Miembros-miembras, Iglesia-Iglesias

Ahora bien, lo triste es que los organizadores (entre ellos excelentes profesionales, y muchos de ellos amigos de esta Redacción) han titulado el encuentro “Iglesia, marketing y medios de comunicación”. Vamos a dejar lo de marketing e Iglesia, aunque alguno diría que la ICR no ha hecho mal marketing para convertir un pesebre en el Estado del Vaticano. Pero sí es triste, y desde luego poco profesional, que aquellos que son los más entendidos en esto de informar sobre lo que rodea a la religión acepten (por activa o por pasiva) que hay una sola Iglesia, aunque sea en el léxico empleado. Al menos en EEUU un hombre de raza negra puede llegar a Presidente. Aquí en España, ni siquiera en los papeles a un protestante se le reconoce el derecho a ser Iglesia en los medios de comunicación. Y así, desde ese ombligo tan redondo como excluyente, los que informan y “la” Iglesia tratarán cómo mejorar la información en lo que a la religión (¿o se puede decir religiones?) atañe. CONSIDERACIONES SOBRE “LA” IGLESIA Se habla de “la” Iglesia de manera repetida y permanente en todos los medios de comunicación para referirse de manera exclusiva a la Iglesia católico-romana. El artículo definido “la” se utiliza entendiendo que es “la única” (y verdadera, añadimos nosotros, casi como consecuencia lógica). Culturalmente se sobreentiende que al menos en España y hasta el día de hoy la Iglesia católica es la confesión mayoritaria; pero –por ejemplo- ningún medio diría "El Gobierno anuncia un acuerdo con EL sindicato" para señalar al sindicato mayoritario, sino que diría con “un sindicato”, o “con el sindicato tal”. Curiosamente esta terminología es la misma usada por la Iglesia católica en la encíclica "Dominus Iesus", en la que sólo reconoce como verdadera y única Iglesia a la católico-romana; con lo que los medios y periodistas que utilizan esta terminología -además de un trato de favor a la Iglesia católico-romana- se alinean con las tesis teológicas del Vaticano convirtiéndose por lo tanto en medios de comunicación confesionales. Ponemos el ejemplo de un error equivalente: Al finalizar el recuento de votos, EL Partido ganó las elecciones nacionales en España. Si alguien escribiese este texto en cualquier medio escrito, sería motivo de rechifla, amén de recibir la queja de los partidos que no habían ganado las elecciones. Si el mismo error se aplica a la Iglesia protestante, nadie se da cuenta. Excepto los ignorados, claro está. De ahí este Editorial. Esperamos que alguien nos escuche y haga caso algún día. Por respeto al uso del lenguaje y a las personas. Porque nos parece una falta de respeto, de reconocimiento, de educación, hablar de “la” Iglesia. Sobre todo ahora que en España hemos llegado a tener miembros y miembras, y compañer@s, en un alarde de que nadie se sienta excluido en el lenguaje. Y a todos aquellos que nos aceptan sociológicamente como Iglesia, y entienden que hay Iglesias, especialmente si consideran que la suya es la única y verdadera, ¡un agradecimiento sincero y lleno de afecto!