Honrar, aprender y avanzar

Dos aniversarios, el 40º de la Constitución y el 50º de GBU, nos da pistas sobre cómo los evangélicos podemos marcar una diferencia.

10 DE DICIEMBRE DE 2018 · 16:01

Momentos del homenaje a los 50 años de GBU. / GBU, Forum,
Momentos del homenaje a los 50 años de GBU. / GBU, Forum

Las celebraciones en España por el 40ª Aniversario de la Constitución han traído cierta controversia.

Más allá de las diatribas ventajistas de algunos políticos, se presentó un debate de fondo del máximo interés. Hay una realidad inapelable: el tiempo ha pasado y quienes irán ocupando de forma natural el espacio político en la próxima década serán personas que no han vivido el momento de la Transición. Quizá todavía algunos contarán con cierta experiencia desde la niñez, pero poco a poco, el recuerdo de lo que se vivió durante aquel convulso y emocionante tiempo se formará a partir del imaginario que como país, como espacio común en el que convivimos, se pueda construir. En este sentido, surge la necesidad de explicar -explicarnos- nuestra historia, algo que en España no solemos hacer de la mejor forma y por lo que pagamos consecuencias.

La construcción de este relato se ve amenazada por varios factores. Por una parte, hay en sectores amplios de la generación millenial (que en 2020 ya estará rondando los 40) una visión cínica, marcada por el fracaso de muchos de los anhelos de prosperidad en los que esta generación ha crecido, que no se han cumplido. Los nacidos en los 80, ya en democracia, se sienten engañados porque la promesa de bienestar no se ha cumplido y cuesta imaginar que ya puedan construir un futuro que pueda corregir esta trayectoria insatisfactora que les lleva, irremediablemente, a saber que vivirán en peor situación económica que sus padres.

Esa insatisfacción es un factor que se transforma en acusación hacia un modelo de país construido, entre otras cosas, a partir de esa Constitución que “no hemos votado”, expresan muchos. Lo que podría derivar en una acción reformista constructiva se transforma en ese cinismo que desprecia el pasado y no confía en la capacidad de construir. Esta desconfianza en la institución forma parte de nuestro tiempo y es el terreno donde crecen con facilidad los extremismos.

Uno de los problemas que se plantea, en el fondo, está en decidir si la base de libertades, derechos y deberes de la Constitución son un elemento ya caduco, o con la posibilidad de desarrollar un futuro común que pueda ilusionarnos.

En los reportajes publicados en Protestante Digital esta semana hemos sumado varias voces que opinan sobre la Constitución y ofrecen perspectivas diversas. En un momento en el que los partidos políticos muestran una gran inestabilidad, sería interesante que como evangélicos hagamos una reflexión profunda que nos ayude a mostrar un discurso constructivo hacia nuestro país, que nos diferencie de los extremismos políticos y pueda contribuir al “bienestar de la ciudad” que habitamos (Jeremías 29.7).

Mientras en el ámbito nacional se recordaba la Constitución, en la ciudad de Cullera (Valencia) había otra efeméride señalada en nuestro calendario. Los Grupos Bíblicos Unidos (GBU) han celebrado su 50º Aniversario en el evento #Forum18. La celebración fue una excelente oportunidad para honrar el pasado, con la presencia de tres de los cuatro fundadores del movimiento. Esto se hizo sin mitificar el pasado, sino que en el homenaje se admitieron errores y dificultades, así como que esta obra ha sido hecha por miles de “granos de arena” que han contribuido a una obra duradera y fructífera.

Finalmente, todo el evento se enfocó en el presente y futuro inmediato, con los retos que se presentan para el evangelio en el mundo y, en concreto, para nuestro país.

Este enfoque netamente evangélico es el que deberíamos ser capaces de aplicar a otros contextos. Ayudemos a nuestra sociedad a honrar la valentía de quienes fueron capaces de salir de una dictadura y vencer al miedo para construir algo mejor. Seamos a la vez autocríticos, para admitir aquello que no se ha hecho bien, y no caigamos en la inútil idolatría hacia un pasado inexistente. Pero sobre todo, eliminemos cualquier cinismo de nuestra actitud. Que seamos capaces de señalar que hay esperanza, porque como decía recientemente Jaume Llenas: “Somos responsables de traer esperanza a la nueva generación”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Honrar, aprender y avanzar