodista judío, Jacobo Israel Garzón. Basándose en el documento hallado por Jacobo Israel, el diario El País reconstruyó la contribución franquista a la Solución Final en un especial dominical. ACUERDOS CON LOS NAZIS Finat había conocido a Himmler cuando el alemán vistió España en octubre de 1940. Curiosamente, ambos coincidieron en una corrida de toros en las Ventas, un espectáculo que al invitado le pareció sangrienta. En esa visita, ambos renovaron una vieja colaboración de 1938. Según ese acuerdo, la política política alemana gozaría de estatus diplomático en España, y podía vigilar a los 30.000 alemanes que vivían en nuestro país. LA LISTA… Tras ordenar a los gobernadores civiles la elaboración de la lista de judíos, Finat, muy amigo de Ramón Serano Suñer, fue recolocado como embajador en Berlín, y allí entregó personalmente a Himler el documento con los datos de 6.000 sefardíes asentados en España. El objetivo del texto no era defender al régimen nazi de una posible acción subversiva, sino tener controladas a las personas de origen hebreo en España. “Las personas objeto de la medida que le encomiendo han de ser principalmente aquellas de origen español designadas con el nombre de sefardíes, puesto que por su adaptación al ambiente y similitud con nuestro temperamento”, quienes “poseen mayores garantías de ocultar su origen y hasta pasar desapercibidas sin posibilidad alguna de coartar el alcance de fáciles manejos perturbadores”, incidía la directriz de Finat. Se presumía que la identificación sería más fácil en localidades como Barcelona, Baleares y Marruecos, donde había “comunidades, sinagogas y colegios especiales” antes de la guerra, que en otras. DESTRUCCIÓN DE ARCHIVOS La directiva del conde de Mayalde instaba a actuar con urgencia puesto que los individuos a censar son “peligrosos”. Eso sí, a finales de 1945, con el fin de la II Guerra Mundial, el Archivo Judaico español se ocultó y destruyó. Es más, en el colmo del cinismo, Franco intentó colgarse el galón de ayudar a salvar a los judíos radicados en España. La delegación franquista osó, ante el escándalo de los aliados, pedir compensación por los daños patrimoniales causados por los nazis a los judíos de Tesalónica. El representante inglés, McCombe, recordó en una reunión que España jamás protestó por la persecución nazi a sus compatriotas. MÁS INFORMACIÓN Pueden leer un amplio reportaje sobre este mismo tema en el diario El País, con el título de La lista de Franco para el Holocausto.