Vírgenes y prostitutas

Vírgenes mal vistas y prostitutas de lujo. La normalidad del mundo al revés, o más bien todo lo contrario.

03 DE JUNIO DE 2012 · 22:00

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	Imagen coloreada de agua mezclada con aceite</p>
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Imagen coloreada de agua mezclada con aceite

Estos días hemos publicado dos noticias totalmente contrarias. Ambas han tenido bastante impacto y difusión en cuanto a lecturas y en las redes sociales. Por un lado, hemos visto la práctica de universitarias que llevan una doble vida como prostitutas de lujo para lograr ingresos extras y “vivir mejor”. Ya que el sexo es “libre”, ¿qué mejor que utilizarlo en beneficio económico propio? Una idea que no genera un excesivo rechazo en la sociedad, quizás sólo -y no siempre- en la familia cercana. Frente a esta idea, la atleta y plusmarquista norteamericana Lolo Jones defiende su ideal por llegar virgen al matrimonio. Como cristiana evangélica, acepta y lucha por el ideal de no tener relaciones sexuales hasta su boda. Algo llamativo en una chica guapa, de carácter alegre y abierto, famosa, y que según ella misma declara es presionada (incluyendo la burla) para que no sea mojigata y acepte el sexo antes de casarse. En el fondo vemos la lucha entre dos estilos de vida. El “bebamos y comamos que mañana moriremos” del relativismo absoluto del disfruta aquí y ahora al máximo; contra una vida con referencias y valores definidos, que desde luego significa luchar e ir contracorriente del relativismo imperante. No vamos a entrar en la ética sexual, ni las bases que en este área aporta la fe cristiana (que no la religiosidad cristiana). Sólo apuntar que frente a la clásica religión puritana que miraba mal y marginaba a quien tenía relaciones antes del matrimonio, se ha implantado la religión totalitaria de ver mal a quien tiene algún tipo de creencia contraria al permisivismo absoluto. Incluso se ve bien el aprovechar la amoralidad, al estilo de los universitarias prostitutas. Pero no debemos de señalarlas a ellas como señal, sino como consecuencia. Porque la realidad que nos envuelve es que vivimos una economía prostituida, en la que bancos, entidades, empresas y familias se han vendido por dinero. La amistad, el amor y las decisiones de la vida hoy más que nunca tienen un precio. Y todo se compra (o es comprado) por dinero para lograr el “amor incondicional” de partidos políticos, poderes judiciales, medios de comunicación, Bancos, y demás instituciones. Las prostitutas universitarias no son más que el pálido reflejo del resto de la sociedad que nos rodea. Personas como Lolo Jones hoy más que nunca son un faro que señalan que el verdadero amor ni se compra ni se vende; y que la “opción Jesús” (no el puritanismo) es más que nunca el camino, la verdad y la vida. Aunque sea a contracorriente.

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