Esta noche hace frío

Nuestra humanidad vive una noche cada vez más oscura y gélida. 

Redacción PD

31 DE DICIEMBRE DE 2017 · 17:00

Maria Mekht / Un splash,cerezas heladas
Maria Mekht / Un splash

Como todos saben, el año natural representa lo que tarda el planeta Tierra en dar la vuelta completa alrededor de la estrella Sol. Al ser una circunferencia (o una elipse), cada cultura hace el corte de “viejo” a nuevo” cuando quiere o su tradición indica; pero la realidad es que damos vueltas en círculo en el espacio.

Es decir, es un cálculo artificial, como artificial es el calendario y la fecha de “fin de año”, o si nos apuran la vida misma en muchos aspectos que ha construido nuestra humanidad.

Sin embargo, algo que coincide en todas las culturas, épocas y sociedades, es el inicio del nuevo día (vamos a dejar los polos para no liarnos con una excepción geográfica).

Y ese día lo marca la aparición o desaparición del sol en el horizonte. Curioso que el sol siempre está "ahí", pero sólo se nos hace visible durante el día (y de forma indirecta, como reflejo, en el espejo de la luna durante la noche).

Nuestra humanidad está viviendo una noche cada vez más oscura y fría. Podemos hablar de desastres en las relaciones familiares y personales, pese a las imágenes de risas y regalos navideños. De crímenes de quienes abusan de su autoridad, de una vida dominada por el imperio del poder político y económico abusivos. De quienes asesinan a mujeres, jóvenes o niños. De hambrunas crueles frente a harturas odiosas. De destrucción de la maravilla de la naturaleza que se nos dio como un don. O de esa otra destrucción que son los valores éticos y de convivencia en los que se sustentan la familia y la sociedad. Del silencio de muchos hombres buenos de la fe, ante la orquesta del ruido de los maestros de la demagogia.

También el frío de nuestras propias luchas y contradicciones, errores, circunstancias difíciles. O las que afectan a quienes amamos; o a quienes son nuestro próximo.

No podemos ignorarlo. Ni mirar con disimulo hacia otra parte, pese a ser hoy -31 de diciembre- el día en que "debemos celebrar", porque así viene escrito en la agenda oficial de nuestro tiempo.

Esta noche hace frío, y no parece que la luz vaya a encenderse y venir para dar calor a nuestros corazones ateridos.

Pero en una situación de catástrofe similar, tras la muerte del sol de justicia[i] que sumió en tinieblas Jerusalén, en contra de toda probabilidad resurgió la luz y el calor en los corazones, en Emaús:

Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente (Lucas 24:32-34)

Hace frío esta noche, sí, pero verdaderamente el sol de justicia ha resucitado, y el día y el calor moran en el hogar de los corazones que le oyen, y que abren las Escrituras.

Hay un día nuevo encendido en el interior de quienes se han encontrado (han sido encontrados) en su camino con el Jesús resucitado, Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Hay aún esperanza para el hombre. Aún hay motivo para la fe en este mundo. El amor, el verdadero amor, reina para la eternidad. Una vez que esta breve noche termine y un infinito de luz junto a Él sea una experiencia real. En los nuevos cielos y la nueva tierra, para quienes hayan dicho de corazón y de rodillas, como Tomás al ver a Jesús en su cuerpo resucitado, “Señor mío y Dios mío”.

¡Sí! Hay motivos para celebrar el día, cada día, pero en la agenda del Dios sin tiempo, del "Yo soy el que soy".

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