La hibridación del pinsapo

Hoy ya no se cree en el concepto de raza, sobre todo porque la genética lo desmiente y demuestra que la hibridación es enriquecedora, mientras que la endogamia genera enfermedades.

24 DE MAYO DE 2018 · 17:00

Pinsapo en el que se observa el eje de los conos cuando ya han perdido las escamas.,
Pinsapo en el que se observa el eje de los conos cuando ya han perdido las escamas.

Uno de los abetos más interesantes y singulares de España es el pinsapo (Abies pinsapo) que actualmente sólo se localiza en lugares muy concretos de las sierras andaluzas, como la sierra de las Nieves (Ronda), la sierra del Pinar (Grazalema) y la sierra Bermeja (Genalguacil y Casares). Es, por tanto, endémico de estas regiones caracterizadas por tener un clima de montaña mediterráneo con abundantes lluvias. Al ser una especie relicta, propia de otras épocas más frías, solamente ha logrado sobrevivir confinada a unas pocas cumbres aisladas. Se le considera en peligro de extinción ya que está amenazada sobre todo por el riesgo de incendios, el sobrepastoreo, el aislamiento de sus poblaciones, la modificación del hábitat, el peligro de enfermedades provocadas por ciertas especies de hongos e insectos, así como la posibilidad de hibridaciones indeseadas con otras especies de abetos.

Este último riesgo de contaminación genética se debe a la comercialización de los populares árboles de Navidad. El pinsapo se hibrida con el abeto común (Abies alba) dando origen a otra especie de abeto, capaz de producir unas piñas estériles pero también otras que son fértiles. Cuando las semillas de éstas últimas caen al suelo y germinan dan lugar a pequeños abetos con más hojas o acículas que el abeto común, aunque con menos que el pinsapo. Esto hace de tal híbrido fértil un arbolito navideño más estético y, por tanto, más buscado por el consumidor occidental. Si las hojitas o acículas del pinsapo se insertan helicoidalmente en los ramillos, cubriendo un área de 360 grados, y las del abeto común solamente se proyectan en dos direcciones, las de los híbridos suelen estar a medio camino disponiéndose en un área de 270 grados.

Es curioso comprobar que aquello que constituye un peligro para los defensores de la pureza genética de los pinsapares andaluces, sea toda una bendición para quienes consiguen híbridos de estos árboles en regiones más septentrionales de la península Ibérica. Esto es precisamente lo que ocurre en Cataluña en determinados bosques del macizo del Montseny, donde se concentran diversos árboles monumentales que fueron plantados a principios del siglo XX.

Durante los años 50 del pasado siglo, se produjo la hibridación natural entre el abeto común del Montseny (Abies alba) y el abeto andaluz o pinsapo (Abies pinsapo). A la especie híbrida resultante se le dio el nombre de la casa de campo o masía próxima de Masjoan, Abies masjoanis. Actualmente, el Arboretum Masjoan de Espinelves (Girona) exhibe estos ejemplares junto a otros majestuosos árboles centenarios de secuoyas gigantes americanas, cedros del Líbano y del Himalaya, tejos, abetos de Vancouver, pinos, cedros, encinas, etc., que constituyen un bosque singular muy atractivo para el turismo de naturaleza.

Este asunto de la botánica recuerda añejos debates sociales entre la pureza de las razas humanas y la hibridación o mezcolanza de las mismas. Hoy ya no se cree en el concepto de raza, sobre todo porque la genética lo desmiente y demuestra que la hibridación es enriquecedora, mientras que la endogamia genera enfermedades. Tal como escribió el evangelista Lucas, Dios hizo de una sangre todo el linaje de los hombres (Hch. 17:26). Sin embargo, en el mundo de los vegetales que se encuentran en peligro de extinción, como nuestro apreciado pinsapo, hay que seguir procurando la pureza de la especie.

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