Armas de fuego y armas espirituales

El acceso casi universal a armas de fuego forma parte de la cultura en Estados Unidos, pero ésta necesita ser redimida.

02 DE OCTUBRE DE 2015 · 10:04

Algunos de los rescatados tras el ataque en la universidad de Oregón. / Agencias,
Algunos de los rescatados tras el ataque en la universidad de Oregón. / Agencias

Una vez más, Estados Unidos enfrenta la tragedia. Sólo unos meses después de lo sucedido en Charleston, donde un joven asesinó a nueve personas que asistían a un estudio bíblico, otro joven efectúa una acción similar. Según la investigación, el ejecutor – que murió en el enfrentamiento con la policía – seleccionó a sus víctimas de acuerdo a su credo. A quienes se declaraban cristianos, les disparó en la cabeza.

Desde la masacre de Columbine, el 20 de abril de 1999, la sociedad estadounidense ha enfrentado casos similares, que una y otra vez ponen en cuestión la laxa regulación de armas de fuego. Virginia Tech, la escuela primaria de Sandy Hook, la Universidad de Texas, Aurora, Oakland, Charleston y ahora, Umpqua ensombrecen la actualidad de un país donde la libertad de mercado, en este caso, se ha puesto por encima de la protección de sus ciudadanos.

Como cristianos, no podemos sino entender que estos ataques tienen un importante componente espiritual. Varias de estas matanzas han sido por un odio profundo de los asesinos hacia los cristianos. Causa impacto el testimonio de las familias afectadas, orando juntas y perdonando a los agresores, algo que por habitual no deja de ser una clara muestra del poder del evangelio en la vida de cada persona.

Sin embargo, la lectura social es también necesaria y relevante. A pesar de los argumentos esgrimidos por quienes defienden el acceso actual en Estados Unidos a las armas de fuego, todo se viene abajo cuando la tragedia golpea. Ningún país desarrollado sufre tan a menudo matanzas de este tipo, como ha dicho el presidente Barack Obama.

El acceso casi universal a armas de fuego forma parte de la cultura, pero ésta necesita ser redimida. Resulta extraño observar que un país en el que la presencia de cristianos es mayoritaria no se toman medidas gubernamentales para controlar una industria que se mancha de sangre inocente con cada tragedia. Se echa de menos el liderazgo de cristianos como Martin Luther King, a quienes su fe contagie y mueva a la sociedad a un cambio profundo, para derrocar leyes injustas y que se oponen al carácter de Jesús.

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