Incoherencias `protestantes´

Vivimos un mundo incongruente. Y los evangélicos o protestantes no estamos exentos de esta faceta de la vida. Sin embargo, siendo humanas y entendibles algunas incoherencias que todo ser humano arrastra, hay otras que traspasan cualquier límite de lo justificable.

03 DE ABRIL DE 2006 · 22:00

,
Vivimos en esta publicación de cerca –por suerte- lo mejor del compañerismo y la fe cristiana. Nos sentimos privilegiados por este motivo, y nos estimula a seguir la enseñanza y valores del Jesús de la Biblia. Pero precisamente por este motivo entendemos que creer en Jesús no significa obligatoriamente aceptar y callar ante lo que hacen quienes se identifican como cristianos, aunque el apellido sea el de evangélico o protestante. Por ejemplo, que una persona que se define evangélica sea tan poco respetuosa como para destruir una imagen católica que representa a la Virgen. Dudamos que esta persona sea realmente protestante, pero tampoco nos atrevemos a decir que no lo es. Evidentemente, aunque respetamos a María, madre de Jesús, no la adoramos (como tampoco a los santos). Pero de ahí a llegar a la ofensa y la agresión a otra creencia, media un abismo que jamás hay que traspasar. Por ejemplo, que un supuesto pastor de una supuesta iglesia pentecostal ponga desnudas a sus feligresas para orar por ellas. Algo contrario no sólo a la ética cristiana, sino a los valores sociales más básicos de dignidad y respeto hacia la mujer. Pocas veces hemos denunciado la pedofilia de los sacerdotes católicos, ya que es un hecho sobradamente dado a conocer por todo tipo de publicaciones. Sin embargo, sí hemos acusado a la jerarquía católica por silenciar y ocultar a los pedófilos. Salvando las enormes distancias, no queremos ni podemos permanecer indiferentes o al margen ante situaciones en las que callar es asumir el “silencio culpable” del que hablaba Martin Luther King. Somos conscientes que mirar hacia otro lado es más sencillo, y sobre todo genera menos problemas. Pero también es convertirse en socio pasivo de aquello en lo que no creemos, en miembros de un cuerpo que entendemos corrupto, y cómplices de querer defender los intereses del estar a bien con todos, en lugar de estar a bien con nuestras conciencias. Quizás hoy, más que nunca, ante tantos agoreros de la permisividad –que confunden con la tolerancia- y profetas de la indefinición –que transforman en entendimiento y diálogo- hace falta recuperar la radicalidad de lo esencial, de la raíz. Sin perder tolerancia, ni diálogo, pero arrancando la permisividad y la indefinición de nuestras vidas.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Incoherencias `protestantes´