‘Poema para San Juan de la Cruz’, del brasileño Álvaro Alves de Faria
Álvaro Alves de Faria presentó este poema en el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, donde fue homenajeado San Juan de la Cruz.
15 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 07:10
De vieja data (más de doce años) es mi relación amical y poética con Álvaro Alves de Faria (São Paulo, Brasil, 1942), uno de los poetas brasileños que más aprecio por la calidad de sus versos y por su actitud ética ante la vida en sociedad.
Autor de más de cincuenta libros y con numerosos premios relevantes recibidos, Faria trajo a Salamanca dos poemas como ofrenda a los dos poetas homenajeados por el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos: San Juan de la Cruz y Eunice Odio, de quien se celebró el primer centenario de su nacimiento.
Aquí les hago conocer el primero de ellos, en su redacción original y en la versión que hice al castellano.
POEMA PARA SAN JUAN DE LA CRUZ
Ando con pies descalzos sobre las piedras de las heridas
para sentir el poema que hago,
sacerdote de mí en busca de la poesía,
el corazón místico
que se abre y hace doler la vida
por vivir todavía,
por plantar todavía,
por llorar todavía,
por callar todavía
y todavía por atravesar las sombras.
Pero yo sé que la poesía lleva a Dios,
esa poesía que ilumina,
la luz propia de la vida que revelan mis pies
caminando pasos en Salamanca
y tantos otros lugares que ocuparon mis días,
mi vida de caminante
siempre a la búsqueda de estar en mí,
mis pies descalzos
mis pies descalzos
mis pies descalzos
un trazo de sangre entre los dedos,
las heridas que se abren
a la puerta de la Compañía de Jesús,
que dejo correr
como las aguas de los ríos
en la Orden Carmelita
para que me enjuague las celdas
que me habitan
y me afligen.
El espíritu aprendió a esperar su momento,
ese de andar, andar, andar, andar siempre en todo
y descubrir los misterios y las búsquedas del corazón,
los ciervos que corren en las planicies,
las noches perversas
y la luz que se muestra entre las campesinas
cogiendo palabras
de una poesía escrita por un poeta de Dios,
ese que se muestra en la noche plena que cubre todo
y se ilumina en el cántico
a la vida que traigo en la bolsa de silencios,
pero la palabra habrá de vivir en las bocas,
en las ausencias,
en lo que se desespera,
en lo que se pierde,
en lo que se busca.
Siempre habrá
esa luz
en la más profunda oscuridad.
POEMA PARA SÃO JOÃO DA CRUZ
Ando pés descalços sobre as pedras de ferimentos
para sentir o poema que faço,
sacerdote de mim em busca da poesia,
o coração místico
que se abre e faz doer a vida
por viver ainda,
por plantar ainda,
por chorar ainda,
por calar ainda
e ainda por atravessar as sombras.
Mas eu sei que a poesia leva a Deus,
essa poesia que ilumina,
a luz própria da vida que revelam meus pés
a caminhar passos em Salamanca
e tantos outros lugares que ocuparão meus dias,
minha vida de caminhante
sempre à procura de estar em mim,
meus pés descalços
meus pés descalços
meus pés descalços
um risco de sangue entre os dedos,
os ferimentos que se abrem
à porta da Companhia de Jesus,
que deixo correr
com as águas dos rios
na Ordem Carmelita
para que enxugue as celas
que me habitam
e me afligem.
O espírito aprendeu a esperar seu momento,
esse de andar, andar, andar, andar sempre em tudo
e descobrir os mistérios e as buscas do coração,
os cervos que correm nas planícies,
as noites perversas
e a luz que se mostra entre as camponesas
a colher palavras
de uma poesia escrita por um poeta de Deus,
esse que se mostra na inteira noite que cobre tudo
e se ilumina no cântico
à vida que trago na bolsa de silêncios,
mas a palavra haverá de viver nas bocas,
nas ausências,
no que se desespera,
no que se perde,
no que se busca.
Sempre haverá
essa luz
na mais profunda escuridão.
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