España: intelectuales y protestantes

Dos términos que se han querido ver contrapuestos, tanto desde la sociedad española como desde el propio seno de los evangélicos. Y que no lo son.

24 DE ENERO DE 2011 · 23:00

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Y no hay unión más estrecha. Allí donde el cristianismo protestante ha arraigado en sociedades sin formación, hombres, mujeres y niños han aprendido a leer; siendo el caso más cercano el de la Iglesia gitana evangélica. Las primeras tres mujeres licenciadas por libre en la Universidad española fueron tres evangélicas, con otra evangélica como profesora (Alice Gordon Gulick). No sólo esto, en sus raíces el protestantismo fue de la mano de los intelectuales de su tiempo. Lo fue Lutero (además de fraile, el primer traductor de la Biblia al alemán). Lo fueron los padres de la Reforma en Europa. Y lo mismo ocurrió en España, donde a pesar de la masacre humana, social y cultural que supuso la Inquisición (esa institución rosa según algunos) el fruto de la labor de quienes sobrevivieron en el exilio es inconmensurable. Porque la Reforma arraigó mayoritariamente entre la clase noble e intelectual, incluyendo la eclesiástica. Resulta impresionante su pensamiento y labor. Es en el ambiente de libertad religiosa y académica actual que la editorial Eduforma presentará su colección «Obras de los Reformadores Españoles del siglo XVI» el próximo lunes 31 de enero en el paraninfo de la Complutense de Madrid. Obras de Juan de Valdés, Antonio del Corro o Casiodoro de Reina, entre otros. En el mismo lugar, y al acabar el anterior acto, será otro intelectual, Francisco Ruiz de Pablos, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, Catedrático de Latín en Ávila y traductor intérprete jurado, recibirá el Premio Unamuno amigo de los protestantes. Un gesto de gratitud a alguien tan grande en su talla profesional y humana como sencillo, que precisamente ha sabido encontrar y ahondar sin prejuicios en un trabajo que resumiríamos como un WikiLeaks histórico del protestantismo español, con catedráticos en vez de hackers. El marco del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid logra el escenario perfecto para estos dos eventos unidos entre sí. Supone que los disidentes, herejes, proscritos y exiliados vuelven a casa, al hogar que siempre les correspondió, el del debate riguroso, la crítica razonable y razonada, el vencer por convencer. Agradecemos profundamente este abrazo académico y acogedor que normaliza el olvido para convertirlo en presencia, tira la mordaza para ofrecer el altavoz, y transforma la sordera del alma en escucha respetuosa. Un pequeño paso para el protestantismo, un gran paso para la Universidad.

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