Los amigos de Job

Serenándose y tratando de asimilar aquel chaparrón, le vino a la mente un dicho de su tía abuela: “¡Qué bien habla el sano con el enfermo!”

07 DE DICIEMBRE DE 2018 · 07:20

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Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, decidieron visitar al atribulado Job.

Los tres superaban la edad de jubilación. El discurso de estos sanos ante el enfermo Job fue impecable, dando detalles de la felicidad que les trajeron sus nietos, de las horas que pasaban en el gimnasio, de los viajes del Imserso, de los juegos de petanca, de las clases para adultos, de las vacaciones en setiembre, en general de la vejez gratificante que estaban viviendo.

Cada cual recomendó a Job el mejor modo de alcanzar el bienestar para su vida.

Todos ellos estaban en plena forma física, haciendo gala de un espíritu jovial.

Olvidando para qué habían venido a casa de Job, se entregaron de llano al aperitivo que les preparó la simpatiquísima esposa del patriarca.

Job hizo lo posible para acortar aquella desacertada visita con bostezos, lamentos, ausencias… hasta que por fin se dieron por aludidos y se marcharon.

Una vez despedidos, Job se sentó en su silla aturdido, intentando recuperar el tono.

Serenándose y tratando de asimilar aquel chaparrón, le vino a la mente un dicho de su tía abuela:

“¡Qué bien habla el sano con el enfermo!”

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