‘Alguien me espera’ y ‘El lugar de las ofrendas’, de Jesús Fonseca
Dos textos del destacado periodista y poeta aragonés, traducidos al portugués por el maestro António Salvado.
08 DE FEBRERO DE 2019 · 08:35
Solo satisfacción me genera el difundir estos dos poemas escritos por mi dilecto amigo Jesús Fonseca, quien tiene a nuestro Jesús de Galilea como referencia central de su vida.
Eso lo sé desde hace más de cinco lustros, cuando lo conocí por tierras de Castilla, recién vuelto él a la Península desde el sur de América.
Son dos textos donde, tras la muerte de su esposa Esther, vive y revive con él, bien a través de los recuerdos de sus días lisboetas, bien dentro de la esperanza que nos legó nuestro Amador galileo.
Fonseca nació en Canfranc Estación, Huesca (1952). Periodista de dilatada trayectoria en La Razón (Delegado para Castilla y León hasta hace dos semanas), ABC (Madrid, Lisboa, Bruselas), Información (Alicante), Televisión Española (Fue jefe de información nacional y corresponsal en Bruselas), la Agencia EFE (Senegal, Guinea Ecuatorial, Colombia, Argentina o Madrid, como director de Nacional) o Canal 4 Castilla y León (Director y presentador del programa Encuentros).
En poesía tiene nueve libros publicados: Tiempo de otro tiempo (1981), Poemas vestidos de viaje (1994), La reflexión del eremita (1996), Largo intento (1997), Poemas al alba (1998), El día continúa (2005), Con palabras de carne (2007), Pasión portuguesa (2011) e Inesperadamente (2016).
También ha publicado el libro Castilla y León desde el cielo (1994) y los libros de crónicas Gacetillas irreverentes (2006) y Gacetillas humanísticas (2016). En Valladolid recibió el premio de periodismo Francisco de Cossío a la trayectoria profesional (2015).
ALGUIEN ME ESPERA
En algún lugar, en algún
tiempo de otro tiempo,
tenemos que continuar lo
que dejamos inacabado.
¿Quién dijo que es la
muerte el fin? Que no
hay nada al otro lado,
nada, nada. ¡Tanta vaina
para llegar a esto!
Y, la vida, ¿entonces?
No puedes darnos así
la espalda. Me basta
con cerrar los ojos para
verte. Para sentirte a mi
lado, cercana y frágil.
Viva, viva, tan viva como
la vida misma. Me basta
con alzar la mano, para
acariciar tu cintura y rozar
tus labios. Me basta con
entrar en este corazón, que
ha sido y será tuyo, para
mirarte a la cara y tener
la certidumbre de que, al
otro lado de la puerta,
tú me esperas.
ESPERAME-ME ALGUÉM
Em algum lugar, em algum
tempo de outro tempo,
teremos que continuar o
que deixámos inacabado.
Quem disse que a morte
é o fim? Que nada
existe no outro lado,
nada, nada. Tanta contrariedade
para se chegar a isto!
E a vida, então?
Não podes voltar-nos assim
as costas. Basta-me
fechar os olhos para
te ver. Para sentir-te a meu
lado, próxima e frágil.
Viva, viva, tão viva como
a própria vida. Basta-me
levantar a mão para
acariciar a tua cintura e tocar
teus lábios. Basta-me
entrar neste coração, que
foi e será teu, para
olhar-te o rosto e ter
a certeza de que, no
outro lado da porta,
tu me esperas.
LA HORA DE LAS OFRENDAS
Aún muy prontico en la mañana,
entre aroma a incienso de muchos
siglos y viento de flores, entramos
los dos con los pies desnudos y
os encontramos vueltos al cielo
rojo como la sangre, los cuerpos
húmedos, alegres y hermosísimos,
en la hora de las ofrendas.
Sí, húmedos y hermosísimos,
desde el gozo de estar vivos
en una tierra de palmerales,
playas, ríos, arrozales y campo
abierto; y olor a sándalo, y
a una fruta y otras frutas.
Y la paz, la paz, como el amor,
y el sol, y el sol, por encima del
horizonte; y la música, y la luz,
y la luz, y esta serenidad que
brota de todas partes, esta
mañana, y este silencio que
nos une, como la vida, que no
tiene fin. Como los vivos y
muertos que aquí acuden
todos, a la hora de las ofrendas.
A HORA DAS OFERENDAS
Ainda antes do alvorecer da manhã,
entre aroma de incenso de muitos
séculos e vento de flores, entramos
os dois com os pés nus e
encontramo-los voltados para o céu
vermelho como sangue, os corpos
húmidos, alegres e formosíssimos,
no momento das oferendas.
Sim, húmidos e formosíssimos,
desde o prazer de estarem vivos
numa terra de palmeiras,
praias, rios, arrozais e campo
aberto; e cheiro a sândalo, e
a fruta e a muitas frutas.
E a paz, a paz, como o amor,
e o sol , e o sol, acima do
horizonte; e a música, e a luz
e a luz, e esta serenidade que
brota de todo o lado, esta
manhã, e este silêncio que
nos une, como a vida, que não
tem fim. Como os vivos e
mortos que aqui ocorrem
todos, no momento das oferendas.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Barro del Paraíso - ‘Alguien me espera’ y ‘El lugar de las ofrendas’, de Jesús Fonseca