La cabaña, best seller de W. Paul Young, un encuentro con Dios que rompe esquemas

La pregunta de dónde está Dios en medio del sufrimiento, es el tema de una de las novelas más vendidas en Estados Unidos, La Cabaña, que acaba de traducir Espasa Calpe al castellano. El libro del autor canadiense William Paul Young, presenta las grandes cuestiones de la fe, con todo su peso teológico, “pero desde una perspectiva tan experimental, que nos sorprenderá por su atrevimiento y honestidad, en una sincera búsqueda de Dios, que no nos dejará indiferentes”, dice el periodista y teólogo Jo

MADRID · 22 DE JUNIO DE 2009 · 22:00

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La cabaña es un libro que va a dirigido a un público amplío, y no específicamente al lector cristiano, ni siquiera la gente interesada en cuestiones espirituales, o esotéricas, sino en cualquiera que lee una novela de misterio. “Es por eso que la publica Espasa y ha sido número uno en Estados Unidos” dice De Segovia. Es una obra que rompe además con el popular prejuicio que muchos tienen sobre la teología. Ya que se atreve a enfrentarse a las principales preguntas de la fe cristiana, desde una perspectiva doctrinal, pero se atreve incluso a especular sobre cuestiones tan complicadas como la relación entre la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre. El best seller ‘La Cabaña’, de William Paul Young, hace que el lector reflexione especialmente sobre una de las preguntas más veces planteada por los humanos, ¿Por qué Dios permite las desgracias y el dolor? Es una novela sorprendente, que parte de lo emotivo para llegar a lo teológico y contestar a un interrogante que inquieta por igual a ateos y creyentes, aunque unos y otros lo vean de forma tan diferente: el sentido del dolor. ¿DE QUÉ TRATA?: LA TRAMA El protagonista de la novela, Mack, tiene motivos sobrados para el dolor. Su vida era casi perfecta, felizmente casado y con unos hijos sanos y alegres. Pero un verano, durante unos días de descanso en un campamento de las bellas montañas de Oregón, la pequeña de la casa, Missy, desaparece. No pasan muchas horas sin que la policía deduzca primero, y confirme después, que ha sido víctima de un asesino en serie largamente buscado. Pero el cuerpo no aparecerá jamás. Comienza entonces para la familia lo que el autor denomina “la gran tristeza”, una enfermedad que corroe el alma y a la que Mack no consigue adaptarse. Le carcome el dolor por la ausencia de la niña, pero también preguntas que dirige a Dios y para las que no consigue respuesta: ¿por qué ella?, ¿por qué yo?, ¿por qué la inocencia perece a manos de la iniquidad? Años después de una tragedia que siente aún vivísima, Mack es convocado misteriosamente a un lugar maldito para él: la cabaña, el lugar donde se encontraron las evidencias físicas del crimen. Acude con el temor de que sea el mismo asesino quien le llama, pero intrigado porque al mismo tiempo la forma de la convocatoria apuntaría a que podría ser Dios. Y lo que se encontrará, tras un emotivo episodio de evocación de su hija y de rebelión contra el Creador por su muerte, es a tres personas: una «enorme y espléndida mujer negra», un hombre que «parecía de Oriente Medio e iba vestido como un obrero, con mono de trabajo», y una «mujer menuda de rasgos asiáticos». LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA Si decimos que en «La cabaña» esos tres personajes representan a las tres personas de la Trinidad, respectivamente Padre, Hijo y Espíritu Santo, podrá pensarse que estamos ante una obra irreverente y blasfema. No es así, aunque desde luego pueda cuestionarse la oportunidad de la caracterización, la necesidad de semejante choque, e incluso la legitimidad de esa antropomorfización. El autor explica, por boca del «Padre», que trata de romper los esquemas sobre lo que pensamos que Dios es. Para muchos cristianos, “utiliza imágenes de Dios que escandalizarán a muchos creyentes, pudiendo ser fácilmente calificadas de irreverentes, e incluso blasfemas. Todo esto hace que éste no sea un libro apto para cualquier lector. Pero si eres capaz de superar estos obstáculos, descubrirás unos sorprendentes diálogos de enorme profundidad teológica...”, explica José de Segovia que añade: “La mayor parte de lo que se dice en este libro, está de acuerdo con la Biblia. La presentación de la Trinidad, se basa en una relación de amor personal, que coincide con el cuadro general de la Escritura”. La trama continúa con las conversaciones entre las tres Divinas Personas, y de ellas con Mack, para explicarle en qué consiste la vida intratrinitaria y también cómo interviene Dios en la vida de los hombres. Lo hace conforme a un plan que los hombres desconocen y por tanto no pueden ni deben valorar, pero que siempre está guiado por el amor infinito de quien es Creador, Redentor y Santificador. «Tratas de dar sentido al mundo en el que vives a través de una visión incompleta de la realidad... El verdadero error de vuestras vidas es que no pensáis que soy bueno. Si supierais que soy bueno y que todo (los medios, los fines y las vidas individuales) está cubierto por mi bondad, entonces quizá confiaríais en mí. Pero no lo hacéis», le dice Dios Padre a Mack. RASGOS DE PROTESTANTISMO Varios comentaristas católicos han criticado la novela por su influencia protestante, en ver la Iglesia como una institución y sistema hecho por el hombre. Lo que Jesús dice en la novela sin embargo es que su Esposa es una Iglesia invisible, en el sentido de que “son personas y sus vidas, una comunidad viviente y en movimiento de todos aquellos que me aman, no edificios ni programas” (p. 187). La Iglesia universal es más amplía que cualquier denominación eclesial, pero también más exclusiva que cualquier iglesia local. Ya que está formada sólo por aquellos que el Señor conoce. La obra del autor encaja perfectamente en la cosmovisión del cristiano, y más aún, la del cristiano protestante, ya que deja claramente visible detalles básicos doctrinales como la no existencia de estructuras religiosas que medien entre Dios y los hombres. En este tipo de fragmentos se aprecia que el autor, padre de seis hijos, es protestante y contrario a la existencia de una estructura religiosa la autoridad de la cual esté por encima de las mismas Escrituras, como sucede por ejemplo en el caso católico. Millones de lectores están encontrando en «La cabaña» una explicación coherente (por más que pueda chocar la forma) a problemas que el ser humano se plantea desde que el mundo es mundo. Ésa es la gran virtud del libro, pero sin desdeñar su valor como novela. La tragedia de Missy toca el corazón del lector con eficacia, resultando una narración de hondos sentimientos por la relación rota entre padre e hija. También para esa historia hay un final en estas páginas. Si triste o alegre, no lo desvelaremos, aunque sí que Mack lo recibirá con el alma en paz. RECOMENDACIONES Quien busque sin embargo en esta obra un tratado de teología sistemática o un libro devocional, para reconfortarnos con pensamientos amables de la vida espiritual, va totalmente desencaminado, dice José de Segovia. “Este es un libro para volcar toda nuestra frustración y desconfianza en ese Dios que no es ajeno a nuestro dolor, sino que lo ha sufrido en el misterio de su Encarnación. Hay que acercase a él con la necesidad desesperada de experimentar el amor de Dios como Padre, aunque se represente como una Madre. Se trata del calor de ese encuentro. Un libro en definitiva, sólo para espíritus inquietos…”, concluye. MULTIMEDIA Pueden escuchar aquí una entrevista de Daniel Oval a José de Segovia titulada La Cabaña (W.P. Young): encuentro con Dios (audio, 7 Mb). Y también pueden leer el artículo de José de Segovia "¿Está Dios en `La Cabaña´?".

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