José María Múñoz Quirós, poemas leídos en Toral de los Guzmanes

Tres textos del poeta abulense, asiduo participante del Encuentro ‘Los poetas y Dios’

29 DE MARZO DE 2018 · 16:00

El poeta José María Muñoz Quirós, durante su lectura. / Jacqueline Alencar,
El poeta José María Muñoz Quirós, durante su lectura. / Jacqueline Alencar

Difundimos los textos leídos por el poeta abulense José María Muñoz Quirós durante el XIV Encuentro ‘Los poetas y Dios’ que, bajo el lema “Del Verbo y lo Sagrado”, se celebró en la localidad leonesa de Toral de los Guzmanes los días 12 y 13 de enero. Este acto está organizado por la Asociación Cultural Evangélica ‘Eduardo Turrall’ y está promovido por el Ayuntamiento de Toral de los Guzmanes. También cuenta con el apoyo de la Diputación de León, de la Junta de Castilla y León, de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos y de la Red Iberoamericana de Poetas Cristianos.

Muñoz Quirós (Ávila, 1957), forma parte del Consejo Asesor de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. También forma parte del jurado del reconocido Premio Internacional de Poesía ‘Pilar Fernández Labrador’. Acaba de jubilarse como catedrático de Lengua y Literatura en un instituto de su ciudad natal, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y Doctor por la Universidad de Valladolid. También es Presidente de la Academia de Artes y Letras de Ávila, Presidente de la Academia de “Juglares de Fontiveros” de poesía y Miembro de la Academia de Poesía de Castilla y León. Director de la revista de artes y letras “El Cobaya”. Tiene publicados más de 20 poemarios y ha obtenido una treintena de premios.

 

 

Muñoz Quirós con algunos de los poetas alojados en la casa de la Calle Mayor. /  Jacqueline Alencar

 

LOCUS STANDI

 

Me he acostumbrado

a una extraña presencia de la luz,

a un secreto que se nos da revelado

 y que nos deja su huella

en un camino construido en el alma.

He ido acostumbrándome

a las cosas pequeñas que en su nombre

florecen como chispazos de memoria:

la tierra, el tiempo, el agua.

Y después un instante construido

en los ojos, libre como la noche

que te derrama su fulgor.

Me he acostumbrado a apresar

el  lento pálpito de los días.

Así nos acercamos hasta el borde,

a la orilla tibia de las horas,

hasta el oculto misterio del misterio.

Vivo aquí, acariciado por su eterna

presencia, desbordado de tanto

conocer lo que callado vive

en la senda escondida.

 

 

Cartel Poetas y Dios 2018: Del Verbo y lo Sagrado.

 

VIVIR EN VERDAD

 

Esa es la diferencia: el dócil canto

de lo más callado, la insignificante

mirada de la tarde cuando cae lentamente.

Aprender a mirarlo con sorpresa constante,

con una renovada gratitud,

con un sonido de pájaros

que escapan hasta la altura de los árboles

y anidan, por costumbre, entre las ramas.

Esa es la diferencia: la quietud

que provoca cuando todo parece que se esconde

entrañado en la inmensa mansedumbre

que te regalan los momentos del alma. Saber

la transcendencia de los signos

que atraviesan la noche. El lenguaje de una encina

caída en el yerto cansancio de los campos.

La gris materia de la piedra. Y la voz de los siglos

que ha dejado sus sílabas al borde de los labios

de los libros del tiempo. Esa es la diferencia:

tener donde aferrarse sin miedo a que el derrumbe

de  lo más verdadero nos contenga en sus manos,

y después conocer, aprendido ya su código,

las claves que nos abren la memoria del mundo.

 

 

Juan Carlos, Tere y Adelaide. / Jacqueline Alencar

 

AMANECER EN LA NIEVE

 

Hoy la nieve caída en la mañana

ha descendido hasta la calle. Se nos da

como el pan, desnuda, blandamente

en las líneas de las fachadas,

en los huecos de las puertas,

en el dintel de una ventana.

Ha borrado los pomos de las lágrimas

en los ojos del frío. Su lento paso

deja un dibujo en los jardines,

se columpia en las ramas,

vencida ya hasta quedarse quieta

como un niño entre los brazos de la tarde.

Y la nieve es parte de un paisaje

que ha dormitado sobre el abandono,

es sustancia que brota en los cauces

de la memoria fría, donde su huella

ha dejado la imposibilidad de vivir de otra forma.

 

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