La ligereza de las gacelas

El ser humano las ha venido cazando desde la más remota antigüedad y ha contribuido a su extinción en algunas regiones.

29 DE AGOSTO DE 2019 · 18:05

Las gacelas dorcas poseen grandes orejas móviles que pueden orientar en varias direcciones para percibir los más mínimos sonidos emitidos por los depredadores. Los cuernos, que presentan tanto los machos como las hembras, son curvos y anillados. ,
Las gacelas dorcas poseen grandes orejas móviles que pueden orientar en varias direcciones para percibir los más mínimos sonidos emitidos por los depredadores. Los cuernos, que presentan tanto los machos como las hembras, son curvos y anillados.

Con todo, podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el limpio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo. (Dt. 12:15)

La palabra “gacela” aparece en la Biblia en numerosas ocasiones.

Sobre todo en relación a las prescripciones alimenticias del pueblo judío ya que se consideraba como un mamífero comestible, aunque su carne no fuera aceptada en los sacrificios (Dt. 12:15; 12:22; 14:5; 15:22; 1 R. 4:23), pero también como símbolo de ligereza y rapidez (2 S. 2:18; 1 Cr. 12:8) o de belleza y gracia, debido a sus grandes y negros ojos (Pr. 5:19; Cnt. 4:5; 7:3).

De la misma manera, algunos textos resaltan su extrema precaución y su carácter huidizo (Is. 13:14; Prov. 6:5). Se trata del término hebreo tsebí, צְבִי, que en ocasiones se traduce también por “venado” o “cervatillo”.

En griego, se designa como dorkás, δορκάς, de ahí la denominación de “gacela dorcas” que se le impuso al nombre científico de este pequeño antílope (Gazella dorcas).

Por el Nuevo Testamento sabemos también que Dorcas (Tabita, en hebreo) era un nombre femenino relativamente común en el mundo griego (Hch. 9:36).

La gacela común o gacela dorcas (Gazella dorcas) es un mamífero artiodáctilo de la familia Bovidae, cuyas numerosas subespecies (seis a día de hoy) habitan actualmente desde los desiertos septentrionales de África hasta Israel y el norte de Somalia.

Las poblaciones salvajes presentes en Tierra Santa se encuentran en el Neguev y en Aravá, son de color rojizo oscuro y están constituidas sólo por unos 1500 ejemplares.

El ser humano las ha venido cazando desde la más remota antigüedad y ha contribuido a su extinción en algunas regiones, como en la península arábiga.

 

La gacela dorcas mide entre 55 y 65 cm de altura y pesa de 15 a 20 kg. Esta imagen la tomé en el Parque de Rescate de Fauna Subsahariana, existente en Almería (España). / Antonio Cruz.

No obstante, a finales del siglo XIX y principios del XX, eran tan abundantes en Israel que, tal como explica el naturalista inglés, Henry B. Tristram, se podían ver pequeños grupos de gacelas alimentándose en el mismo Monte de los Olivos, en Jerusalén.[1]

Las gacelas dorcas están tan adaptadas a los ambientes desérticos que son capaces de pasar toda su vida sin beber agua. Ésta la obtienen de los vegetales que consumen, sobre todo de las hojas de acacia.

Aunque, desde luego, beben siempre que existe agua disponible. De la misma manera, pueden soportar temperaturas extremas, sin embargo, suelen estar activas durante la noche mientras que de día buscan la sombra.

Son capaces de correr a más de 90 km/h cuando huyen de los depredadores, como leones, leopardos, guepardos o lobos. No obstante, su mayor amenaza es el avance de la civilización humana, ya que ésta reduce sus hábitats mediante el incremento de las tierras de cultivo, así como de los rebaños de ovejas y cabras.

El teólogo del siglo XIX, John Brown, escribió: “La agilidad de movimientos era considerada como una de las mayores cualidades y más apreciadas virtudes de los grandes héroes de la antigüedad.

Aquiles es famoso por ser “podas wkus” (el de los pies ligeros). Virgilio describe hiperbólicamente a Niso en La Eneida como: “Et ventis et fulminis ocior alis” (más rápido que el viento y las alas del rayo).

Y los hombres de Gad que se pusieron al lado de David se dice que eran: “hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con el escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas”.

De Asael se dice que era “ligero de pies como una gacela del campo”; y a Saúl se lo llama literalmente en hebreo “el corzo de Israel”, aunque en nuestras versiones se haya traducido como “la gloria (belleza, hermosura) de Israel”.[2]

Pues bien, las gacelas siguen siendo buenos ejemplos de todo ello aunque, por desgracia, cada vez queden menos ejemplares.

[1] Tristram, H. B. 1883, The Natural History of the Bible, London, p. 130.

[2] Spurgeon, C. H., 2015, El tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 464.

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