Brillando como estrellas, de Lindsay Brown

Hay dos formas de traer cambio en la iglesia. Una consiste en trabajar con los líderes de hoy. La otra es trabajar con los líderes del mañana, es decir, con los estudiantes de hoy.

12 DE ABRIL DE 2019 · 08:05

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “Brillando como estrellas, de Lindsay Brown. El poder del evangelio en las universidades del mundo”, de Lindsay Brown (Andamio editorial, 2018). Puede saber más sobre el libro aquí.

 

DIEZ RETOS A LOS QUE SE ENFRENTA EL OBRERO ESTUDIANTIL

 

1 Falta de un objetivo claro

Cuando empecé en el ministerio estudiantil, enseguida me hice la siguiente pregunta: “Si soy obrero durante los próximos años, al final, ¿cuáles serán las marcas de un trabajo bien hecho?”. Me obligó a pensar qué quería que los estudiantes entendieran antes de graduarse. Tristemente, muchos obreros estudiantiles nunca se detienen a hacerse esa pregunta. Yo concluí que mi trabajo con los estudiantes debía tener cuatro énfasis: (1) que entendieran y experimentaran la gracia de Dios, que es fundamental para la vida, (2) que desarrollaran una mentalidad evangelística y que estuvieran preparados para dar respuestas sólidas a las preguntas reales de los no creyentes, (3) que empezaran a desarrollar una “mente cristiana”, y con esto me refiero a aplicar su fe a todas las áreas de la vida, incluyendo sus estudios, y (4) que en algún momento les animáramos a considerar si Dios les estaba llamando a servirle a largo plazo en otro país.

2 Orgullo

Muchos me han preguntado por qué he dedicado mi vida al ministerio estudiantil. Mi respuesta es que hay dos formas de traer cambio en la iglesia. Una consiste en trabajar con los líderes de hoy; lo que ocurre es que, en muchas ocasiones, es muy difícil que cambien de mentalidad. Y la otra es trabajar con los líderes del mañana, es decir, con los estudiantes de hoy. Pero el hecho de que trabajemos principalmente con gente joven puede inflar nuestro orgullo. No debemos olvidar que trabajar en el ministerio estudiantil es un privilegio; y si el Señor te da una larga vida, podrás ver a algunos de aquellos a los que serviste llegar mucho más lejos que tú en diversas áreas.

3 Abandono de uno mismo

Geraint Fielder me dijo una vez que el ministerio estudiantil puede producir “cansancio acumulativo”: solo te das cuenta de lo cansado que estás cuando por fin te detienes. Ese fue uno de mis errores. Al principio de mi ministerio, quería ser un superhéroe y darlo todo. Tristemente, el modelo de ministerio que transmití a los que servía no fue un modelo sano. Algunos de los líderes que surgieron después de mí acabaron quemados por agotamiento físico. Pablo Martínez habla de evitar el “síndrome de la piscina vacía”. En el ministerio damos mucha de nuestra energía; esto equivaldría al agua que sale de la piscina, que debe reponerse con la entrada de agua nueva. Cuando sale más de la que entra, la piscina se va vaciando poco a poco y, así, llegamos al agotamiento. Debemos priorizar nuestro propio descanso y renovación, que encontramos en gran parte a través de la comunión con Dios y con su pueblo.

 

Lindsay Brown.

4 Aridez

Al poco de empezar como obrero estudiantil, Martyn Lloyd-Jones me dio un consejo clave: mantén el ritmo de lecturas. Se había dado cuenta de que muchos pastores descansaban en lo que habían aprendido en el pasado, dejaban de reflexionar sobre las nuevas ideas y reciclaban mucho de su material anterior. El artículo de Geraint Fielder “Los peligros y los valores de la lectura”, breve y práctico, es de gran ayuda. En mi experiencia, leer regularmente las reseñas culturales que aparecen en los periódicos es una buena forma de mantenerse al día de las tendencias culturales.

5 Envidia

Es fácil sentir envidia cuando el ministerio de otros parece más fructífero. En este área a mí me han ayudado dos principios. El primero es no preocuparse demasiado por el número de estudiantes con el que trabajo. Algunos de los grupos más fuertes, espiritualmente hablando, han sido grupos poco numerosos, y algunos de los grupos más numerosos eran poco espirituales porque confiaban demasiado en su tamaño. El segundo principio es aprender a alegrarse por el éxito de los demás. Tristemente, no es común encontrar a personas capaces de celebrar el avance del evangelio, aunque este no se haya dado por el trabajo de su iglesia o movimiento.

6 Amargura

Es imposible estar un tiempo en el ministerio y no acabar decepcionado con otros líderes. A veces nos critican sin razón. Y duele. Yo animo a los obreros a desarrollar una capacidad especial para gestionar la decepción. Todos vamos a recibir golpes, y debemos aprender a beber de la gracia de Dios, la fuente de la que fluye el servicio gozoso. La adversidad me ha enseñado que Dios es un Dios de gracia, un Dios soberano y un Dios bueno. Sí, las tres cosas a la vez, incluso en medio de la dificultad.

 

Portada del libro.

7 Visión a corto plazo

Nuestra cultura valora la rapidez. Queremos que las cosas ocurran más rápido de lo normal. Recuerdo que Samuel Escobar dijo una vez: “Lo único que descubrió el hombre en el siglo XX fue la velocidad; pero la vida cristiana es una maratón, no un sprint”. Debemos pensar a largo plazo, construyendo para la vida y dejando un legado. En cierta ocasión, a William Carey le preguntaron cuál era su principal don. Carey había traducido la Biblia a varios idiomas, pero respondió: “Mi principal don es que puedo caminar lentamente pero con perseverancia”. Francis Schaeffer animó a los que estaban en el ministerio cristiano a crear un efecto en cadena, como las ondas que se producen cuando una piedra cae a un río: influenciar a otros para que ellos a su vez influencien a otros que influenciarán a otros.

8 Aislamiento

Los obreros estudiantiles pueden olvidar que el ministerio cristiano es un juego de equipo, y eso es una tentación especialmente para aquellos de nosotros con claros dones evangelísticos. Pero el mejor ministerio estudiantil es el que se hace con un amplio apoyo: está dirigido por un equipo, pero además ese equipo está apoyado por una red más amplia, sin olvidar al grupo de personas que se ha comprometido a orar por los estudiantes regularmente.

9 Deseo de una buena posición

Conozco a varias personas que han dado sus vidas al ministerio estudiantil que podrían haber despuntado en otros ámbitos. A algunas de ellas se les acercaron los presidentes o los primeros ministros de sus respectivos países. Conozco a otras que sufren la presión de sus familias a que opten por carreras profesionales más respetables, o que sienten la tentación cuando ven que sus amigos o conocidos viven de forma acomodada. Pero si el Señor nos ha llamado al ministerio estudiantil, debemos contrarrestar todo eso con el gozo incalculable del evangelio.

10 Tirar la toalla

Un antiguo compañero, después de trabajar en el ministerio estudiantil, pasó a pastorear una iglesia. Era proclive a periodos de depresión, y me contó que muchas veces había estado a punto de tirar la toalla. Le pregunté qué le había mantenido en el ministerio y me contó que en momentos de bajón tenía la costumbre de irse a algún lugar solo, con su Biblia, a leerse los evangelios. Me dijo: “Mientras leo las palabras de Jesús, me pregunto: ‘¿Con quién me he comprometido?’. Y hago una simple oración: ‘Señor, Dios del cielo, pon en mi mente y en mis sentidos un amor renovado por Cristo’”. Añadió: “Y Dios no se cansa de renovarme. Esa es la razón por la que continúo, a pesar del desánimo”. Perseveremos, con la mirada puesta en el autor y perfeccionador de nuestra fe.

 

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