Aireando diferencias

Este domingo 1 de mayo se inicia un debate argumental sobre dos diferentes perspectivas de Biblia, mujer e Iglesia.

30 DE ABRIL DE 2011 · 22:00

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Es Amable Morales quien responde a la serie que hace semanas empezó Luis Marián sobre este tema. No son visiones opuestas, pero sí claramente diferentes en su perspectiva. Dos personas colaboradoras cercanas desde hace tiempo con este diario, y entrañables amigos en el terreno personal de esta redacción, además de reconocidos ministerios ¿Por qué les decimos todo esto? Fundamentalmente para informarles. Pero también para resaltar una vez más la normalidad de la pluralidad. Normalidad de no pensar igual, y poder expresarlo. Se puede anunciar libertad, pero en la práctica censurar en lo secreto líneas concretas de pensamiento, o personas. No ha sido ésta nunca nuestra línea. Ahí está ese otro debate entre Pablo de Felipe y Antonio Cruz sobre ciencia y fe, en torno a los orígenes de la creación y el ser humano. Normalidad también en distinguir entre lo esencial y lo importante. Podemos debatir en cuestiones que nos importan –y mucho- siendo todas las partes en discusión miembros de la misma fe, y sabiendo que lo que está en juego no es lo esencial de la fe bíblica en el Jesús de los Evangelios. Normalidad en tercer lugar en saber discrepar con pasión pero con respeto y rigor. Algo en lo que todos estamos aprendiendo, pero que sólo podemos agradecer a los ya mencionados por ser un ejemplo de cómo hacerlo. Y por último una normalidad que en nada rompe la unidad de lo que creemos y somos. A menudo se entiende como “romper la unidad” el hercho de debatir en público. Pero los temas importantes deben ser debatidos, y no a escondidas, en las bases que antes hemos mencionado. Porque la unidad basada en el silencio es ese tipo de unidad que muestran las alineadas tumbas de los cementerios. Hay quien la defiende, con diferentes maneras de imposición activa o pasiva. Pero la unidad real es la basada en el debate, en el diálogo, en el razonamiento. Es compleja pero está llena de vida. Y Jesús es la vida.

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