Jesús instituye a los doce

En el seguimiento aparece implicado un modo alternativo de entender la existencia que descentra y desinstala la vida situándola en estado de misión.

25 DE ABRIL DE 2021 · 12:00

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Imagen de Natalie Pedigo en Unsplash.

“Después subió al monte y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro, a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita y Judas, el que le entregó. Y vinieron a casa”. (Marcos 3:12-19)

Jesús escogió, de entre un grupo más numeroso, doce discípulos. Esta designación ocurrió en un lugar y una fecha concretos. Representan a las doce tribus de Israel como germen del nuevo pueblo de Dios renovado y definitivo. Con ellos comienza la nueva creación, porque el reino de Dios que proclama Jesús no puede quedarse en el nivel de las meras palabras, sino que ha de tomar cuerpo. Sólo se puede saber que el reino de Dios se ha acercado si hay una comunidad (El nuevo Israel) que se atreve a abandonar su vieja condición y se deja unir por la guía y el poder de Jesús1.

Esta iniciativa del Señor es un provocador desafío a las instituciones judías, porque supone desechar definitivamente los odres viejos de las antiguas instituciones (antigua alianza) para reunir en torno a sí a un pueblo renovado (nueva alianza). En la llamada de Jesús aparecen implicadas dos actividades fundamentales:

Estar con él” (cercanía). Indica la proximidad de los discípulos al Maestro. No se trata de seguirle de cualquier manera, se trata de hacerlo desde una relación de intimidad, desde un estar junto a él y caminar desde su presencia2. La lejanía en el seguimiento de Jesús llevó a Pedro hasta la negación del Maestro (Mr. 15:54 – “… Pedro le siguió de lejos”).

Enviarlos a predicar” (movimiento). No se trata sólo de estar donde está Jesús sino de ir donde él va acompañándole en el camino, porque en el seguimiento aparece implicado un modo alternativo de entender la existencia que descentra y desinstala la vida situándola en estado de misión.

Jesús no justifica la elección de los doce por méritos genealógicos o de cualquier otro tipo. No pide el currículum a ninguno de los escogidos. A partir de este momento sus personas y sus vidas se orientan hacia el futuro sin apoyarse en los pilares socio-religiosos de Israel, porque el sostén más firme con el que cuentan es la palabra y la autoridad de Jesús que llama e invita al seguimiento.

 

1 G. Lohfing. ¿Necesita Dios la Iglesia? San Pablo 174-175

2 J. M. Castillo El seguimiento de Jesús. Sígueme. 21

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