“Ernesto y Gertrudis Trenchard”, por Tim Grass

Escribe con nobleza, porque no lo hace para vivir. Lo hace para servir. Si su libro está impactando tanto desde su presentación en librerías es porque Grass escribe con el corazón.

17 DE OCTUBRE DE 2019 · 20:00

Fotografía de la portada del libro.,
Fotografía de la portada del libro.

¡Aquí es nada! Tim Grass, inglés de Inglaterra, investigador titular en el Colegio Spurgeon, de Londres, escribe una biografía de Ernesto y Gertrudis Trenchard que explica la vida y la obra del matrimonio inglés largamente afincado en España. Espléndidos comentarios sobre los años vividos por el ya inmortal y querido maestro de la Biblia. Bello libro. Tim Grass conoce muy bien todo lo relacionado con sus biografiados. Y lo expone con un lenguaje de fulgores y, en ocasiones, poético. Lenguaje muy cuidado. Todas las páginas de la obra revelan sincera autenticidad. Trenchard vivió las tinieblas de la España intolerante pero siempre estuvo encendido por amor a la verdad y al pueblo español, que consideró su segunda patria.

En este punto y antes de centrarme en el contenido del libro que tengo ante mí pido licencia para escribir en primera persona algunos aspectos de mi relación con el misionero inglés.

Quise a Trenchard.

A mis 24 años yo ejercía como pastor en dos Iglesias de Tenerife. Una en Santa Cruz y otra en la Orotava. Aclaro. Yo había sido convertido tres años antes procedente del ateísmo marxista, la religión de mi padre. Nunca antes, jamás, había tenido en mis manos una Biblia. Mis predicaciones, como puede comprenderse, eran débiles. Una mujer de la congregación en Santa Cruz, Matilde Tarquis, tía carnal del director general de Protestante Digital, Pedro Tarquis, muy versada en la Biblia, sin yo saberlo le escribió de mí a Trenchard. Un día recibo carta de él invitándome a cursar estudios en Barcelona bajo su dirección. Me sorprendió la llamada, pero acepté Fui a Barcelona. Estudié con Trenchard y con Fernando Pujol, otro maestro de la Biblia. Por las mañanas Trenchard y por las tardes Pujol. Fue en el verano de 1954. Repetí otros tres meses, con los dos maestros, en 1956.

Volví a Canarias. Poco después regresé a Tánger. Allí había plena libertad religiosa. Me inscribí como periodista. En Barcelona Trenchard tenía dificultades con la publicación de la revista El Camino. Me pidió que la hiciera yo en Tánger. Obedecí. Durante tres años estuve publicando allí la revista que vinculaba a las Asambleas de Hermanos. Desde Tánger enviaba los ejemplares a España. En 1965 me instalé en Madrid. Al año siguiente inicié la publicación de la revista Restauración. En poco tiempo alcanzó dos mil suscriptores. Esto no gustó a Trenchard. En marzo 1967 publicó un artículo en Edificación Cristiana en el que, entre otras cosas, decía: “Esta revista” -Restauración- ha conseguido un éxito considerable en España en un período de unos dos años…Ahora bien, bastantes líderes evangélicos sienten inquietud y preocupación frente a las tendencias de esta revista 'exitosa'”.

En junio de 1967 respondí a Trenchard con una larga Carta de vuelta, encabezada con estas palabras: “Como a usted le quiero, le respeto y le admiro he querido extenderme para deshacer algunos equívocos. Yo he estudiado con usted. Me ha enseñado muchas cosas. Me ha dedicado muchas horas y días de su tiempo. Justo es que el alumno se preocupe ahora por disipar los posibles equívocos que pueda haber en la mente del maestro”.

Con aquella carta yo sólo pretendía dar a conocer a Trenchard la línea editorial de Restauración. A pesar del tiempo transcurrido, actuales líderes de su familia denominacional no olvidan la carta y me tienen enfilado. Pero sí olvidan la otra Carta a Ernesto Trenchard que escribí con dolor y emoción en 1972 a raíz de su muerte.

Pido disculpas por tan largos párrafos de historia personal y retomo el libro de Tim Grass.

Me encanta, me seduce, me gusta la biografía que escribe. En ella no busca el lucimiento personal. Profundiza en la vida del biografiado y expone sobre todo la verdad de su existencia y su trabajo. Dice Samuel Escobar en el prólogo que una característica que aprecia en el libro “es el realismo honesto de la narrativa”. También yo. El trabajo de Grass es completo. Arranca con los familiares de Ernesto y Gertrudis en el noroeste de Inglaterra y en 254 páginas no abandona a la pareja hasta que entierra a Ernesto en 1972 y a Gertrudis en 1973.

La abultada información que aporta en el libro dice mucho de Tim Grass como investigador. Cuatro páginas con nombres de iglesias, instituciones y personas relacionadas con Trenchard. Está también el amplio análisis de su literatura. Aquí el investigador da paso al literato. Ocho páginas y media de la biografía están dedicadas a los libros escritos por Trenchard y, lo que más se agradece, la mención por nombre de los artículos que escribió en vida tanto en inglés como en español.

Otro aspecto que alabo en la biografía de Grass es su cercanía humana con el biografiado. No escribe como lo haría un simple teórico, consultando libros en la mesa de trabajo y redactando desde la distancia, a veces de años y hasta de siglos. No. Para nada. A la hora de escribir Grass deja de lado su propia vida y se sumerge en un mar de sentimientos hacia el personaje principal del libro. No opina, cuenta. Escribe con nobleza, porque no lo hace para vivir. Lo hace para servir. Si su libro está impactando tanto desde su presentación en librerías es porque Grass escribe con el corazón. Su libro inspira. Es profundo y a la vez ameno. Trata temas históricos casi todos ellos desconocidos por el gran público, pero a la vez se lee como lo haríamos con la novela más atractiva. De tal manera que leer la biografía de Trenchard es como si estuviéramos hablando con el personaje. En este viaje de la vida humana los libros nos hacen el camino más llevadero. El de Tim Grass es uno de ellos.

Ese gran hombre de Dios, intelectual de talla, teólogo de altura que es el peruano afincado en España Samuel Escobar, tan líder como lo fue Ernesto Trenchard, cierra el prólogo a la biografía de Grass con estas palabras: “Esta biografía nos permite apreciar cómo se pueden aplicar los principios bíblicos de la acción misionera en una España que hoy en día va cambiando rápidamente. Nos presenta un modelo de misionero que ama y respeta el texto de su mensaje, y lo aplica creativamente al contexto en el cual le toca cumplir su misión”.

Le asisten mil razones.

Cada uno de los setenta millones de evangélicos que hablan el idioma de Cervantes en más de veinte países deberían adquirir y leer este maravilloso libro. Saldrán enriquecidos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - “Ernesto y Gertrudis Trenchard”, por Tim Grass