Oramos por los políticos

La política que predomina hoy en día no es el servicio al ciudadano, sino una guerra ruin. No decimos los políticos, porque los hay que querrían otra forma de ejercer su servicio.

09 DE FEBRERO DE 2014 · 23:00

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Hay un dicho: cuando quieras acabar con una idea, crea una Comisión para llevarla adelante. Es bastante cierto la mayoría de las veces. Casi siempre, los proyectos avanzan porque tienen cara y ojos (y sobre todo, espíritu y corazón). La propia Biblia nos muestra a un Dios eligiendo personas, nunca Comités, Juntas Directivas, o Grupos de trabajo. Lo cual no quiere decir que quien asume una tarea deba saber crear un equipo, en el que incluso él o ella deben quedar en segundo plano. Es más, a menudo es la única forma de llevarlo adelante. Hoy queremos añadir otra frase a la anterior: para acabar con un proyecto, lánzalo a la arena política. Politiza la política. Convierte el proyecto en un terreno de batalla de intereses contrapuestos. Por ejemplo, la Reforma de la Ley del aborto. ¿Quién se atreve a decir que la mujer no tiene derecho a decidir? Nadie. ¿Quién sería tan cruel que afirme que la vida del no nato no tiene derecho a existir? Nadie. ¿Quién negaría que una madre, especialmente con circunstancias sociales, personales o de otro tipo, tiene todo el derecho a recibir toda la ayuda necesaria? Nadie. Y sin embargo, en la tensión que surge entre estas tres verdades nace un debate enconado, absurdo, vacío, y con motivos esencialmente egoístas. No vamos a entrar a posicionarnos en puntos concretos (ya lo hemos hecho en otras ocasiones), pero defendemos sin duda alguna las tres preguntas y sus respuestas antes expuestas. Y creemos que todas son compatibles, o al menos pueden armonizarse si todos (políticos, mujeres, hombres, leyes) nos ponemos del lado de la vida del nacido y del no nacido. Pero no, lo que hay es un falso debate en el que la disculpa es el aborto para morder en la yugular al contrario, para gritar en lugar de dialogar, para etiquetar en vez de entender. Porque la política que predomina hoy en día no es el servicio al ciudadano (nacido y no nacido), sino una guerra ruin. Y decimos "la política" y no decimos "los políticos", porque nos consta que los hay que querrían otra forma de ejercer su servicio, pero el sistema les expulsaría si quisieran aplicarlo en serio. Pero rogamos a Dios por estos políticos, conforme a su corazón, que quieren servir al pueblo, cuidar al débil, vendar a la perniquebrada, sanar al enfermo. Políticos sin duda imperfectos como lo somos todos los seres humanos, pero conformes al corazón de Jesús.

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