El virus del Ébola ¿vino para quedarse?

Hay muchas preguntas que se piensan y no se hacen, y medias respuestas. Aquí le decimos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

07 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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	Micrograf&iacute;a electr&oacute;nica de color realzado de part&iacute;culas de virus del &Eacute;bola. / Wikipedia</p>
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Micrografía electrónica de color realzado de partículas de virus del Ébola. / Wikipedia

No cabe duda de la contagiosidad y letalidad del virus del Ébola, especialmente en la cepa que causa la epidemia actual. Pero la gran pregunta que le está surgiendo a muchas personas es ¿podría salir de los cuatro países africanos actualmente afectados? Una cuestión que se acrecienta al declarar la OMS emergencia sanitaria internacional. La respuesta: es difícil, pero no imposible. Así de sencillo. Les ponemos un caso hipotético. Alguien se contagia en África y viaja a otro continente. No tiene síntomas porque puede tardar hasta 21 días en iniciarlos (y comenzar entonces a ser contagioso). Nadie le detecta fiebre, y pasa desapercibido por lo tanto en los controles. Después comienza a sentirse mal, tener fiebre, y aguanta por miedo a que le aíslen, o por inconsciencia, o pensando que quizás es una gripe. Tras un periodo en que sí es fuente de contagio para quienes le rodean, cuando realmente se encuentra mal y acude para recibir tratamiento habrá estado en contacto con muchas personas. Piensen si ha estado en un mercado, viajado en un medio público (avión, metro, autobús), o asistido a un cine. Poder saber quiénes han podido estar cerca será más que complejo. Y de nuevo el ciclo se repite. Sin duda son circunstancias que deben encadenarse unas a otras, por lo que es difícil que ocurra. Pero a la vez es sencillo entender que no es imposible. Varias consideraciones. Una, sólo importa realmente la salud de los países africanos cuando afecta a los países con recursos. En cualquier caso, la mejor actuación es ir al foco y ayudar a que se extinga. Otra, no debe cundir el pánico. Sólo esperar a que las medidas tomadas (acertadas) surtan efecto, y estar pendientes de saber si ocurren o no casos que supongan una extensión de la epidemia fuera de África. En tercer lugar, este mundo globalizado donde el hombre se siente poderoso y controlador, no es más que un ordenador al que un simple virus puede alterarlo por completo. Esperamos (y creemos) que no pasará nada mundialmente grave, pero la posibilidad está ahí. El hombre es un suspiro y nuestra sociedad del bienestar y la seguridad poco más que un sueño del que podemos despertar en cualquier momento para vivir una pesadilla. Y finalmente, ante la muerte que a todos nos llegará tarde o temprano, no podemos dejar de recordar (como ha hecho John Pipper) que hay un virus mucho más letal que el Ébola porque destruye al ser humano para la eternidad. Un hombre obtuvo el antídoto, pero pagando con su vida el precio de lograrlo: su propia sangre. Es la sangre de Jesús el único anticuerpo que neutraliza el virus pK2 para darnos vida eterna. Porque estuvo expuesto y lo venció, no murió, sino que volvió a la vida. No dejes de recibirla, porque de este virus sí estamos todos infectados. Y es muy contagioso (*) (^) Para instrucciones de cómo obtener y aplicar el antídoto, lea el prospecto del Dr. Lucas (u otro evangelista).

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