Mujeres abandonadas por tener zika: parábola

Parafraseamos al buen samaritano: “una mujer enfermó en el camino. Pasaron el marido, el político y el religioso, sin pararse a ayudarla. Sólo fumigaron la zona para evitar contagios.”

08 DE FEBRERO DE 2016 · 17:00

Una madre brasileña abraza a su hijo con microcefalia,microcefalia, vrus zika
Una madre brasileña abraza a su hijo con microcefalia

La noticia de mujeres embarazadas en Brasil, y afectadas por el Zika, que son abandonadas por sus parejas masculinas al saber que sus hijos tienen o pueden tener microcefalia nos ha llamado no sólo la atención, sino dolido en extremo.

Es como la señal de alarma de otras muchas situaciones que se viven en todas las sociedades y en las que la mujer (las mujeres) sufren las consecuencias de circunstancias que le son ajenas, pero que finalmente caen sobre sus hombros.

Dicho sea de paso, son mujeres de clases sociales pobres las más afectadas por el virus Zika, al vivir en condiciones menos salubres, en las que la propagación de la enfermedad a través del mosquito es más posible y frecuente.

Pero más allá de eso, es evidente que muchos varones se desentienden por completo de su responsabilidad: no sólo con el niño, sino que entregan a la desprotección a la mujer que han dejado en estado de gestación. A la misma que deberían amar y cuidar.

La sociedad tampoco parece que vaya a apoyar a estas mujeres que afrontan más allá del embarazo un hijo con microcefalia, y que será una carga para sus vidas.

Y la moral y situación legal sólo les exige que sigan adelante con una situación en la que todos (o casi todos) se marchan a la hora de asumir lo pesado de la carga, pero sí exigen que la mujer asuma las consecuencias del mal que afecta a todos.

Hoy en día, aplicada a esta situación, parafraseamos la parábola del “buen samaritano” de Jesús, que diría así: “una mujer embarazada caminaba hacia su hogar, cuando quedó enferma y abatida en el camino. Y pasaron a su lado el marido, el jurista, el político y las personas religiosas, y ninguno se paró a ayudarla. Sólo fumigaron la zona para evitar más contagios.”

Ojalá que los cristianos, las iglesias, sepan entender y extender su mano. Ir más allá del “no al aborto” para convertirse en agentes del amor de Dios, del sí a la vida en su conjunto, incluyendo la de estas madres abandonadas a su suerte, con la carga de su hijo sobre sus espaldas.

Porque esas mujeres representan a otras muchas, esforzadas, calladas, valientes, que llevan adelante en solitario el peso de responsabilidades que deberían ser compartidas con los hombres que las han abandonado. Sigan o no conviviendo con ellas.

Todos, iglesias incluidas, deberíamos reflexionar sobre esto mirando a nuestro alrededor. Preguntémonos quién está siendo el buen/a samaritano/a que Jesús puso como ejemplo a seguir en el deber de amar a la persona próxima. Y seguramente todos debamos arrepentirnos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Mujeres abandonadas por tener zika: parábola