Domingos sangrientos

Nos ha conmovido y lleno de satisfacción que líderes religiosos protestantes de Irlanda del Norte se reuniesen el pasado martes 15 de junio con las familias de las víctimas del "Domingo Sangriento", en un gesto de reconciliación entre las dos comunidades históricamente enfrentadas.

21 DE JUNIO DE 2010 · 22:00

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Si existe un mejor gesto que reconocer la culpabilidad propia (o de “nuestro bando”) y la inocencia ajena de quien hemos dañado, es la magnanimidad espiritual de perdonar, algo que honra en esta historia a la comunidad protestante y especialmente a la católica, protagonistas ambos de esta escena. En esta misma línea, debemos confesarles que hemos leído con lágrimas en los ojos la historia del protestante español Gabriel Sánchez, antiguo cocinero del Hotel Palace, masacrado y asesinado por las tropas franquistas por el simple hecho de tener una fe diferente a la de la mayoría. Igualmente dentro de esta historia, nos conmueve que las autoras de esta breve reseña en dos artículos (sus nietas Sara y Febe Jordá) hayan sabido escribir con un memoria nítida de los hechos, pero vacía de rencores. Sólo falta en esta segunda historia que alguien pida perdón, que lo lamente, que sepa el daño que hizo y desee repararlo, restaurar el destrozo humano y moral de la barbarie cometida. Ese alguien es la España “no protestante”, que vive como si nada hubiese ocurrido. No hay revanchismo, odio ni deseo alguno de pedir nada a cambio. Pero el perdón que ya está concedido no se podrá aplicar plenamente si alguien no actúa recogiéndolo. Por eso, cuando surgen los prejuicios, las visiones sesgadas y peyorativas, las distorsiones caricaturescas de los evangélicos españoles en nuestro país, nos duele ya no sólo el agravio; sino especialmente la crueldad de seguir escupiendo o golpeando la mano que se extiende queriendo perdonar. España está en deuda con los protestantes españoles. Nadie quiere cobrársela. Pero sería bueno, necesario, imprescindible, que se nos estrechase la mano en sello de reconocimiento de lo ocurrido. La memoria de miles de Gabrieles Sánchez es una sombra que necesita llenarse de la luz del perdón dado y recogido. Porque España tiene cientos de Domingos sangrientos desde la Inquisición hasta la democracia -mucho más dolorosos y crueles que los de Irlanda- en su Historia y conciencia colectiva. Ojalá que algún hombre o mujer de bien, líderes y responsables políticos, sociales y religiosos de nuestro país pudiesen y supiesen leer estas líneas dejando que les llegue a lo más profundo del corazón.

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