Fe y mentira

Este mundo estaba bajo el dominio de un príncipe de mentira.

22 DE AGOSTO DE 2019 · 20:20

Foto:  Unsplash (CC0).,
Foto: Unsplash (CC0).

Érase una vez un mundo en el que cohabitaban dos antagonismos: la fe y la mentira.

La fe era creadora, generadora de verdad, guardaba su semejanza con el Creador.

La mentira era negadora, dependiente siempre de la verdad para contradecirla. La mentira no podía contra la fe por el hecho de formar parte de la naturaleza del Hacedor.

Cualquier pretendida creación de la mentira estaba abocada al fracaso, porque crear es propio de hombres, y no de animales o ángeles.

Pero este mundo estaba bajo el dominio de un príncipe de mentira, y aunque éste no podía evitar la existencia de la fe, sí podía hacerla comparecer ante él para ser informado en primera instancia de todo lo que ésta generaba.

Censor, represor, requisador, sustractor, negador, esas eran sus misiones contra la luz.

Dependiendo de la fuerza con que se creasen las producciones de fe, este príncipe de mentira adoptaba dos posiciones para su desvirtuación. Si era débil se dedicaba al descrédito y a la negación mentirosa en franca oposición a lo apostado.

Si era fuerte hacía todo lo contrario, se dedicaba a imponerla, y no hay nada más perjudicial para una verdad que su imposición.

El deseo último, aunque pretencioso, era arrojar la fe al abismo, pero eso no ha pasado.

Su fuerza era la información privilegiada con que buscaba anteponerse a la publicidad de una verdad. Es como si antes de que circulase el billete de 100€ auténtico, alguien hubiera puesto en circulación el falso.

El consuelo ante esta impotencia del príncipe mentiroso es hacer padecer al hombre. Hacerlo zarandear como trigo parece ser su efecto compensatorio. Pero no siempre será así.

¿Hay algún modo de combatir a ese príncipe que no sea con la fe? Si alguien lo sabe, que me lo diga.

Así que lo mejor que nos puede pasar a los humanos es tener fe, y lo peor… no tenerla.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - Fe y mentira