¿Informamos u opinamos?

A veces los lectores confunden la información que publicamos con la apologética, la opinión de nuestros colaboradores con la línea Editorial, y finalmente churras con merinas.

Redacción PD

30 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 21:00

,lápices, colores

- “¿Sabe usted la diferencia entre indiferencia e ignorancia?” Pregunta el periodista.

La respuesta del interlocutor: “Ni lo sé, ni me importa!”.

Es un chiste, pero podría aplicarse al tema que queremos tratar, y es la diferencia entre información y opinión.

Cualquier medio de comunicación serio se fundamenta en diferenciar estas dos áreas. No sólo en los contenidos que publica, sino incluso en la estética de ambas áreas, de forma que estén claramente diferenciadas (así lo hacemos nosotros).

¿Por qué? Muy sencillo. La información es contar lo que ocurre, y esto no es opinable, son hechos objetivos.

En cambio la opinión es libre. Es la interpretación que cada cual hace de los hechos, de las actitudes, de la ideología.

Podemos complicarlo un poco: la información siempre tiene un sesgo. En lo que se publica o no se publica. Y en la forma de contarlo, la perspectiva. Pero en ningún caso se opina más allá de este sesgo, eso entra dentro de la manipulación ideológica, la chapuza periodística, la falta de seriedad profesional. Algo que lleva al descrédito de cualquier publicación.

Por ejemplo, podemos contar que hay una “unión polígama de tres mujeres en Brasil”. No es una cuestión de opinar sobre la moralidad o inmoralidad del hecho, o la postura cristiana al respecto. Es difundir lo que está ocurriendo. No significa que el medio esté de acuerdo o en desacuerdo con esta circunstancia, sino que lo transmite para que se esté al tanto de lo que está pasando.

También es cierto que la opinión tiene límites, los que marca la línea de la propia publicación filtrando quiénes son sus colaboradores habituales, y seleccionando los artículos que publica.

Un colaborador de una revista católica no escribirá que el Papado es el Anticristo; y a la inversa, un autor protestante no defenderá el papado como verdad bíblica. Sí hay más libertad en los lectores, que tienen el derecho a cuestionar -desde el respeto- cualquier idea y defender las suyas.

Finalmente, para marcar aún más la línea de una publicación está el Editorial. Es la opinión del medio, donde se define por encima de la información e incluso de sus colaboradores (de hecho, siempre se pone al pie de cada artículo que los artículos de opinión publicados no tienen que coincidir o expresar la postura del medio).

Algunos lectores a veces confunden la información que publicamos con la apologética (un tipo de opinión), la opinión de nuestros colaboradores con la línea Editorial, y finalmente churras con merinas (o galgos con podencos, pongan el ejemplo que quieran).

Y eso no es en sí malo ni bueno, pero nos aleja de la realidad de qué es este medio, plural en lo secundario, abierto a las opiniones (acertadas o no) de quienes colaboran habitualmente (y aquí rompemos una lanza por el derecho a equivocarnos, especialmente los más jóvenes) pero en cualquier caso un medio serio, riguroso, que diferencia información (que intentamos que sea diversa y variada) de la opinión, que tiene límites dentro de una cosmovisión bíblica concreta en la que nos alineamos, pero que es tan diversa como creemos que es aceptable.

Nuestra línea está muy clara. 

Por eso pedimos por un lado comprensión de nuestro trabajo. Y por otro que se valore el conjunto sabiendo separar cada uno de estos aspectos.

Será bueno para todos. También para el Evangelio en el que creemos quienes creemos. Muchas gracias.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - ¿Informamos u opinamos?