Kaká y C. Ronaldo, dos vidas y un destino

Dos vidas bien distintas, y un solo destino futbolístico. Para muchos, son la cara y la cruz del fútbol. El brasileño, una persona tímida, casada, poco dado a la polémica, de vida ejemplar fuera de los terrenos de juego, y un ferviente creyente. El portugués, un joven soltero, extrovertido, de fiestas y fuerte carácter. Ambos vestirán la misma camiseta la próxima temporada. Algo más los une: la pasión por el deporte rey y la calidad que atesoran en sus pies, que los ha encumbrado como estrellas.

MADRID · 15 DE JUNIO DE 2009 · 22:00

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Los más de 160 millones de euros que Florentino Pérez ha gastado en sus dos últimos fichajes no ha dejado a nadie indiferente. Kaká y Cristiano Ronaldo son la nueva cara del Real Madrid, uno de los clubes más importantes del mundo y, desde luego, uno de los más ricos. La vida de Cristiano Ronaldo es conocida por su pasión, sus coches (alguno destrozado), sus fiestas y devaneos amorosos (el último con Paris Hilton, mientras se anunciaba su fichaje), y su carácter pasional y fogoso. Pero no todos conocen la historia del brasileño Kaká, Balón de Oro hace dos temporadas y, sin duda, uno de los mejores atacantes que han salido de la siempre fructífera cantera ´canarinha´. KAKÁ: UN MILAGRO LE CAMBIÓ PARA SIEMPRE Octubre de 2000. Se acercaba el debut de Kaká en el primer equipo del Sao Paulo cuando todo estuvo a punto de acabarse. Sucedió una tarde en un parque acuático de Sao Paulo, en el que estaba junto a su madre. El brasileño se lanzó a la piscina desde un tobogán y sufrió un golpe tremendo en la cabeza contra el suelo de la piscina. Le dieron cuatro puntos de sutura y todo parecía normal, pero dos días más tarde empezó a marearse en un entrenamiento y tenía enormes dolores cervicales. Los médicos le descubrieron una vértebra rota. Pudo quedar parapléjico, aunque se salvó de milagro. A partir de ese momento aumentó su fe en el Jesús que le había sido enseñada desde niño, y que ha llegado hasta el día de hoy, como nunca se cansa de recordar: luce una pulsera con el mensaje de «Jesús», sus botas llevan el lema «Dios es fiel» y en una de sus camisetas está escrita la frase: «Pertenezco a Jesús». «Cada uno recibe un don de Dios y el mío es jugar al fútbol», repite Kaká. UN EJEMPLO DE SOLIDARIDAD Tras varias semanas con collarín y un par de meses sin jugar, regresó al primer equipo. Nunca volvió a los juveniles, en los que había hecho amistad con el ex madridista Baptista. Muchas tardes le llevaba en su coche Palio sin aire acondicionado a comer a su casa en el coqueto barrio de Morumbí. Incluso muchos días recogían a más jugadores del juvenil y su madre, Simone, hacía la comida para todos. Kaká nunca se sintió privilegiado por su condición social y ayudaba a los más pobres, lo cual demuestra el carácter humilde de este futbolista. Sin embargo, su debut en Primera se retrasaba y la presión iba en aumento cuando los más apasionados del Sao Paulo empezaron a compararle con Raí, el gran centrocampista del mejor Sao Paulo de Telé Santana. En realidad, Raí era el futbolista ideal para Kaká, y le conoció después de su debut. Su gran presentación fue en la final de la Copa Río-Sao Paulo ante el Botafogo, el 7 de marzo de 2001. Oswaldo Álvarez le sacó en la segunda parte por Fabiano. Perdían 1-0 y él solo le dio la vuelta al partido. También fue en Morumbí, cerca de su casa, en el estadio mágico del Sao Paulo, un coloso de cemento que había visto nacer a una estrella más. Kaká terminó esa temporada como figura indiscutible y 12 goles en su primer año como profesional. EL ÉXITO LLEGÓ CON LA ´CANARINHA´ Todo empezó a ir muy rápido. Su primera convocatoria para la selección absoluta con Scolari fue en un partido ante Bolivia en Goiania, pero lo que de verdad le entusiasmó fue su llamada para el Mundial 2002. Hasta Japón y Corea se marchó Kaká para vivir el título de Brasil, con Ronaldo a la cabeza. Tenía 20 años y sólo jugó unos minutos contra Costa Rica en la primera fase, pero disfrutó igual. Ronaldo le llamaba Kakito y le ofreció la Copa del Mundo para que también la levantase tras ganarle 2-0 a Alemania. En Europa se interesaron por él. Rechazó al Paris Saint Germain, pero un gigante estaba al acecho. Leonardo, el hoy técnico del Milán, le tanteó y convenció a todos, incluido Berlusconi, quien no tardó en decir: «Jamás vi a un jugador así, va a marcar una era». Cerraron la negociación en agosto de 2003. «Lo de Kaká con el Milán fue amor a primera vista», dijo Leonardo. Un amor que duraría varios años y llevaría a Kaká a la cima del mundo… y a otro amor, su novia Caroline Celico, también cristiana evangélica. Afirma que por sus convicciones religiosas llegaron vírgenes hasta el matrimonio. Matrimonio en el que vive su compromiso de fidelidad, sin salir a discotecas y fiestas, salvo cuando va con su esposa. También se le ve siempre en los viajes con su Biblia, su libro de cabecera. Ahora afronta un nuevo reto, en la liga española, con un Real Madrid que espera volver a reinar en España y en Europa. Aunque para él, psoiblemente más importante será dar testimonio de su fe en Jesús, dentro y fuera del campo. Lo que es seguro es que en el Real Madrid, como en Milanello y San Siro, su taquilla estará decorada con salmos de la Biblia, y adhesivos con la frase ´Dios es fiel´. Y que seguirá dando parte de su dinero para la Iglesia evangélica de la que es miembro (Renacer, en Brasil), así como para obras benéficas.

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