Golondrinas en los altares

Las golondrinas en la Biblia son usadas por el salmista como ejemplo del amor de Dios que permite incluso a seres pequeños e insignificantes, como los pájaros, construir sus nidos junto a su santuario.

07 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 20:20

La golondrina común suele cobijarse y construir sus nidos habitualmente bajo los aleros de las construcciones humanas. / Antonio Cruz.,
La golondrina común suele cobijarse y construir sus nidos habitualmente bajo los aleros de las construcciones humanas. / Antonio Cruz.

Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. (Sal. 84:3) 

Hay dos términos hebreos bíblicos que se refieren a las golondrinas, vencejos y aviones pertenecientes todos a la familia ornitológica de los Hirundinidae.

La palabra derôr, רדְּרוֹ, que significa literalmente “volador rápido” o “que se mueve rápidamente”, aparece en Sal. 84:3 y Pr. 26:2, y suele traducirse en las distintas versiones por “vencejo” o ave insectívora migratoria no domesticable. Mientras que el término agur, עָגוּר, cuyo significado es “gorjear”, se refiere más probablemente a la golondrina (Is. 38:14; Jr. 8:7).

Se trata de aves muy aéreas que se alimentan mientras vuelan, atrapando insectos voladores con sus anchas bocas. Consumen sobre todo moscas y mosquitos.

De la misma manera, son capaces de alimentar a sus crías que ya pueden volar, en pleno vuelo. Sus pies son pequeños pero suficientemente fuertes como para agarrarse a los cables o las ramas.

Las golondrinas, a diferencia de los vencejos, suelen pararse o “perchar” frecuentemente. Antes de migrar rumbo al sur de África suelen reunirse en grandes grupos. Se trata de aves elegantes dotadas de plumas externas largas en la cola, que son de mayores dimensiones en los machos viejos.

Sus nidos, en forma de taza y construidos casi siempre bajo los aleros de las viviendas humanas, están hechos de bolitas de barro. Una pareja de golondrinas puede realizar unos mil viajes en busca de tales bolitas, hasta ver completado su nido.

Las golondrinas están dotadas de un singular sentido de la orientación y de una memoria prodigiosa ya que son capaces de localizar sus antiguos nidos del año anterior, después de haber migrado miles de kilómetros.

Son aves monógamas (se unen de por vida) capaces de aparearse en pleno vuelo y de recorrer casi mil kilómetros cada día.

La sabiduría popular, sobre todo aquella que depende de los agricultores y demás personas vinculadas al medio rural, ha creído desde tiempos remotos que el comportamiento de las golondrinas permite pronosticar el tiempo.

 

Los nidos de golondrinas, construidos confiadamente año tras año bajo los aleros de las casas, constituyen un buen termómetro o indicador del estado del medio ambiente. / Antonio Cruz.

Si vuelan a baja altitud, o incluso a ras de suelo, sería porque el día se presentará desapacible, mientras que si lo hacen a gran altura esto indicaría una buena jornada soleada. La razón que hay detrás de semejante comportamiento de estas aves insectívoras es precisamente dónde se localiza su principal fuente de alimento, es decir, por dónde vuelan las moscas y los mosquitos.

Ante la amenaza de tormenta o mal tiempo, estos insectos evitan las capas altas de la atmósfera ya que los fuertes vientos podrían desplazarlos fatalmente, mientras que en los días apacibles y soleados, las corrientes de aire son suaves y esto permite que las moscas y demás dípteros puedan volar a mayor altura, con el fin de encontrar congéneres del sexo contrario y aparearse convenientemente. Este comportamiento de muchos insectos alados recibe el nombre inglés de hilltopping o encumbramiento.

Las golondrinas en la Biblia son usadas por el salmista como ejemplo del amor de Dios que permite incluso a seres pequeños e insignificantes, como los pájaros, construir sus nidos junto a su santuario (Sal. 84:3).

A propósito de este texto, Spurgeon comenta:

“Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos. Los pájaros eran los únicos que se acercaban con plena libertad hasta los mismísimos altares del tabernáculo, nadie se lo impedía y nadie estaba interesado en hacerlo, por ello David en su ataque de nostalgia se siente celoso de su ir y venir, de no poder pasearse por el santuario con la misma libertad que ellos. También merece la pena reparar en cómo repite reiteradamente el bendito nombre de Jehová de los ejércitos; encontraba en él una dulzura que le ayudaba a contrarrestar su amargura y hambre interior. Lo más probable es que cuando David escribió estas palabras se hallara en plena campaña militar, redoblando por ello el énfasis en ese título divino que le recuerda que el Señor mora también en las tiendas del campamento de forma tan cierta como entre las cortinas santas del tabernáculo.”[1]

Las golondrinas y los pequeños gorriones que construían libremente sus nidos dentro del perímetro del templo, quedaban automáticamente protegidos por el mismo. No se les podía molestar ni ahuyentar ni perseguir ni, por supuesto, capturar o destruir sus nidos.

La protección de aquel lugar santo era como un salvoconducto continuo que les protegía la vida. Disfrutaban de cobijo, alimento abundante y un buen lugar para vivir.

También el profeta Jeremías se refiere a las golondrinas al comparar su comportamiento sabio y previsor con la actitud torpe del pueblo de Israel, que desconoce las leyes y el juicio de su Señor (Jer. 8:7).

[1] Spurgeon, C. H., 2015, El tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1363.

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