Santiago: tristeza, valor y esperanza

Tras el accidente ferroviario en Santiago de Compostela.

A CORUÑA · 25 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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	Escena de dolor a las puertas de un hospital de Santiago de Compostela / El Mundo</p>
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Escena de dolor a las puertas de un hospital de Santiago de Compostela / El Mundo

El pueblo gallego vive una de las semanas más duras que se recuerdan a causa del accidente de tren. Unas horas antes de la fecha festiva por excelencia de la comunidad, el día de Galicia, más de ochenta personas perdían la vida en el trágico accidente que ha conmocionado a toda España. Dicen que las desgracias muestran el carácter de un pueblo. En este sentido, son muchas las voces que han destacado la respuesta de los vecinos de Angrois ante lo que sucedía. Héroes anónimos que fueron los primeros en acudir al rescate de las víctimas de un accidente violento, en una situación que sin duda nunca olvidarán. Es de destacar la labor de las fuerzas de seguridad del Estado, los bomberos, los asistentes sanitarios y de Urgencias... La maquinaria pública se puso en marcha con celeridad para atender a los heridos. Miles de personas se agolpaban en los hospitales y centros de donación para ayudar en lo posible. Son gestos que, todos ellos, reivindican el valor de la solidaridad y el apoyo mutuo, tan necesario ante las dificultades. Conviene también destacar labor del funcionariado, motor de un sector público golpeado en estos tiempos en los que los recortes se aplican a colectivos profesionales sin valorar todas las consecuencias. Desde Protestante Digital queremos también expresar nuestra condolencia hacia tantas personas que se han visto afectadas con la pérdida de amigos y familiares. No olvidamos tampoco a aquellos que siguen esperando noticias sobre víctimas, aún sin identificar, y a los que viven la angustia de esperar la evolución de la salud de las 87 personas que continúan ingresadas. Algo más queremos decir. Aunque sabemos que, como decía Jaime Fernández Garrido en su columna semanal, “hay tristezas que no se resuelven con palabras o cariños”, éstas sí nos sirven a nosotros para reflexionar. Las desgracias y accidentes que ocurren a nuestro alrededor nos recuerdan la fragilidad de la vida humana. Somos “como neblina, que aparece por un tiempo y luego desaparece” (Santiago 4.14). Las tragedias nos hacen más conscientes de que, así como hoy estamos en esta tierra, en cualquier momento puede tocarnos dejar la vida terrenal. Entonces aprendamos a vivir como deseaba Moisés, contando nuestros días de forma “que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Para nosotros, esa sabiduría se encuentra en Jesús, que nos ofrece sentido a nuestra existencia y una firme esperanza en el más allá. Foto: En valle de sombra - Ilustración de Natalia Rosales Art&design Ilustración deNatalia Rosales Art&design

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